23 abril 2024
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Con mimo y con detalle

Sombras sobre Berlín

Volker Kutscher: Sombras sobre Berlín.
Traducción de Susana Andrés.
Barcelona: Ediciones B, 2011.
ISBN: 978-84-666-4923-0

Imagínese la situación: tras facturar su equipaje en un aeropuerto, usted, adicto a la lectura, se da cuenta de que se ha dejado su libro electrónico dentro de la maleta. Justo en ese momento, además, anuncian en pantalla que su vuelo tendrá nada menos que dos horas de retraso. No hay más remedio: se dirige a la librería más cercana para buscar una novela con la que matar el rato. Y en semejante coyuntura tiene la suerte de encontrarse con un tesoro francamente inesperado: una novela negra (¡uno de sus géneros favoritos!), de un autor alemán moderno (¡había leído una crítica del original, pero aún no había tenido ocasión de comprarlo!) y editada en español (¡buena ocasión para un ejercicio de crítica traductoril!).

Aprovecho la ocasión para hacer la recensión de una novela que, pese a haber sido comprada en tan inesperada coyuntura, supuso para mí un gran deleite. Me gustaría destacar tres aspectos básicos:

La presentación. Esta edición de Sombras sobre Berlín tiene un formato minúsculo y novedoso («Librino»), apto literalmente para guardarlo en el bolsillo trasero del pantalón. Se trata de novecientas veintinueve pequeñas páginas impresas en suavísimo papel biblia. Es una excelente idea que equivale a llevar un libro de bolsillo… doblado en el bolsillo. Un formato inteligente, además, que me ha recordado a los bellísimos libros de la maravillosa colección Manesse. Espíritu alemán desde el planteamiento del diseño.

La temática y la elaboración de la historia por parte del autor. Volker Kutscher es un germanista e historiador alemán que ha supuesto una revelación novelística en estos últimos tiempos. En Sombras sobre Berlín se presenta a un comisario criminalista renano que ha sido trasladado a la urbe berlinesa. El autor presenta las experiencias de Gereon Rath de día en su trabajo y de noche con la movida berlinesa de la época; primeramente desde la brigada anticorrupción y después desde el departamento de policía criminal. Asesinatos con tortura, corrupción policial, intriga política y un mito que recuerda al oro de Moscú se dan cita en esta  novela muy negra que se desarrolla en el ambiente muy gris de la Alemania de la República de Weimar. Asistimos al nacimiento del nazismo y somos testigos de cómo se vivía en la cosmopolita ciudad de Berlín en la época de entreguerras. El comisario Rath, sus colegas (tanto corruptos como inocentes), sus superiores jerárquicos, su patrona, su amigo periodista y la mecanógrafa feminista que aspira a ser inspectora de policía son personajes vitales que no pueden, con todo, arrancarle el protagonismo al héroe indudable de toda la novela: la fascinante ciudad de Berlín, que late y vive en el transfondo de toda la narración. Esa Berlín policial de día y viciosa de noche en la que se está gestando el nacionalsocialismo es un marco geográfico sin el que la narración resulta impensable. Anima saber que ya han salido a la venta las siguientes tres novelas de la serie de Gereon Rath. Tenemos ganas de más.

Formato «Librino»
Formato «Librino»

La traducción. Yo leo muy poco alemán traducido al español. Lo último que recuerdo haber leído es a Goethe traducido por Helena Cortés y La montaña mágica en la magistral interpretación de Isabel García. Son clásicos que me interesan y que me apetecía leer de la mano de dos personas mucho más dotadas que yo para la traducción literaria. Cuando se sabe el idioma original y se es traductor, la tendencia a leer un texto traducido con el piloto automático crítico encendido y con la sana intención profesional de proceder al destripe traductoril y buscarle los pelos en la sopa a la traducción es casi inevitable. En este caso, no obstante, me ha costado muy poco relajarme y disfrutar de la novela en español porque la traducción de Susana Andrés me ha parecido sumamente eficaz y bien trabajada. No nos encontramos ante una obra cumbre de la literatura clásica, preñada de poesía, con un lenguaje cultísimo y elegante y con un trasfondo humanístico complejo y difícil de trasladar. Tenemos en las manos una novela policiaca de corte clásico: poli honrado, pero con sus defectos; corrupción entre sus colegas; embrollo político y criminal; chica guapa y marchosa… Hasta hay una femme fatal de rasgos casi dietricheranos (permítaseme la palabreja). El estilo original es directo y ameno. El ambiente está magistralmente descrito, y los personajes destilan autenticidad. Susana Andrés ha trabajado con diligencia y saber hacer. Tal vez haya detalles difíciles de captar para el lector que tenga que trasladarse de golpe y porrazo a la Alemania weimariana de entreguerras, pero en cualquier caso la traductora ha hecho un excelente trabajo a la hora de ponernos allí, de hacer que aterricemos a gusto en ese ambiente y que comprendamos perfectamente qué ocurre. Su tratamiento de la sintaxis es muy bueno: el texto se lee bien, es fluido, no aburre y no suena a traducción.

El ambiente está magistralmente descrito,
y los personajes destilan autenticidad

No me cabe duda de que la descripción de determinadas situaciones, de los sentimientos y las reflexiones personales del protagonista, tiene que haber supuesto un esfuerzo ingente a la hora de traducir. ¿Por qué? Porque un alemán piensa de forma diferente a un hispanohablante, estructura sus ideas de otra manera y las presenta con un acento distinto. Esto hace que en muchas ocasiones la expresión de la subjetividad traducida del alemán suene auténticamente ortopédica en español. De eso hay mucho en esta novela, pero Susana Andrés ha conseguido aquí lo que consiguen los buenos malabaristas: que parezca que lo que está haciendo es sencillo, que su traducción suene tan natural que cualquiera que no sepa lo que hay detrás no llegue a poder imaginarse que lo que está ahí expresado podría haberse hecho mal de muchas maneras. La traductora ha sabido verterlo correcta, sencilla y limpiamente.

Para que esta reseña no parezca un baño de agua bendita, confieso que sí hay un punto en la traducción que me parece mejorable: la elección léxica a la hora de trasladar nombres propios. En numerosas ocasiones (demasiadas, me parece a mí), la traductora mantiene las denominaciones geográficas y determinados nombres propios en alemán. El que haya un cadáver en el Landwehrkanal o que se hable del Venuskeller me parece confuso para el lector. El que en la misma página se mencione la estación de Göerlitz y la Hermannplatz, que se incluya la central eléctrica de Kingenberg pero se hable del mar de casas de Kreuzberg creo que demuestra un criterio poco homogéneo a la hora de lidiar con los nombres geográficos. ¿Por qué se aclara en algunos casos que el nombre propio corresponde a un edificio o a un ente determinado, pero en otros se menciona un nombre en alemán sin dar mayores explicaciones? Vale que muchos lectores ―aunque no todos― ya sabrán que la Yorkstrasse y la Leykestrasse son calles, ¿pero sabrán lo que es el Nasse Dreiecke, Zehlendorf o un Maybach? Con mucha frecuencia se citan nombres en alemán que necesariamente harán que el lector se despiste si no encuentra la inmediata aclaración de que se está hablando de un establecimiento, un barrio, un cargo político o una marca.

En este sentido me he acordado mucho de mi propia lectura de la trilogía de Larsson en español: en las descripciones de salidas y movimientos de la protagonista por la ciudad se hablaba tanto de que se subía a $$$traaaagt*, se pasaba por $$$pbreeekt* o que encontraban en $$$kuuumdradt* que confieso que me perdí completamente párrafos enteros y no llegaba a poder enterarme de si estábamos en un edificio, en una calle, en un establecimiento o en un tranvía.

En este caso, yo sé lo que el nombre original alemán quiere decir, pero a lo mejor el lector que lea Sombras sobre Berlín habría agradecido que le contaran la historia teniendo en cuenta que él no sabe nada de alemán.

Con todo, mimosa y detallada traducción, buena novela y entretenimiento asegurado.

* Obviamente, estas palabras son inexistentes. Queden ahí como demostración del efecto abstruso que tuvieron esas escandinavas palabras en las brumas de mi cerebro suecoanalfabeto.

María Barbero
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María Barbero es germanista, traductora técnica y científica desde 1986, miembro del Consejo Editorial de La Linterna del Traductor y del Consejo Editorial de Panace@. Aficionada a la novela negra islandesa, tanto dura (Indriðason) como blanda (Sigurðardóttir), y a algunos escandinavos indispensables, como Adler Olsen, Sjöwall/Wahlöö, Mankell o Lars Kepler. Tampoco le hace ascos al género policiaco español ni al noir culinario de Camilleri.

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María Barbero es germanista, traductora técnica y científica desde 1986, miembro del Consejo Editorial de La Linterna del Traductor y del Consejo Editorial de Panace@. Aficionada a la novela negra islandesa, tanto dura (Indriðason) como blanda (Sigurðardóttir), y a algunos escandinavos indispensables, como Adler Olsen, Sjöwall/Wahlöö, Mankell o Lars Kepler. Tampoco le hace ascos al género policiaco español ni al noir culinario de Camilleri.

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