Captar instantáneas durante un viaje o mismamente al lado de casa sirve para acumular recuerdos, revivir momentos, volver a experimentar sensaciones, ejercitar la memoria o compartir historias y anécdotas de esas imágenes con seres queridos. Contemplar una simple foto puede servir de evasión, avivar la imaginación, pero también puede provocar una sonrisa o hacer brotar alguna lágrima por el recuerdo de lo que pudo haber sido o de lo que fue y nunca más volverá a ser.
Más que la obsesión de ir marcando países en un mapamundi o tachando una lista de lugares visitados, mi principal objetivo a la hora de viajar consiste en empaparme de cultura, sonidos, olores y sabores. Vivir experiencias y captarlas con todos los sentidos, cual síndrome de Stendhal crónico obsesivo compulsivo. Y qué mejor que la fotografía para revivir esas sensaciones hasta la saciedad. Como una imagen vale más que mil palabras, basta con detenernos un instante a observar una foto durante unos segundos para dejarnos llevar por la fantasía, la ensoñación o las ganas de evasión, con diversos grados de intensidad, aunque sea fugazmente.
Existen múltiples formas de viajar, ya sea con ansia por verlo todo o con el afán por descansar para desconectar por completo; con una organización calculada al milímetro o improvisando en mayor o menor medida.
En función de los gustos y la personalidad de cada cual, existen múltiples formas de viajar, ya sea con ansia por verlo todo o con el afán por descansar para desconectar por completo; con una organización calculada al milímetro o improvisando en mayor o menor medida… Todas ellas son igual de válidas. A la vuelta, nos traemos miles de recuerdos en el pensamiento y paisajes o situaciones marcados casi a fuego en la retina, pero la memoria es traicionera y de corta duración, en muchos casos. Con el fin de no dejar caer en el olvido esas experiencias vividas y disfrutadas, las fotografías son una magnífica solución.
Un olor que vuelves a sentir, una brisa o una temperatura que te recorre el cuerpo de arriba abajo o incluso una emoción que se repite.
Además de la parte técnica de la fotografía relacionada con los ajustes y la configuración del aparato (encuadre, enfoque, apertura, obturación…), lo más difícil es reflejar en una instantánea aquello que vemos con nuestros propios ojos y nos imaginamos que podría ser una preciosa fotografía. A veces ocurre todo lo contrario, y lo plasmado en la foto supera nuestras expectativas en cuanto a belleza o resultado. En cada foto, intento transmitir una sensación, plasmar un momento efímero, reavivar un recuerdo, transmitir un mensaje (in)directo, hacer volar la imaginación o acordarme de alguien. La magia de una foto es aquella que te transporta nada más verla y hace surgir otras sensaciones, con un olor que vuelves a sentir, una brisa o una temperatura que te recorre el cuerpo de arriba abajo o incluso una emoción que se repite.
En esta selección de fotografías, intento haceros soñar por un instante para trasladarnos con la imaginación a distintos lugares del planeta con un recorrido por cuatro continentes y transmitir las pasiones que me mueven: la gastronomía, la música, el arte, la naturaleza y la cultura.
Ninguna de las fotos presentadas en este número de la revista ha sido modificada o alterada con algún programa informático de retoque fotográfico.
Una observación: Ninguna de las fotos presentadas en este número de la revista ha sido modificada o alterada con algún programa informático de retoque fotográfico; tan solo se ha mejorado levemente algunas de ellas con algún filtro o ajuste de color o recorte de encuadre.
José-Luis Morais
Licenciado por la Universidade de Vigo, es traductor-intérprete jurado desde hace casi veinte años, con el francés como principal lengua de trabajo, aunque también traduce a partir del inglés y del portugués al español y gallego, su lengua materna, que no natal en su caso. En su experiencia laboral anterior y entretanto, cabe mencionar la docencia en secundaria y en la universidad, tareas varias en radio y televisión no siempre relacionadas con la lengua, sino con la parte técnica o la locución, e incluso como DJ en desfiles de moda. También encuentra tiempo para dedicarse algunas veces al año a la organización de eventos nacionales relacionados con el mundo automovilístico, como puede ser la presentación de un modelo nuevo de vehículo a periodistas del motor de todo el país (prensa, radio, televisión y medios digitales). Su última pasión como traductor: la literatura infantil y juvenil.