16 abril 2024
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‘Standard is the new black’:
De acentos, variantes y otras dificultades de la traducción para el doblaje

Hace unos meses, tuve la suerte de coincidir en un congreso con una asesora de doblajes de varias distribuidoras multinacionales. Por casualidades de la vida, habíamos sido vecinas y nos pusimos a charlar sobre esto, aquello y, cómo no, sobre nuestro trabajo. Ella comentaba que muchos doblajes le parecían planos, que perdían toda la chispa. Yo no pude sino contarle mi experiencia.

Durante los últimos siete años, he tenido la suerte de traducir una serie de esas que dejan huella, Orange is the New Black. Para aquellos que no la conocéis, trata sobre la vida en un centro penitenciario de mujeres. Son decenas de tragedias personales contadas con picardía, humor y mucho cariño. Es un texto (en el sentido teatral, puesto que traducimos imágenes) complicado, de una variedad lingüística increíble, con toques de humor e ironía que envuelven el drama humano del argumento. Los personajes son complejos y muy distintos: edad, estrato social, nacionalidad… Nada más ver el primer episodio, quedan claras las diferencias lingüísticas derivadas del enorme crisol que es la serie. La cárcel es un lugar racista en el que las blancas deben relacionarse con las blancas, las latinas con las latinas y las negras con las negras.

I have been here for less than two weeks. I’ve been starved out, felt up, teased, stalked, threatened, and called Taylor Swift.

Llevo aquí menos de dos semanas. Me han matado de hambre, me han toqueteado, se han burlado de mí, me han acosado, me han amenazado y me han llamado Taylor Swift.

(Piper Chapman)

Resolver este problema al traducir es relativamente fácil. Solo hay que investigar un poco para conocer el vocabulario […] y subir o bajar el registro según el personaje o la situación.

Solo hace falta esperar un par de secuencias para darse cuenta de las diferencias culturales que hay entre unas y otras: unas tienen estudios y otras apenas saben leer; esto significa que el registro es muy variado, aunque existe una tendencia a usar cierto vocabulario y expresiones carcelarias, a bajarlo. Resolver este problema al traducir es relativamente fácil. Solo hay que investigar un poco para conocer el vocabulario («pincho», «el hoyo», «chicha»…) y subir o bajar el registro según el personaje o la situación. Por ejemplo, la protagonista no habla igual con los funcionarios que con otras presas; y las adictas al crack (las methheads) son en su mayoría casi analfabetas.

If you say «bean leaves» one more time, I’m going to punch you in the fuck-hole… One of the fuck-holes.

Como repitas «hojas de judías» una vez más, te doy una hostia en el puto agujero de follar. En uno de los dos.

(Leanne Taylor)

El cliente fue el que decidió qué acentos se respetaban […] El resultado fue una serie mucho menos rica, pero… el cliente siempre tiene razón (supongo).

Otra de las marcas lingüísticas que uno percibe enseguida son los acentos. Evidentemente, las latinas tienen acento (cada una el de su país de origen) y usan palabras en castellano en la versión original. Para saber cómo afrontar este problema, escribí al estudio de doblaje, que, a su vez, le planteó la situación al cliente. La decisión fue que los acentos fueran mínimos, primero, por ahorro de costes y segundo, según me contó Mayte Torres, la directora de doblaje, porque añadir demasiados acentos ensucia el sonido. El cliente fue el que decidió qué acentos se respetaban: el de la protagonista rusa, el de una dominicana que habla con frecuencia en castellano y el de la puertorriqueña (Red, Blanca y Gloria, para los que seguís la serie), pero, en general, los acentos desaparecieron… El resultado fue una serie mucho menos rica, pero… el cliente siempre tiene razón (supongo).

Pues baila salsa conmigo. Mira, funciona. Yo me siento como si tuviera quince años. Whoo! Got me feelin’ like I can dry hump the first dick I see.

Pues baila salsa conmigo. Mira, funciona. Yo me siento como si tuviera quince años. ¡Uh! Me han entrado ganas de refrotarme con el primer paquete que vea.

(Gloria Mendoza)

El tercer punto son las variantes lingüísticas que usa cada grupo social. El grupo más diferenciado es el de las negras, que tienen su propia forma de hablar (African-American Vernacular English).

We need all y’all motherfucking Cheetos. Give’em up!

Necesitamos todos los putos Cheetos. Entregadlos.

(Cindy Hayes)

Dentro de este grupo, las que tienen un nivel cultural mayor son capaces de variar del inglés estándar a esta forma de argot. Hasta tal punto es diferente que, en una escena, uno de los personajes —en este caso de raza blanca— dice literalmente que no entiende a las negras.

Un ejemplo llamativo es una escena en que un trabajador de la cárcel le dice a una presa que tiene que luchar en el juicio, que no tiene que darse por vencida. Ella cambia el chip automáticamente y usa el inglés normativo.

I didn’t have nowhere else– Excuse me– anywhere else to live.

… no tenía donde ir. Perdón. A dónde ir. [N. T.: Nótese que se corrige los fallos lingüísticos todo el rato].

(Tasha Jefferson)
Cinco actrices de la serie «Orange is the New Black»
Reparto de la serie en los premios Peabody.
© Peabody Awards [CC BY 2.0]

Otra variante importante es el Hispanic Vernacular English, la forma de hablar de las latinas. Mi primera idea fue utilizar ciertas marcas del lenguaje sudamericano, como el trato de usted, o añadir ciertas palabras propias del país correspondiente para marcar la nacionalidad de las protagonistas. Me parecía imprescindible, sobre todo, teniendo en cuenta que se está doblando al español y que, por lo tanto, el salto de un idioma a otro se pierde. Nuestro idioma es rico y variado, y no habría sido difícil si lo hubiera doblado una actriz del país correspondiente, por ejemplo. Sin embargo, como se eliminaron los acentos, el resultado habría sido ridículo.

Los casos del African-American Vernacular English y del registro muy bajo son los que me parecen más difíciles de reflejar en una traducción audiovisual. En un libro, podríamos usar marcas como pa’l, pescao, me se u otro tipo de faltas habituales, pero no es lo mismo leerlo que escucharlo.

No debemos olvidar que una serie es un producto y que a la cadena o plataforma solo le interesa que se vea para vender más publicidad o suscripciones. Esto es arte, pero no lo es. El que manda es el público, el consumidor.

Una posible solución podría residir en la interpretación, en el trabajo de los actores de doblaje. Sin embargo, no es a priori tan sencillo como pudiera parecer. No debemos olvidar que una serie es un producto y que a la cadena o plataforma solo le interesa que se vea para vender más publicidad o suscripciones. Esto es arte, pero no lo es. El que manda es el público, el consumidor.

En este sentido, se han hecho algunos intentos a lo largo de la historia de marcar estas diferencias. Recordemos, por ejemplo, el caso de My Fair Lady, en el que una chica pobre acaba hablando como lo más granado de la sociedad. También es interesante el acento cubano que tenían los criados negros en las películas de cine clásico, como Lo que el viento se llevó, sin ir más lejos. Es cierto que ahora esa solución nos parecería racista, pero me parece loable que se hiciera el esfuerzo de marcar unas diferencias que en el original son muy grandes, aunque desde la lupa del siglo xxi no nos parezca aceptable y, por lo tanto, no podamos aplicarla a los productos audiovisuales nuevos. Otro intento más moderno de reflejar estas diferencias es el doblaje de El color púrpura, cuya protagonista dice cosas como echá p’alante.

Logotipo de la serie «Orange is the New Black»
© Netflix company, Jenji Kohan (Producer), Jordan Jacobs (Art Director)

Repito: estamos ante un producto que queremos vender. ¿Qué nos importa entonces? Su aceptación. Hace no mucho, hubo una polémica muy grande porque la serie La peste de Movistar, ambientada en Sevilla, no se entendía. Lógicamente, los actores hablaban con acento sevillano. Sin embargo, nuestro oído está acostumbrado a voces claras y aterciopeladas que jamás se traban y que pronuncian hasta la última sílaba a la perfección. ¿Es esto fiel al original? ¿Debería ser así? Desde luego, poco puede importar la exactitud histórica si el espectador elige otra serie porque ver esta le supone un esfuerzo. Y si hablamos de doblaje, también fue sonada la polémica con Gloria, el personaje colombiano de Modern Family, que pierde gran parte de su fuerza cómica.

No puedo evitar pensar en cómo habría sido Orange is the New Black si hubiera sido posible respetar todos estos aspectos que tan rico hacen el original.

No puedo evitar pensar en cómo habría sido Orange is the New Black si hubiera sido posible respetar todos estos aspectos que tan rico hacen el original, pero tal vez el consumidor hubiera rechazado el producto. Nunca lo sabremos.

En cualquier caso, el proceso de doblaje ha supuesto un gran esfuerzo para todos los implicados. Traducir un texto así en un máximo de dos días representa un reto inmenso. Mayte Torres, la ajustadora y directora, recogía después el guante. No cabe duda de que todo el equipo ha aportado algo a esta obra y, por supuesto, han sido las actrices de doblaje las que han hecho que las palabras que Mayte y yo poníamos en boca de las protagonistas cobraran vida.

Abro aquí una puerta al debate. No pretendo hacer un análisis académico, puesto que hace años que me centro en la práctica de la profesión, pero sí me gustaría reflexionar sobre qué se puede hacer para mejorar, para diferenciar, para no entregar diálogos planos, sino ricos en variedades y variantes lingüísticas, que no envejezcan rápido y que respeten los gustos de los espectadores, las limitaciones técnicas y las restricciones presupuestarias de los clientes. No parece tarea sencilla.

Artículos recomendados

Camacho, Julia. «El polémico acento andaluz de “La peste”». El Periódico. [Consulta: 27/08/2019].

Rey, Alberto. «Gloria al garete». El Mundo. [Consulta: 27/08/2019].

Marcos, Natalia. «Las series estadounidenses hablan español». El País. [Consulta: 27/08/2019].

Sacra, Marianna. «French Accents and Dialects in Video Games». 1uptranslations.com. [Consulta: 27/08/2019].

Rittmayer, Allison M. «Translation and Film: Slang, Dialects, Accents and Multiple Languages». Comparative Humanities Review [Lewisburg, Pensilvania, EE. UU.], vol. 3 (2009), pp. 1-12. [Consulta: 27/08/2019].

Beatriz García Alcalde
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Beatriz García Alcalde es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Valladolid. Tras trabajar en un estudio de doblaje durante seis años como traductora y revisora, en 2006 decidió seguir su andadura por libre. Desde entonces, sigue ligada al audiovisual al tiempo que realiza traducciones de marketing para grandes empresas. Es socia de ATRAE.

Beatriz García Alcalde
Beatriz García Alcalde
Beatriz García Alcalde es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Valladolid. Tras trabajar en un estudio de doblaje durante seis años como traductora y revisora, en 2006 decidió seguir su andadura por libre. Desde entonces, sigue ligada al audiovisual al tiempo que realiza traducciones de marketing para grandes empresas. Es socia de ATRAE.

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