Los socios de Asetrad no solo viven y trabajan a lo largo y ancho del territorio español, sino en otros países europeos e incluso en otros continentes. En ese sentido, podríamos decir que Asetrad no conoce fronteras. Queremos que este sea el primero de varios artículos que reflejen esa variedad geográfica de la que nos enorgullecemos.
Para este primer artículo, con el pretexto de nuestro especial dedicado a los organismos internacionales, hemos entrevistado a cuatro socias que trabajan en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York y que se han prestado amablemente a responder a las siguientes preguntas que les hemos proporcionado a modo de guion:
1) ¿Cuánto tiempo llevas trabajando en la ONU? ¿Es tu primera experiencia en un organismo internacional?
2) ¿En qué consiste tu trabajo? ¿Qué te gusta más de él?
3) ¿Cuáles son, para ti, los pros y los contras de trabajar en un organismo internacional?
4) ¿Cuánto hace que eres socia de Asetrad? ¿Qué valor tiene para ti ser socia, a pesar de que no resides en España?
Sabela Avión Martínez
Me gusta saber que, en parte gracias a nuestro trabajo, las Naciones Unidas proporcionan alimentos y asistencia a 91 millones de personas en 83 países.
Trabajo en la ONU desde el año 2006. He trabajado dando formato a documentos, traduciendo actas literales en Nueva York y traduciendo todo tipo de documentos del inglés y el francés al español en Ginebra y Nueva York. Antes, trabajé en localización de software para una gran empresa multinacional.
Ahora, traduzco, reviso y hago controles de calidad. Además, desde este verano, me encargo de las tareas de difusión de nuestro trabajo en el mundo exterior. Lo que más me gusta es la variedad de documentos y los compañeros; vivir en Nueva York tampoco está mal. Me gusta saber que, en parte gracias a nuestro trabajo, las Naciones Unidas proporcionan alimentos y asistencia a 91 millones de personas en 83 países, ayudan a que más de dos millones de mujeres al mes superen complicaciones relacionadas con embarazos y partos, y suministran vacunas a un 45 % de los niños y niñas del mundo, sin olvidar la labor diplomática.
Los organismos internacionales tienen fama de ser una jaula de oro de la traducción (y la interpretación). […] Por eso me hice socia de Asetrad antes del congreso de Toledo.
Los organismos internacionales tienen fama de ser una jaula de oro de la traducción (y la interpretación). Es fácil perder de vista las circunstancias de la mayoría de nuestros colegas en el sector. Por eso me hice socia de Asetrad antes del congreso de Toledo, hace unos años. Había empezado a participar en foros profesionales y quise dar un paso más y asociarme. Fue una de las mejores decisiones que he tomado, tanto desde un punto de vista personal como profesional. Primero, me ayuda a apreciar nuestra profesión; segundo, puedo poner en perspectiva nuestro trabajo y nuestras circunstancias; y, tercero, es una fuente constante de ayuda de todo tipo, desde la terminología hasta las herramientas, y una excusa fantástica para disfrutar de buenos momentos.
También hay ventajas: no podemos obviar las condiciones de trabajo, el ambiente internacional, las posibilidades de aprender otros idiomas, el abanico de destinos y el día que vimos a George Clooney saliendo del Consejo de Seguridad. A veces, además, estamos en la primera línea de las últimas noticias sobre política y seguridad internacionales, la situación de las mujeres y los niños en el mundo, el cambio climático y los derechos humanos. La línea que separa la actualidad de nuestro trabajo puede ser muy, muy fina.
Izaskun Fuentes Milani
En los últimos 20 años he trabajado para varias organizaciones internacionales, al principio como autónoma y después en plantilla. Empecé por casualidad, cuando trabajaba como autónoma en Madrid y me propusieron ir una semana a Estambul con un equipo de ocho o diez traductores a los que no conocía de nada. Se trataba de traducir in situ la documentación de la asamblea anual de un organismo internacional del que yo ni siquiera había oído hablar. Me encantó la experiencia y, a partir de ahí, empecé a buscar oportunidades en las instituciones. Tengo muy buenos recuerdos de una organización que ya no existe, la Corporación Interamericana de Inversiones, donde pasé doce años. Allí tuve una jefa maravillosa que me enseñó todo lo que sé sobre traducción institucional.
En una organización, el traductor tiene que dejar a la puerta su propia voz y su criterio profesional y adoptar una forma de escribir que no existe en la naturaleza, pero que es la voz de la institución.
Mi trabajo consiste en traducir lo que me manden, que puede ser cualquier cosa: desde un informe de auditoría hasta una carta de un país dirigida al Consejo de Seguridad. No tenemos documentos muy técnicos. Muchas veces la principal dificultad consiste en coordinarse bien con los compañeros para que no se noten las costuras en un documento en el que a lo mejor han trabajado cinco traductores.
Parecerá una tontería, pero una de las cosas que más me gustan es trabajar con una base de datos gigantesca y poder consultar las versiones finales de decenas de miles de documentos, todos ellos escritos y traducidos con unos criterios más o menos uniformes. También me gusta que mi puesto de trabajo esté fuera de mi casa, trabajar en equipo y ver todos los días a mis compañeros en persona, porque cuando trabajaba como autónoma me sentía un poco sola.
Creo que la principal ventaja es la estabilidad laboral, tener un horario y un calendario de trabajo y saber cuánto y cuándo voy a cobrar. Los inconvenientes son la otra cara de la misma moneda: no ser dueña de mi propio tiempo. A veces añoro los días de trabajadora autónoma precisamente por eso. Otro inconveniente es que, en una organización, el traductor tiene que dejar a la puerta su propia voz y su criterio profesional y adoptar una forma de escribir que no existe en la naturaleza, pero que es la voz de la institución.
Soy socia de Asetrad desde el día de su fundación, justo cuando estaba haciendo las maletas para mudarme a Estados Unidos. Todavía recuerdo las tertulias del Café Comercial en las que se empezó a gestar la asociación.
Soy socia de Asetrad desde el día de su fundación, justo cuando estaba haciendo las maletas para mudarme a Estados Unidos. Todavía recuerdo las tertulias del Café Comercial en las que se empezó a gestar la asociación. Precisamente porque vivo fuera, pertenecer a Asetrad me ayuda a seguir sintiéndome unida al mundo de la traducción en España. Además, en una profesión como esta, donde la mayoría trabaja por su cuenta, es enormemente importante que haya una asociación fuerte que nos aglutine y represente nuestros intereses.
Alicia García Adames
Mis primeras experiencias en organismos internacionales fueron las prácticas de interpretación que hice en la Oficina de las Naciones Unidas en Viena durante el último curso de la carrera y la pasantía de traducción en la Sede de las Naciones Unidas (Nueva York) justo después de licenciarme, ambas en 2011. A principios de 2012, y tras aprobar un examen para traductores externos, empecé a traducir por contrata para la Sede. Acababa de darme de alta como autónoma. Ese mismo año me presenté al concurso para traductores de lengua española de las Naciones Unidas. Tal vez hacer la prueba escrita en mi alma mater me dio suerte: lo cierto es que aprobé. Desde el otoño de 2013 hasta el otoño de 2015, cuando me mudé a Nueva York para ocupar un puesto en plantilla en la Sede, seguí trabajando como autónoma y fui sumando organismos internacionales a mi cartera de clientes: traduje para la UNESCO, el OIEA y, sobre todo, la Oficina de las Naciones Unidas en Viena.
Durante el proceso de traducción nos ocupamos también de la terminología, para mantener actualizado el portal UNTERM, y de preparar material de referencia para todo el Servicio, como manuales e instrucciones.
Mi trabajo consiste principalmente en traducir documentos oficiales de las Naciones Unidas del inglés y el francés al español. Los primeros años, mis traducciones se revisaban, como parte del proceso de formación de los nuevos miembros de la plantilla, pero en la actualidad trabajo en autorrevisión y, puesto que ahora soy revisora, pronto empezaré a revisar el trabajo de otras personas. Aunque hay temporadas en que gran parte del Servicio tiene entre manos textos del mismo tipo (por ejemplo, resoluciones o presupuestos), en Nueva York traducimos documentos variados sobre temas muy diversos, lo cual nos obliga a cultivar una actitud flexible y curiosa. Durante el proceso de traducción nos ocupamos también de la terminología, para mantener actualizado el portal UNTERM, y de preparar material de referencia para todo el Servicio, como manuales e instrucciones. Hay también otras tareas, que están repartidas entre los miembros del equipo. Una de mis tareas adicionales, que me parece interesantísima, consiste en coordinar todo lo relacionado con nuestra herramienta TAO, eLUNa, en el Servicio: los coordinadores impartimos cursillos de formación, prestamos asistencia técnica a los usuarios, hacemos de intermediarios entre estos y el equipo que desarrolla la herramienta y participamos en el proceso de desarrollo.
Para mí, las principales ventajas de trabajar en las Naciones Unidas son que los documentos son interesantes y nos obligan a mantenernos al día de la actualidad internacional y a aprender continuamente sobre todo tipo de temas; el equipo humano es diverso, lo cual enriquece muchísimo la experiencia; y tenemos buenas condiciones de trabajo. No obstante, a veces echo de menos la flexibilidad que tenía cuando era autónoma, en lo que respecta a los horarios y a la libertad de trabajar desde cualquier sitio, así como lo variado que era el trabajo que hacía.
Me asocié a Asetrad en 2013. […] Ahora que vivo al otro lado del Atlántico, Asetrad sigue teniendo valor para mí: es mi principal vínculo con el sector de la traducción en España.
Me asocié a Asetrad en 2013. Llevaba algo más de un año trabajando por cuenta propia, me había mudado a otro país y me sentía un poco aislada, entre otras cosas porque no conocía a muchos profesionales del sector. Aunque ya vivía fuera de España, además de aprovechar la oferta formativa de la asociación asistí a un congreso, en el que disfruté un montón y conocí a muchos colegas. Ahora que vivo al otro lado del Atlántico, Asetrad sigue teniendo valor para mí: es mi principal vínculo con el sector de la traducción en España.
Mónica Pérez Ruiz
Llevo un año y tres meses trabajando en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Mi primera experiencia en una institución internacional fue una temporería de unos seis meses en esa misma sede, que conseguí varios meses después de haber aprobado la oposición. Antes, siempre me había dedicado a la traducción técnica comercial, sobre todo de software y medicina.
Como llevaba mucho tiempo trabajando en mis campos, entrar en contacto con nuevos temas ha sido bastante refrescante y conlleva un proceso de formación y documentación muy enriquecedor.
Mi trabajo es estrictamente de traductora y también participo en otras actividades, por ejemplo, echando una mano en las labores de terminología. Además, sigo en proceso de formación. Como llevaba mucho tiempo trabajando en mis campos, entrar en contacto con nuevos temas ha sido bastante refrescante y conlleva un proceso de formación y documentación muy enriquecedor. También aprecio mucho la tranquilidad de tener trabajo constante y un horario fijo, algo que nunca está asegurado cuando trabajas por tu cuenta. Desde luego, poder vivir en una ciudad tan fantástica como Nueva York es una gran ventaja también.
El trabajo de autónoma tiende a ser muy solitario, así que poder integrarme en un equipo e interactuar día a día con mis compañeros ha sido muy positivo. Ahora me resultaría difícil volver a mis antiguas costumbres. No cabe duda de que el mayor inconveniente es tener que vivir tan lejos de mi familia y amigos. Formar parte de una plantilla también implica la pérdida de cierto grado de libertad (horarios, vacaciones, etc.), pero las ventajas compensan con creces. Por lo demás, no me he topado con ningún otro aspecto negativo digno de mención, aunque ciertamente echo de menos traducir sobre medicina.
Me asocié a Asetrad ya estando bastante avanzada mi vida profesional, en 2013. […] no me arrepiento de haber dado ese paso hace seis años y sí de no haberlo dado antes.
Si no recuerdo mal, me asocié a Asetrad ya estando bastante avanzada mi vida profesional, en 2013. Antes había pertenecido a una asociación en Irlanda que no me dejó buena impresión. Sin embargo, en el caso de Asetrad, no me arrepiento de haber dado ese paso hace seis años y sí de no haberlo dado antes. He conocido a gente estupenda y muy profesional, y me ha ayudado mucho el sentirme parte de un grupo. Sigo siendo socia de Asetrad porque todavía me interesa su labor y no quiero perder el contacto con el mundillo de la traducción no institucional. Estoy al tanto de la actividad de la lista de correo e intento ayudar cuando puedo. También me gustaría asistir al congreso anual —¡me he perdido demasiados!— y volver a encontrarme con mis compañeros y conocer a otros nuevos.