La mirada oblicua.
Lo que empezó siendo una broma (una ironía) se convirtió en el título de un microespacio dentro de un programa matinal de Radio 3 y luego en un blog y, más tarde, en un libro. Y, después de darle unas cuantas vueltas, he decidido usar otra vez este título porque es lo que mejor describe estas fotos.
Son lo que veo cuando voy de mi casa (primero en Moratalaz y luego en Vallecas) a casa de mis padres (luego de mi madre). Cuando estoy en mi casa o en la suya. O en la calle, en un semáforo. Cuando camino por el parque del Retiro. Cuando espero el autobús.
(No uso filtros, mi móvil no tiene una buena cámara y ni siquiera tengo formación como fotógrafa: soy el eslabón perdido, el salto generacional entre una madre pintora y un hijo videoperiodista).
Cuando escribía todas las semanas mis miradas para Música es 3, hace tantos años, descubrí, gracias a oyentes y lectores, que estaba poniendo en palabras cosas que sentían otras personas y no sabían (d)escribir. Que eran cosas, historias y sentimientos, sensaciones que teníamos en común.
Creo que lo que muestro en estas fotos, lo que veo, son cosas que también ven más personas, aunque no se hayan dado cuenta todavía.
Así que creo que lo que muestro en estas fotos, lo que veo, son cosas que también ven más personas, aunque no se hayan dado cuenta todavía.
(Mi foto también fue una broma [una ironía], una burla a quienes hacen ese gesto de burla).
Berna Wang
Nací en Madrid (España), en 1957, de padres chinos. Soy traductora (de inglés a español) y profesora de la Escuela de Escritores y de su máster de Narrativa. También corrijo y edito textos en español y doy talleres en los que trabajamos con el cuerpo, la mente y la escritura. Hace un tiempo, escribí y publiqué dos libros de poesía: Pequeños accidentes caseros y La mirada oblicua. Me incluyeron en la antología La escritura plural. 33 poetas entre la dispersión y la continuidad de una cultura. Durante muchos años fui poeta en excedencia, pero en 2019 terminé Cosas que me explica mi madre gracias (en parte) a una ayuda a la creación literaria de la Comunidad Autónoma de Madrid. Shirin Salehi lo convirtió en un bellísimo libro ilustrado (y seguimos buscando editor). También soy meditadora y madre. Y nada de eso me define del todo: estoy siempre en transición.