Empecemos con la pregunta obligada, ¿por qué decidiste estudiar Traducción e Interpretación? ¿Qué puertas esperas que te abra?
Desde que era pequeño me han gustado los idiomas. Así que, cuando llegó el momento de escoger una carrera universitaria, tuve muy claro que quería trabajar con ellos. El dilema estaba entre alguna filología o traducción pero, después de hablar con varios profesores, me decidí, con pocas dudas al respecto, por esta última. Sinceramente, ahora que esto se acaba es cuando me he dado cuenta de la cantidad de puertas que ya se me han abierto y mi intención, por ahora, es no cerrar ninguna.
Hasta el momento, ¿el plan de estudios que has cursado ha cumplido las expectativas que tenías al comenzar la carrera?
El plan de estudios que curso se extingue con esta última promoción y no me puedo quejar (mucho) de lo que me ha tocado.
¿Cambiarías algo en tu plan de estudios? ¿Alguna asignatura que hayas echado en falta?
Como he dicho, este plan se extingue dentro de nada y mirar para atrás ahora no sirve de mucho, porque los grados ya están aquí. Sin embargo, de los errores se aprende y está claro que toda formación siempre se puede mejorar. En la época que vivimos y con todas las posibilidades de las que disponemos, me parece indispensable usar la tecnología tanto para traducir como para enseñar a hacerlo. No estaría mal que los exámenes fueran más realistas y acordes con la vida real, ¿cuántos traductores profesionales traducen todavía con papel y bolígrafo?
¿Hay alguna asignatura o experiencia que te haya resultado especialmente positiva o de la que creas que has aprendido más? ¿Algún punto fuerte de tu facultad?
Pues tengo que destacar dos talleres, uno de traducción literaria y otro de traducción humanística, de los que aprendí mucho. Por mis preferencias personales, también he aprendido con las asignaturas de informática y de traducción científica y técnica, a través de la cuales descubrí el mundo de posibilidades del software libre y del aprendizaje autodidacta.
Aparte de eso, tenemos la suerte de que nuestra universidad acoge a un buen número de estudiantes de intercambio (hay que admitirlo, gracias al clima y a las playas) y desde los primeros cursos podemos trabajar con ellos, ayudarlos con el español y ellos a nosotros con su idioma, entre otras cosas.
¿A qué te gustaría dedicarte en un futuro y cómo crees que será ese trabajo?
Quisiera dedicarme a traducir como autónomo y compatibilizarlo con la corrección y revisión de textos; dejo entornada la puerta a la interpretación. Son muchos los profesores que nos insisten en la especialización; en que, si nos especializamos en un área, será más fácil conseguir trabajo. Sin embargo, creo que la especialización me alejaría un poco de lo que, precisamente, me gusta más de esta profesión: la diversidad. Me parece algo fantástico (y casi imposible de concebir en otras profesiones) que unos meses podamos estar traduciendo un videojuego; tiempo después, el prospecto de un medicamento; y, al siguiente, un libro de arte del siglo xix.
¿Cómo se ve el mercado en estos momentos desde la facultad? ¿Os llega alguna información sobre temas como tarifas o derechos laborales?
El mercado se ve complicado. Por lo menos, así nos lo pintan algunos profesores y todo el mundo, en general, y lo suelen achacar a la crisis. Se critica mucho el intrusismo aunque, a veces, parece que sean los propios profesores los que temen que los estudiantes seamos la competencia. Sobre las tarifas hemos aprendido sobre todo este último año y, gracias a unos pocos profesores, estamos más y mejor informados sobre el trabajo como autónomos.
¿Has tenido algún contacto con profesionales del sector, por ejemplo, a través de listas de distribución o foros profesionales?
Pues precisamente esas dos son las fuentes de donde menos he bebido. El poco contacto que tengo con el sector se produce más bien a través de blogs de traductores profesionales y las redes sociales, desde Twitter a LinkedIn, pasando, cómo no, por Facebook, u otras más específicas como Translators Café o ProZ.
Y, ¿qué me dices de las asociaciones profesionales? ¿Conoces alguna? ¿Crees que el alumnado en general las conoce?
Conozco varias. Conocí Asetrad en un curso sobre iniciarse como autónomos que impartió en la facultad su actual presidenta, Elena Pérez. También conozco ATRAE, UniCo y la ATA, por mirar un poco más lejos. Creo que, en general, el alumnado sabe que existen asociaciones profesionales pero no nos queda muy claro qué aportan a los profesionales, tanto veteranos como noveles, y qué pueden aportar a los estudiantes a punto de adentrarse al mundo profesional.
¿Qué opinas de la función que pueden desempeñar las asociaciones profesionales en el sector? ¿Qué crees que podrían aportar a los estudiantes?
El compañerismo es una de las piedras angulares de cualquier profesión, de la nuestra en especial
Al margen del debate «Colegio de traductores: sí o no», las asociaciones desempeñan un papel muy importante para cualquier miembro, sobre todo en materia de derechos. Ahora bien, desde las aulas, se ven en un futuro un poco remoto, con la excepción de su oferta de algunos recursos muy útiles para cualquier traductor, ya sea estudiante o profesional, como los códigos deontológicos o revistas como ésta. Primero tenemos que llegar al mercado y, una vez dentro, sobrevivir. En este año, varios compañeros hemos pensado en realizar prácticas en una empresa de traducción o de interpretación y la verdad es que las asociaciones pueden poner su granito de arena y facilitar así el contacto entre el mundo profesional y el universitario.
¿Hay algo por lo que no te haya preguntado que te gustaría comentar?
Desde las aulas que todavía frecuento, creo que no vendría mal recordar a quien pueda haberlo olvidado, que el compañerismo es una de las piedras angulares de cualquier profesión, de la nuestra en especial.
Por último, ¿tienes alguna duda profesional que te gustaría ver resuelta en La Linterna del Traductor?
Me interesan sobremanera los artículos de tecnología aplicada a la traducción, puesto que es un sector en el que es muy fácil quedarse atrás y conviene estar atento para no quedarse desfasado.