18 abril 2024
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Lenguajes de época: el placer de viajar en el tiempo

Poco antes de escribir este artículo, una amiga me envió otro sobre historia y lenguaje que decía: «Como forma de expresión cultural, el léxico excede el plano del significado: ofrece matices y modos de ver el mundo asociados al momento histórico. Esas pequeñas diferencias, reminiscencias, sutilezas y connotaciones, usos y modismos exigen para su representación una interpretación profunda. […] [El lenguaje] exige un cuidado peculiar».1 El artículo da en el clavo. El léxico, las estructuras gramaticales o cualquier otro aspecto del lenguaje son esenciales para evocar una época histórica. Y en doblaje, evocar es la palabra clave.

Pero si esperáis un análisis sesudo sobre cronolectos, sociolectos, registros y demás, no van por ahí los tiros.

La oportunidad de escribir este artículo surgió a raíz de haber recibido el Premio Nacional de Doblaje ReTake por la traducción para doblaje y subtitulación del largometraje Mary Queen of Scots (¡gracias!): la redacción de La Linterna consideró que podría contar algo al respecto. Pero si esperáis un análisis sesudo sobre cronolectos, sociolectos, registros y demás, no van por ahí los tiros. Hay gente que sabe mucho más que yo de eso. Al hacer memoria de cuando recibí el encargo hace ya dos años y medio, comprendí que lo más relevante para mí no fueron los aspectos formales de la traducción, sino el puro disfrute. Y aunque entraré en esos aspectos formales, es el privilegio de disfrutar con nuestro trabajo lo que merece un lugar destacado en este artículo.

Traducir lenguajes antiguos es como saborear lentamente un caramelo tofe, deleitándote, mientras que traducir slang moderno es como tragar ganchitos sin masticar.

Cuando me encargan una película o serie ambientada en otra época pienso «socorro» y veo al ogro del síndrome del impostor asomar la nariz por detrás de mi teclado. Luego me pongo manos a la obra y recuerdo lo mucho que disfruto con los lenguajes pasados. En la universidad me encantaba la asignatura de Inglés Jurídico, con su estilo casi literario y su toque afrancesado, un pelín anclado en el pasado. Llamadme loca, pero me parecía elegante y me divertía intentar trasladar ese estilo afectado al castellano. En la traducción audiovisual siento algo parecido, pero mucho mejor (entre traducir contratos y películas hay un trecho, y del bueno). Poder emplear palabras y estructuras arcaizantes o en desuso es una gozada. Te saca de tu realidad y te brinda la oportunidad de jugar con la lengua de otra manera. Traducir lenguajes antiguos es como saborear lentamente un caramelo tofe, deleitándote, mientras que traducir slang moderno es como tragar ganchitos sin masticar. Y ojo, que me encantan los ganchitos. Pero me relamo menos.

También es útil contar con otros idiomas: no es raro encontrarse con fragmentos en italiano, alemán o francés (como ocurrió en este caso).

Disfrutar de una traducción no implica, naturalmente, que no haya que trabajársela. ¿Cómo se encara un proyecto así? Documentándose, diréis. Sí. Sobre el lenguaje. No solo. Hay otros ámbitos de la documentación que también tienen valor a la hora de traducir: leer sobre el contexto histórico, los personajes, sus relaciones, etcétera, puede sernos muy útil para captar el subtexto de ciertos diálogos, segundas intenciones, rivalidades solapadas, miraditas. Incluso es conveniente saber qué pasará en el futuro entre esos personajes históricos. Además de ser interesante, ayuda a tener una idea global de lo que tenemos delante, tanto antes de la traducción como durante. También es útil contar con otros idiomas: no es raro encontrarse con fragmentos en italiano, alemán o francés (como ocurrió en este caso), y es un valor añadido poder dar una traducción directa sin usar el inglés como idioma puente.

María I de Escocia
María I de Escocia (1542-1587)

Pero no es lo mismo documentarse para una serie —un producto de muchas horas y a largo plazo— que para una película. La serie nos permite profundizar más, conocer y perfilar a los personajes, y es probable que deje más huella en nosotros y en el público. La película como llega se va, y al poco ni nos acordamos de lo que tradujimos. Para este proyecto, por ejemplo, tuve siete días. El tiempo de documentación se reduce mucho y, desde el punto de vista lingüístico, hay que tirar bastante de instinto.

No sería realista imitar el lenguaje de entonces, pues obstaculizaría la comprensión, y el inglés tampoco lo hace.

¿Instinto? ¡Qué poco rigurosa! Pero es que, por muy de época que sea, estamos traduciendo para un público contemporáneo una película cuyo fin es entretener. Ni el idioma original busca imitar al dedillo el lenguaje de aquella época ni nuestra traducción puede pretenderlo. Se trata de una variedad lingüística que desconocemos porque no vivimos en dicha época, y los espectadores tampoco. Esta película estaba ambientada en la segunda mitad del s. xvi: buscando textos paralelos de la época, comprendemos rápidamente que no sería realista imitar el lenguaje de entonces, pues obstaculizaría la comprensión, y el inglés tampoco lo hace.

Cuanto más próxima sea la época de la película a nuestros días, más familiar y cercano nos resultará su lenguaje y más minuciosos habrá que ser.

El objetivo es recrear una atmósfera pasada. Evocar. Servirnos de construcciones y léxico que nos transporten a otra época. Nuestra prioridad aquí es la ambientación y la comprensión del público. Partimos de la base de que el cine es entretenimiento y la película, en principio, no pretende ser una clase de Historia. El original se permite muchas licencias, tanto históricas como lingüísticas. Como traductores, podemos tomar el relevo del original y perfilar con mimo ese ambiente en castellano sin obsesionarnos con ajustarnos milimétricamente a la realidad lingüística de la época. Esto nos da más manga ancha, y la camisa de fuerza que creíamos tener al principio se afloja. Eso sí, cuanto más próxima sea la época de la película a nuestros días, más familiar y cercano nos resultará su lenguaje y más minuciosos habrá que ser.

Varios diccionarios, ediciones antiguas

Pero cuidado: aunque tengamos licencias, sigue siendo importante cuidar el lenguaje y que no haya anacronismos muy flagrantes que nos saquen de la ambientación. Volvemos a la documentación. ¡No todo puede ser instinto! Por suerte, documentarse también es divertido y además alimenta y engrasa precisamente ese instinto que, a fin de cuentas, es una herramienta más. En el caso del lenguaje del s. xvi, aunque quizá haya menos recursos disponibles online que para épocas más recientes (a partir del s. xix aumentan considerablemente), sí contamos con grandes ayudas.

Para el léxico, mi fetiche: el Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española (NTLLE), en la página web de la Real Academia. Es una recopilación de diccionarios españoles monolingües y bilingües donde podemos buscar simultáneamente palabras en casi setenta volúmenes de los últimos quinientos años (y yo, como me despiste, perder las horas saltando de una definición insólita a otra). Como recursos generales imprescindibles, que no falten el Diccionario de ideas afines de Corripio y el REDES: Diccionario combinatorio del español. Aunque sean más modernos, son muy ricos y pueden darnos pistas y servirnos de inspiración cuando estemos atascados. Después solo queda cotejar las palabras en el NTLLE. Otra obra muy apetecible que acabo de descubrir es el Diccionario de injurias de los siglos xvi y xvii, de la editorial Reichenberger. Ya está en mi carta de Reyes. Y la lista podría continuar.

Las estructuras de las frases y los tratamientos también son ingredientes para cocinar esa atmósfera con aroma de otros tiempos y que nos quede sabrosa.

Pero el léxico no lo es todo. Las estructuras de las frases y los tratamientos también son ingredientes para cocinar esa atmósfera con aroma de otros tiempos y que nos quede sabrosa. El uso del vos reverencial, aunque históricamente ya estaba algo gastado y desprestigiado —en el s. xvi se estaba pasando a vuestra merced—, aquí es legítimo como vehículo para transportarnos a otra época (de nuevo, pequeñas licencias en favor de la ambientación). El plural mayestático, utilizado hasta bien entrada la Edad Moderna, tampoco podía faltar en este drama histórico de dos reinas. Y no seré yo quien deje pasar la oportunidad gloriosa de usar nos y vos como pronombres tónicos: «sé quien desees ser con nos», «si alguno de nos muere hoy», «muchos de vos os aliáis». Ñam.

El criterio para traducir el neutro you siempre acaba teniendo un componente personal y subjetivo, y en este caso no fue diferente.

Los tratamientos también desempeñan un papel relevante en este tipo de película y pueden volvernos locos (que se lo pregunten a cualquier traductor de inglés). Aunque aquí entre en juego conocer las relaciones históricas entre los personajes, el criterio para traducir el neutro you siempre acaba teniendo un componente personal y subjetivo, y en este caso no fue diferente. El nivel de familiaridad del tratamiento podía variar según el contexto de la escena, si los personajes estaban en intimidad o en público (la reina Isabel tutea a su amante Dudley en privado, pero lo vosea en público), y según la intención del hablante. Un ejemplo que ilustra muy bien esto es cuando Moray, hermanastro de la reina María Estuardo, se muestra en desacuerdo con ella y pierde los papeles:

MORAY¡Niña insensata! ¡He estado combatiendo larga y duramente y con demasiada sangre derramada para asegurar la paz en nuestras tierras! ¡No dejes que tu condenada pasión te domine!
MARÍAAlzáis la voz, señor. Y la bajaréis en mi presencia.

Aquí los tratamientos se han invertido: la rabia de Moray justifica su paso al tuteo, mientras que María, que normalmente lo tutea, establece una distancia y frialdad con el voseo para poner en su sitio a su hermano. A veces la riqueza de nuestro idioma nos da la posibilidad de añadir matices a los diálogos.

Isabel I de Inglaterra
Isabel I de Inglaterra (1533-1603)

Otro término ambivalente fue madam. Aunque en inglés lo usaban para dirigirse a ambas reinas indistintamente, decidí hacer una distinción en castellano: mi señora cuando se trataba de un súbdito que se dirigía a su reina y majestad cuando era un personaje que se refería a la reina contraria (pues no es su señora). En cambio, las tornas se giraban cuando salía a la luz la confabulación de los súbditos de María en su contra y pasaban a llamarla majestad, pues de señora suya ya tenía poco.

Este tipo de decisiones en cuanto a tratamientos, estructuras y léxico son los que dan color y fondo a una traducción para que no quede plana. Pequeños retos que son, a mi modo de ver, la sal de nuestra profesión.

Otro de esos retos disfrutones son las rimas, de las cosas que más me divierten.

Otro de esos retos disfrutones son las rimas, de las cosas que más me divierten. Cuando me encuentro el fragmento de un poema sin traducción asentada o una rima original, me froto las manos y me dispongo a jugar con la lengua. Este fragmento de «Fie, Pleasure, Fie!», de George Gascoigne (1575), estaba en off, así que pude explayarme sin preocuparme por las bocas:

Beauty’s fading flower
Grows ever fresh with her in heavenly wise
Suffice that Love hath built his bower
Between my lady’s lively shining eyes
Baste que la flor marchita de la belleza
con ella celestial más fresca que nunca crezca
Suficiente que el amor haya erigido su posada
entre los radiantes ojos de mi amada

En cambio, la escena en la que Enrique intenta adivinar quién es la reina María, disimulada entre sus damas de compañía, estaba casi entera en on, así que el desafío no era solo mantener la rima, sino también la sincronía de ritmo y longitud. La guinda del pastel fue hacer que la última palabra, reina, coincidiera con un primer plano de María Estuardo.

Unsheathing my quick wit… to see who among you it quickens. But… should I fail to choose correctly, ‘tis my soul that shall be sickened… for shame, returning to our native land, only to be deprived of kissing… my Queen’s perfect…hand.

«Desenfundo mi raudo ingenio… por ver a qué dama incita. Mas… si en mi ciega elección yerro… mi alma por siempre quedará herida… de vergüenza, por regresar a nuestra nativa tierra, y de besar quedar privado… la perfecta mano de mi……reina

Oportunidades así de jugar con nuestro idioma son un placer y hay que gozarlas.

Oportunidades así de jugar con nuestro idioma son un placer y hay que gozarlas. A veces, la presión de la fecha de entrega ensombrece ese placer y pasamos por alto lo mucho que se puede llegar a disfrutar con algunos encargos. A toro pasado, gracias a este artículo, me he dado cuenta de lo bien que lo pasé traduciendo Mary Queen of Scots y de que lo había olvidado por completo. También he recordado lo buena que fue la comunicación con el director, Eduardo del Hoyo, a quien aprovecho para dar las gracias.

Conseguir que cualquier traducción fluya, ya sea un texto corrido o un diálogo, es una satisfacción y, por qué no, motivo de orgullo. Y cuando se trata de lenguajes pasados, estimula esa parte del cerebro dedicada al placer lingüístico, la misma que se regodea cuando la lengua pronuncia palabras como libélula o albricias. Espero que este artículo sirva para que quien les tenga respeto a los lenguajes pasados se anime y se lance. Y si queréis profundizar en el tema, o simplemente tenéis curiosidad, os recomiendo un webinario que hice hace unos meses a través de Asetrad precisamente: «La máquina del tiempo traductora: cómo traducir lenguajes de otra época», impartido por la sabia Núria Molines y con una generosidad de recursos que despertó a la nerd que hay en mí.

No nos olvidemos de disfrutar de nuestras traducciones en el momento, en lugar de reducirlas a una mera entrega con la lengua fuera.

Para acabar diré que a este cuento le veo dos moralejas, y seré la primera en aplicármelas: no nos olvidemos de disfrutar de nuestras traducciones en el momento, en lugar de reducirlas a una mera entrega con la lengua fuera, y no tengamos miedo a los proyectos de época. Cojámoslos con ganas, porque tenemos recursos de sobra online, en papel y en la cabeza.

BIBLIOGRAFÍA

Gutiérrez Delgado, R. «No es lo mismo ‘tú’ que ‘vuesa merced’: series, Historia y lenguaje». The Conversation.com. (31 de enero de 2021)

Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española. Real Academia Española de la Lengua.

Corripio, F. Diccionario de ideas afines. 2.ª edición. Barcelona: Herder Editorial, 2007.

Bosque, I. REDES: Diccionario combinatorio del español. Madrid: Ediciones SM, 2004.

Tabernero Sala, C.; Usunáriz Garayoa, J. M. Diccionario de injurias de los siglos xvi y xvii. Kassel, Alemania: Edition Reichenberger, 2019.


1 Gutiérrez Delgado, R. «No es lo mismo ‘tú’ que ‘vuesa merced’: series, Historia y lenguaje». The Conversation.com. (31 de enero de 2021)

Alicia González-Camino
Alicia González-Camino
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Es licenciada en Traducción e Interpretación y tiene un máster en Doblaje, Traducción y Subtitulación. Comenzó en 2010 en el mundo audiovisual como supervisora de calidad para Disney en SDI Media, pero desde hace varios años se dedica a la traducción audiovisual exclusivamente. Ha vivido en Francia, Italia, Alemania, Países Bajos y Portugal. Traduce del inglés, italiano, alemán, francés y portugués al castellano. Cuenta con más de doscientos proyectos audiovisuales y entre sus traducciones para doblaje están Soul, de Pixar; Mulán y Dumbo, de Disney; Nosotros, de Jordan Peele, y series como Peaky Blinders, Gomorra, La amiga estupenda y Crazy Exgirlfriend.

Alicia González-Camino
Alicia González-Camino
Es licenciada en Traducción e Interpretación y tiene un máster en Doblaje, Traducción y Subtitulación. Comenzó en 2010 en el mundo audiovisual como supervisora de calidad para Disney en SDI Media, pero desde hace varios años se dedica a la traducción audiovisual exclusivamente. Ha vivido en Francia, Italia, Alemania, Países Bajos y Portugal. Traduce del inglés, italiano, alemán, francés y portugués al castellano. Cuenta con más de doscientos proyectos audiovisuales y entre sus traducciones para doblaje están Soul, de Pixar; Mulán y Dumbo, de Disney; Nosotros, de Jordan Peele, y series como Peaky Blinders, Gomorra, La amiga estupenda y Crazy Exgirlfriend.

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