Estaba acariciando la barriga de mi gata una mañana más de holganza y desempleo. Hacía años que había acabado la carrera de traducción y el consabido máster, y tras enviar currículos a medio mundo ya había empezado a resignarme a aceptar la suculenta oferta de secretaria con idiomas por setecientos euros al mes o sumergirme —hundirme más bien— en el sumidero de los minijobs. Me quedé estupefacta al descolgar el teléfono y escuchar una voz ceremoniosa anunciándome que la Oficina de Presidencia del Gobierno requería mis servicios: acababa de inaugurarse la Cumbre Euromediterránea en la ciudad; habían encontrado mis datos en el listado de intérpretes jurados de la provincia y me proponían trabajar aquella misma tarde en una reunión entre el presidente del Gobierno español y el primer mandatario de la República de Argelia. Así de simple. Había llegado el momento de hacer realidad mis más delirantes fantasías de sabotaje.
Ana Ibáñez
Ana Ibánez (Córdoba, 1966) es traductora y escritora. Coautora de los relatos Pepe el okupa (2001) y Sincuentos (2004); el cuaderno poético Dedos, delirio, dulzura (2016); la plaquette Visiones (2016) y el libro Ecuaciones de segundo grado (2017). En solitario ha publicado el libro Salvar el fuego (2019) y 4 plaquettes en la colección «Cuadernillos Heliotropo». Ha sido coeditora de la revista de poesía Mediterránea (1994-2005), así como de las plaquettes Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez (2012 y 2013) y Regando las raíces (2014), y del cuaderno Corazón que crece. Homenaje a Enrique Pleguezuelo (2016). Ha participado, igualmente, en los libros colectivos: Ni una más (2014), Diez y cuento (2016), Cada palabra cuenta (2017) e Imágenes que cuentan (2021). Cultiva tanto la poesía visual y discursiva como los microrrelatos, que han aparecido en diversas publicaciones literarias y experimentales nacionales y extranjeras, en papel y también en línea.