18 enero 2025
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Preocupaciones éticas y regulatorias del uso de la IA en la traducción profesional

En este artículo, exploramos los retos y oportunidades que plantea la inteligencia artificial en el campo de la traducción profesional mediante el abordaje de las correspondientes preocupaciones éticas y regulatorias. Además, analizamos el papel clave que desempeña la Unión Europea en el establecimiento de normativas que buscan garantizar un uso responsable de la IA, con las que se protege tanto a los traductores como a los usuarios finales.

Problemática ética y regulatoria

Privacidad y uso de datos

Muchas veces los textos deben enviarse a servidores en la nube donde se procesan y traducen. Esto implica la transferencia de información a plataformas externas.

Uno de los principales problemas que plantea la inteligencia artificial en el campo de la traducción es el manejo de datos confidenciales. Para que los sistemas de traducción automática funcionen eficientemente, muchas veces los textos deben enviarse a servidores en la nube donde se procesan y traducen. Esto implica la transferencia de información a plataformas externas, lo que plantea serias preocupaciones sobre la seguridad y la privacidad de los datos.

Este problema es especialmente delicado en sectores que manejan información delicada, como los servicios jurídicos, financieros o médicos. En estos casos, los textos traducidos suelen contener información confidencial, y el hecho de que pasen por sistemas automáticos gestionados por grandes empresas tecnológicas puede violar los principios de protección de datos personales establecidos en el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD, Reglamento [UE] 2016/679).

El RGPD exige que las empresas manejen los datos personales de manera responsable, de forma que se proteja la privacidad de los usuarios y garantice que estos datos no se compartan sin consentimiento. Esto representa un desafío significativo para las plataformas de traducción automática, que deben garantizar que los textos procesados no se utilicen con fines no autorizados ni se almacenen de manera que comprometan la seguridad de la información.

Para los traductores profesionales, que a menudo manejan documentos confidenciales, la garantía de que los datos estarán protegidos es crucial.

Para los traductores profesionales, que a menudo manejan documentos confidenciales, la garantía de que los datos estarán protegidos es crucial. A medida que la IA se integra más en la industria de la traducción, las regulaciones sobre privacidad y uso de datos deben adaptarse para garantizar que estas tecnologías no pongan en riesgo la información delicada que los traductores humanos manejan cuidadosamente.

Responsabilidad por errores

Otro aspecto clave de la problemática ética en torno a la IA en la traducción es la cuestión de la responsabilidad. Cuando un traductor profesional comete un error, la responsabilidad recae en él o en la agencia de traducción que ofrece el servicio. Sin embargo, con la traducción automática, la responsabilidad por los errores se vuelve más compleja.

¿Quién es responsable [de los errores]? ¿La empresa que desarrolló la herramienta de IA? ¿El usuario que confió en la traducción automática sin supervisión?

En campos críticos como la medicina, el derecho o las finanzas, los errores de traducción pueden tener consecuencias graves, desde diagnósticos médicos incorrectos hasta malentendidos en acuerdos legales o financieros. Cuando una máquina comete un error en la traducción, ¿quién es responsable? ¿La empresa que desarrolló la herramienta de IA? ¿El usuario que confió en la traducción automática sin supervisión?

En este sentido, la falta de responsabilidad clara en los sistemas de IA representa un riesgo significativo. Las herramientas de traducción automática, al operarse mediante algoritmos, no son infalibles y, aunque pueden ser útiles para tareas simples o de baja criticidad, no pueden garantizar el mismo nivel de precisión que los traductores humanos, especialmente en contextos especializados. La necesidad de establecer límites de responsabilidad es crucial para garantizar que los usuarios entiendan los riesgos y que las empresas que desarrollan estas herramientas asuman la responsabilidad por sus errores.

Transparencia y sesgos en los algoritmos

Un problema ético y técnico importante es la falta de transparencia en los sistemas de IA. Los algoritmos que operan las herramientas de traducción automática suelen ser complejos y opacos, lo que significa que los usuarios no siempre pueden entender cómo y por qué una máquina ha traducido un texto de cierta manera.

La IA aprende de grandes cantidades de datos, y, si estos datos contienen sesgos, el sistema puede replicar y amplificar estos sesgos en las traducciones.

Además, estos algoritmos pueden estar sesgados. La IA aprende de grandes cantidades de datos, y, si estos datos contienen sesgos (por ejemplo, si se han entrenado con textos que refuerzan estereotipos culturales o sociales), el sistema puede replicar y amplificar estos sesgos en las traducciones. Esto puede ser problemático, especialmente en textos que abordan temas delicados o relacionados con la cultura, el género o la raza. Por ejemplo, una IA podría traducir incorrectamente frases que implican roles de género, de modo que se reforzarían estereotipos o se malinterpretaría el significado original del texto.

La falta de control humano en estos procesos puede llevar a que los sesgos pasen desapercibidos o no se corrijan adecuadamente. En este sentido, la supervisión de traductores profesionales sigue siendo esencial para garantizar que las traducciones sean justas, precisas y culturalmente adecuadas. Además, la transparencia en el desarrollo y el uso de estos sistemas debe mejorar, de forma que se garantice que los usuarios puedan identificar cuándo están utilizando una herramienta automatizada y qué tipo de limitaciones tiene.

El papel de la Unión Europea en la regulación de la IA

Uno de los proyectos legislativos más relevantes es el Reglamento de Inteligencia Artificial (Reglamento [UE] 2024/1689).

La Unión Europea ha sido pionera en la creación de marcos regulatorios destinados a garantizar el desarrollo ético y seguro de las tecnologías de inteligencia artificial. Uno de los proyectos legislativos más relevantes es el Reglamento de Inteligencia Artificial (Reglamento [UE] 2024/1689), que pretende regular los usos de la IA dentro del territorio de la Unión Europea.

Este reglamento clasifica las aplicaciones de IA en función de su nivel de riesgo para los derechos y la seguridad de las personas. Las categorías van desde aplicaciones de bajo riesgo, como los filtros de spam en los correos electrónicos, hasta aplicaciones de alto riesgo, como sistemas de IA utilizados en diagnósticos médicos o en la toma de decisiones judiciales. Las herramientas de traducción automática podrían clasificarse dentro de las categorías de bajo o medio riesgo, dependiendo de su uso.

El reglamento establece una serie de principios clave que deben cumplirse en el desarrollo y la implementación de la IA:

  1. Transparencia y supervisión humana: debe informarse a los usuarios de que están interactuando con una IA, y estos deben tener la posibilidad de supervisar y corregir las decisiones tomadas por la máquina.
  2. Seguridad y protección de datos: las aplicaciones de IA deben garantizar la seguridad de los datos procesados y cumplir con las regulaciones de protección de datos, como el RGPD.
  3. Responsabilidad y control: los desarrolladores de IA deben asumir la responsabilidad por los errores y sesgos que puedan surgir en el uso de sus herramientas, especialmente en aplicaciones de alto riesgo.

Este marco regulador podría fomentar una convivencia ética y segura entre los traductores y la IA y permitir con ello que ambas partes colaboren de manera complementaria en lugar de competir directamente.

Este marco regulador podría ayudar a proteger los derechos de los traductores profesionales, de modo que esté garantizado que las herramientas de traducción automática cumplan con ciertos estándares de calidad y transparencia. También podría fomentar una convivencia ética y segura entre los traductores y la IA y permitir con ello que ambas partes colaboren de manera complementaria en lugar de competir directamente.

Manos de una persona con un portátil y un bolígrafo. En primer plano aparecen iconos de un mazo de juez, una persona, un escudo, una balanza, el símbolo del dólar, un coche y una casa.

Normativa de la Unión Europea respecto a la IA

Clasificación de la IA según riesgos

El Reglamento de Inteligencia Artificial propuesto por la Unión Europea establece una clasificación de los sistemas de IA según su nivel de riesgo. Las aplicaciones de IA se dividen en cuatro categorías principales:

Si la IA se utiliza en áreas críticas como la traducción de contratos o diagnósticos médicos, estas herramientas podrían clasificarse como de riesgo alto.

  1. Riesgo mínimo o nulo: En esta categoría se incluyen las aplicaciones que no representan un riesgo significativo para los derechos fundamentales o la seguridad de las personas. Entre los ejemplos se incluyen los sistemas de recomendación de películas o las aplicaciones de entretenimiento.
  2. Riesgo limitado: aquí se incluyen las herramientas de IA que, aunque no son críticas, deben cumplir con ciertos requisitos de transparencia. Es probable que las herramientas de traducción automática entren en esta categoría, ya que aunque no están directamente relacionadas con la seguridad de las personas, pueden generar errores que afecten la precisión de la comunicación.
  3. Riesgo alto: esta categoría incluye aplicaciones que pueden tener un impacto significativo en los derechos de las personas o en la seguridad pública, como los sistemas de IA utilizados en diagnósticos médicos, en la justicia o en la toma de decisiones en el ámbito financiero. En el caso de la traducción, si la IA se utiliza en áreas críticas como la traducción de contratos o diagnósticos médicos, estas herramientas podrían clasificarse como de riesgo alto.
  4. Riesgo inaceptable: incluye aplicaciones que están prohibidas por la UE, como los sistemas de IA utilizados para la vigilancia masiva o la manipulación de comportamiento. Aunque no se espera que las herramientas de traducción automática caigan en esta categoría, es importante que se evite el uso indebido de la IA para influir en decisiones importantes sin la supervisión humana adecuada.

Implicaciones para los traductores

El reglamento de la UE plantea implicaciones importantes para los traductores profesionales. En primer lugar, el hecho de que las herramientas de traducción automática probablemente se clasifiquen como de riesgo limitado significa que debe informarse a los usuarios de cuándo están utilizando una IA y estos deben tener acceso a información sobre cómo se procesan los datos. Esto garantiza que los traductores y otros profesionales puedan tomar decisiones informadas sobre el uso de estas herramientas.

En segundo lugar, la clasificación de la IA en función del riesgo también podría proteger a los traductores especializados en campos como el derecho o la medicina, donde las traducciones incorrectas pueden tener graves consecuencias. En estos contextos, las empresas que utilicen IA deberán implementar salvaguardas más estrictas, lo que puede significar una mayor demanda de supervisión humana en las traducciones, en lugar de depender únicamente de la IA.

El enfoque regulador de la UE también puede promover un uso más equilibrado de la IA, con lo que se fomentaría la colaboración entre seres humanos y máquinas en lugar de buscar una sustitución total.

El enfoque regulador de la UE también puede promover un uso más equilibrado de la IA, con lo que se fomentaría la colaboración entre seres humanos y máquinas en lugar de buscar una sustitución total. Esto permitiría a los traductores aprovechar las herramientas de IA para tareas rutinarias, mientras siguen siendo indispensables en trabajos que requieren juicio humano, interpretación cultural y comprensión profunda del lenguaje.

Políticas de transparencia y control

Uno de los pilares más importantes del Reglamento de Inteligencia Artificial de la Unión Europea es la transparencia en el uso de las tecnologías de IA. En lo que respecta al campo de la traducción, esta política implica que tanto los desarrolladores de herramientas de traducción automática como los usuarios deben ser conscientes de cómo funcionan estos sistemas, qué datos se están procesando, y cuáles son las limitaciones y los riesgos inherentes a su uso.

La transparencia garantiza que los traductores puedan identificar fácilmente cuándo están utilizando una traducción generada por IA.

Para los traductores profesionales, este aspecto de la normativa es crucial, ya que permite una mayor claridad y control sobre cómo se integran las herramientas de IA en su trabajo diario. La transparencia garantiza que los traductores puedan identificar fácilmente cuándo están utilizando una traducción generada por IA y cuándo es necesario intervenir manualmente para realizar correcciones o ajustes contextuales.

En términos concretos, las políticas de transparencia exigen que los sistemas de IA utilizados para la traducción revelen aspectos clave como:

La normativa exige que las aplicaciones de IA ofrezcan la opción de supervisión y corrección humana.

  • Origen y procesamiento de los datos: los usuarios deben saber qué datos se están utilizando para entrenar los modelos de IA, cómo se manejan esos datos y si cumplen con los requisitos de protección de datos según el RGPD. Esto es fundamental para evitar el uso indebido de información confidencial o privada en las traducciones.
  • Limitaciones del sistema: los desarrolladores de IA deben informar claramente a los usuarios sobre las limitaciones del sistema, como la incapacidad para captar matices culturales, el humor, la ironía o el contexto emocional de un texto. Esto es especialmente relevante en el ámbito de la traducción, donde la precisión y el entendimiento del contenido son esenciales.
  • Posibilidad de intervención humana: la normativa exige que las aplicaciones de IA ofrezcan la opción de supervisión y corrección humana, lo que significa que los traductores profesionales deben poder revisar y ajustar las traducciones automáticas cuando sea necesario. Esta medida garantiza que el traductor no sea desplazado completamente por la máquina, sino que pueda colaborar con ella para mejorar la calidad del trabajo final.

Estas políticas de transparencia buscan evitar la «caja negra» que representa la IA para muchos usuarios, donde los procesos de toma de decisiones son opacos y difíciles de comprender. Para los traductores, esto significa una mayor confianza en las herramientas que utilizan y la posibilidad de controlar cómo influye la IA en su trabajo.

Normas de supervisión y control humano

Un componente esencial del marco regulatorio de la UE es la introducción de normas obligatorias de supervisión y control humano en las aplicaciones de IA, especialmente en aquellas que tienen un impacto significativo en los derechos y la seguridad de los ciudadanos. En el caso de la traducción automática, esta normativa tiene como objetivo garantizar que la IA se utilice de manera complementaria y permita con ello que los traductores humanos mantengan un papel activo en el proceso de traducción.

Al obligar a que un profesional humano revise y controle las traducciones generadas por IA, la UE pretende evitar errores críticos que podrían derivarse de la dependencia exclusiva de las máquinas.

La normativa establece que los sistemas de IA deben diseñarse de manera que permitan la intervención humana en cualquier etapa del proceso. Esto es particularmente relevante en sectores delicados, como el jurídico, el médico o el técnico, en que los errores de traducción pueden tener consecuencias graves. Al obligar a que un profesional humano revise y controle las traducciones generadas por IA, la UE pretende evitar errores críticos que podrían derivarse de la dependencia exclusiva de las máquinas.

La intervención humana también es clave para mitigar los riesgos de sesgos y errores contextuales. A pesar de los avances en la traducción automática, las máquinas aún no tienen la capacidad de interpretar de manera completa las connotaciones culturales, las sutilezas lingüísticas o los matices emocionales de un texto. Aquí es donde la supervisión humana desempeña un papel indispensable, lo que garantiza que el resultado final sea no solo preciso desde el punto de vista lingüístico, sino también fiel al mensaje original en su totalidad.

En la práctica, estas normativas permitirán a los traductores desempeñar un rol híbrido, mediante el uso de la IA como una herramienta para agilizar el trabajo en tareas más mecánicas o repetitivas, mientras mantienen la capacidad de intervenir en áreas más complejas o delicadas. De esta manera, la inteligencia artificial no reemplaza al traductor, sino que lo complementa, lo cual optimiza su capacidad para ofrecer un producto final de alta calidad.

Protección de la calidad profesional y diferenciación del valor humano

Una de las principales preocupaciones de los traductores profesionales es que la IA pueda abaratar o devaluar la profesión, especialmente en mercados en que las traducciones rápidas y de bajo coste son más demandadas. Sin embargo, la normativa de la Unión Europea puede ayudar a proteger el valor añadido que aportan los traductores humanos frente a las máquinas.

El enfoque de la UE de garantizar la transparencia, la supervisión humana y la responsabilidad en el uso de la IA crea un entorno en el que la calidad y la precisión son requisitos fundamentales. Esto se traduce en una diferenciación clara entre lo que puede hacer una máquina y lo que aporta un traductor profesional. Las tareas de traducción automatizadas pueden ser útiles para grandes volúmenes de texto o proyectos urgentes, pero los textos especializados, culturales o con implicaciones legales requieren el toque humano que solo un traductor profesional puede proporcionar.

La normativa busca proteger la reputación profesional de los traductores, al establecer estándares claros sobre cuándo y cómo debe intervenir un ser humano en el proceso de traducción.

Además, la normativa busca proteger la reputación profesional de los traductores, al establecer estándares claros sobre cuándo y cómo debe intervenir un ser humano en el proceso de traducción. Al requerir que las aplicaciones de IA se utilicen con supervisión humana en contextos críticos, la UE garantiza que los traductores mantengan su rol central en áreas en que la precisión y el entendimiento del contexto son primordiales. Esto también ayuda a prevenir la degradación de la profesión al asociarla exclusivamente con traducciones rápidas y de baja calidad.

En el ámbito laboral, esto se traduce en la creación de nuevas oportunidades profesionales. Los traductores humanos podrán especializarse en la posedición de traducciones automáticas o en la supervisión y la revisión de proyectos de IA. Estas habilidades están muy demandadas en un entorno en que la tecnología y la capacidad humana deben trabajar de manera conjunta para obtener resultados óptimos.

Normas éticas y protección de los derechos fundamentales

El marco normativo de la Unión Europea no se limita a aspectos técnicos, sino que también subraya la importancia de la ética en el uso de la inteligencia artificial.

Finalmente, el marco normativo de la Unión Europea no se limita a aspectos técnicos, sino que también subraya la importancia de la ética en el uso de la inteligencia artificial. El Reglamento de IA promueve un enfoque que salvaguarda los derechos fundamentales de las personas, tales como el respeto a la privacidad, la igualdad y la no discriminación.

En el campo de la traducción, esto supone la protección de los derechos tanto de los traductores como de los usuarios finales de las traducciones. Los derechos laborales de los traductores se protegen al garantizar que la IA no se utilice de manera que comprometa su sustento, sino que, por el contrario, sea una herramienta que aumente su productividad y efectividad. Asimismo, la normativa garantiza que las traducciones generadas por IA no contengan sesgos culturales o discriminatorios, lo que es esencial para promover una comunicación justa y equitativa en un mundo cada vez más interconectado.

La introducción de sistemas de inteligencia artificial en la traducción debe implementarse de manera que no promueva prácticas laborales injustas.

La ética en la IA también aborda el tema de la justicia y la equidad en la distribución de las oportunidades laborales. La introducción de sistemas de inteligencia artificial en la traducción debe implementarse de manera que no promueva prácticas laborales injustas, como la reducción drástica de tarifas o la precarización del trabajo de los traductores. Al establecer salvaguardas y criterios claros de calidad y responsabilidad, la normativa busca garantizar que la colaboración humano-máquina se desarrolle en un entorno que respete tanto los derechos de los profesionales como la calidad del servicio para los usuarios.

Conclusión

La inteligencia artificial está transformando la profesión de traductor, ya que ofrece tanto oportunidades como desafíos. Si bien las herramientas de traducción automática han mejorado en términos de velocidad y accesibilidad, todavía existen importantes retos en cuanto a la calidad, la precisión contextual y la gestión de datos confidenciales. La normativa de la Unión Europea, especialmente a través de su Reglamento de Inteligencia Artificial, desempeña un papel crucial en la definición de cómo se debe utilizar la IA de manera ética, segura y eficiente dentro del ámbito de la traducción.

Los traductores no están condenados a ser reemplazados por máquinas; por el contrario, la IA puede ser una herramienta poderosa que, bien regulada, puede potenciar sus capacidades y eficiencia.

Los traductores no están condenados a ser reemplazados por máquinas; por el contrario, la IA puede ser una herramienta poderosa que, bien regulada, puede potenciar sus capacidades y eficiencia. El marco normativo de la UE busca garantizar que esta colaboración se dé en condiciones justas y transparentes, de forma que permita que los traductores humanos sigan siendo actores clave en el proceso de traducción, sobre todo en aquellos campos en que la interpretación y el juicio humano son insustituibles.

El futuro de la traducción, por tanto, no será una simple cuestión de elegir entre seres humanos o máquinas, sino de encontrar el equilibrio adecuado entre ambos para garantizar la mejor calidad de traducción posible, con un respeto inquebrantable hacia los derechos y el valor del trabajo humano.

Jacob Peregrina
Jacob Peregrina Barahona
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Abogado especializado en Derecho Digital, Privacidad y Compliance, con una trayectoria sólida en el ámbito de la ciberseguridad y la delincuencia informática. Director de Gabinete Jurídico Tecnoiuris. Asesor y mentor legal de startups y emprendimientos tecnológicos, proporciono soluciones legales a los complejos desafíos que surgen con la innovación. Además, comparto mi conocimiento como docente en privacidad y participo regularmente como ponente en congresos de ciberseguridad.

Jacob Peregrina Barahona
Jacob Peregrina Barahona
Abogado especializado en Derecho Digital, Privacidad y Compliance, con una trayectoria sólida en el ámbito de la ciberseguridad y la delincuencia informática. Director de Gabinete Jurídico Tecnoiuris. Asesor y mentor legal de startups y emprendimientos tecnológicos, proporciono soluciones legales a los complejos desafíos que surgen con la innovación. Además, comparto mi conocimiento como docente en privacidad y participo regularmente como ponente en congresos de ciberseguridad.

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