Gabriela Torregrosa ilustra este número con unas fotos llenas de luz, en las que capta esos momentos y lugares que permanecen en la retina al cabo de los años. La autora nos regala una amplia variedad de imágenes con un denominador común —la curiosidad y el amor por la fotografía— y nos habla de esta afición que para ella es mucho más.
Durante el confinamiento publicaba en redes mis «no fotos». Se trataba de fotos hechas antes de esos meses y también de fotos hechas dentro de casa, para manifestar en cierto modo la rabia que me daba no poder salir a hacer otras nuevas… Mi afición por la fotografía se remonta a mi infancia. Mi padre me lo puso fácil; su hermana, mi madrina, también. Siempre estaban cámara en mano coleccionando recuerdos, comentando el encuadre, la luz y la sensibilidad del carrete. Mi padre clasificaba con mimo los negativos y pegaba las fotos en álbumes donde todo quedaba perfectamente colocado. Siempre se me dibuja una sonrisa pensando en qué dirían los hermanos Lumière si nos vieran haciendo fotos o grabando videos con el móvil. Estoy segura de que estarían encantados y ayudarían a mejorar los dispositivos.
¿Cuál es mi foto ideal? Más allá de los necesarios aspectos técnicos para obtener un buen resultado, estoy segura de que el secreto de una buena foto es el amor con el que la haces. Las fotos congelan instantes y los convierten en recuerdos: instantes para los que a veces es necesario esperar mucho tiempo (trípode en mano), mientras que, para captar otros, una apenas tiene tiempo de sacar la cámara. En la selección de fotos de este número las hay de ambos tipos.
Cada vez que hago una foto, no sé si soy yo la que me digo: «Tengo que hacer ahora mismo esta foto», o si es la foto la que me está buscando a mí: «¡Oye, Gabriela! ¡No puedes dejar pasar este momento!». Sea como sea, raro es el día en que no uso la cámara.
Hacer fotos mantiene la mente activa, ya que nos obliga a estar atentos a aquello que nos rodea y a percibirlo de forma consciente. Aunque suene a tópico, para los traductores, intérpretes y correctores, se trata de una cualidad muy importante, que debemos cultivar cada uno de la manera que prefiera.
Es un placer y un honor ilustrar este número de La Linterna. Gracias a todo el equipo, no os podéis imaginar la ilusión que me hace. Espero que las fotografías seleccionadas os hayan hecho imaginar o sonreír, recordar o soñar y, por qué no, incluso planificar alguna escapada inspirados por una imagen que os haya gustado.
Gabriela Torregrosa Benavent
Trabaja actualmente en la Universidad Católica de Ávila impartiendo docencia en inglés en diferentes grados. En cuanto a la formación universitaria, es doctora en Educación por la Universidad de Salamanca, graduada en Traducción e Interpretación (USAL) y en Educación Primaria con mención en Lengua Inglesa (USAL) y Máster Oficial de Profesorado en Educación Secundaria con especialidad en lengua inglesa (USAL). Es miembro de número de la Institución Gran Duque de Alba, dependiente de la Diputación Provincial de Ávila. Asimismo, es autora y coautora de numerosas publicaciones relacionadas con el inglés para fines específicos en el ámbito policial y ha participado como ponente en numerosos congresos nacionales e internacionales. Nacida en Gandía (Valencia), reside actualmente en Ávila y ha residido también en Suiza. Habla varias lenguas, especialmente francés, inglés y valenciano. A nivel profesional compagina la docencia (universitaria y en Educación Primaria) con la traducción.
