8 diciembre 2024
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Kurt Vonnegut, las traducciones de ‘Breakfast of Champions’ y el mundo editorial hispano

¿Cuántas veces se ha planteado, querido lector, la posibilidad de que el libro que tiene entre manos no haya sido «escrito» por la persona que le mira desde la contrasolapa? Nunca las suficientes, me atrevo a decir. En la literatura medieval, scriptor se llamaba al que escribía un texto, pero en el sentido más literal: podía ser el bueno del copista (que a veces, para colmo de males, de leer no sabía ni papa; escribía como si dibujara). Sirva ese inciso anecdótico para recordar que son muchos, y a menudo complejos, los tejemanejes que están detrás de un texto para cuando este llega a nosotros. Uno de esos tejemanejes, hoy cada vez más reconocido, ha vivido a lo largo de los siglos en sorprendente clandestinidad: la traducción. La reflexión es tan básica que es casi inapropiada. Demos un paso más: ¿cuántas veces se ha planteado, querido lector, la posibilidad de que la traducción al español de un libro que usted lee no sea en realidad tal cosa, sino apenas una traducción posible de entre las muchas posibles traducciones que, con toda justicia, les corresponderían a las muchas variedades dialectales del español? En Latinoamérica, créanme, se lo llevan planteando varias décadas. De eso, en parte, aspira a hablar este artículo: de qué sucede cuando una lengua global desarrolla múltiples centros lingüísticos, pero en las traducciones ha de imperar solo uno. Como para muestra, dicen, vale un botón, traigo yo uno de mi mercería favorita: Breakfast of Champions de Kurt Vonnegut.1

Publicada en 1973 en inglés, Breakfast of Champions es una de las novelas más aclamadas de uno de los escritores más extravagantes de la literatura estadounidense. Por los dibujos hilarantes que nos regala entre párrafos, por los estrambóticos personajes que presenta, y por la prosa naíf y satírica con la que Vonnegut retrata los grandes absurdos de su país, la novela se consagró como obra de culto casi desde su lanzamiento. Hecha esta breve reseña y recomendación, lo que viene a exponerse es un hecho singular del mercado editorial en español: que un escritor de renombre, con derechos de autor vigentes e instalado en el mundo hispano de mano de una de las editoriales más prestigiosas de España, sea recomercializado de buenas a primeras con una nueva traducción, por una pequeña editorial independiente de Argentina.

Las divergencias entre una y otra versión pueden, en buena medida, ser representativas de diferentes status quo lingüísticos y traductológicos en Argentina y en España.

La historia es la siguiente: en noviembre de 1999, la editorial barcelonesa Anagrama publica El desayuno de los campeones, traducida por primera vez al español por Cecilia Ceriani y Txaro Santoro. Dígase de la primera que había traducido, ya por aquel entonces, a novelistas del calibre de Charles Bukowski y Paul Auster. La segunda, que lo es solo por el infortunio del orden alfabético, posee una sólida trayectoria como traductora del alemán y del inglés, idiomas desde los cuales ha vertido al español obras de Stevenson, Bernhard Schlink, Nietzsche y Hölderlin, por dar solo algunos ejemplos. Gracias a ese trabajo en tándem leería el mundo hispanohablante la novela de Vonnegut durante casi quince años. En 2013, la joven editorial argentina La Bestia Equilátera decide que es hora de ofrecer una alternativa a las traducciones «gallegas» de Jorge Herralde y su editorial. El encargado de esta nueva edición es el traductor y escritor de ciencia ficción Carlos Gardini. Su empeño, el de traducir por primera vez Breakfast of Champions para los hablantes de castellano rioplatense, se deja leer, sí señor, como una declaración de intenciones. Así las cosas en el patio editorial transatlántico, parece prometedor comparar ambas traducciones poniendo de relieve que las divergencias entre una y otra versión pueden, en buena medida, ser representativas de diferentes status quo lingüísticos y traductológicos en Argentina y en España.

Dentro del análisis sui generis que, al no ser especialista, me veo forzado a llevar a cabo, un primer apartado viene cantado: evaluar las diferencias que respondan a la variedad del español desde la cual (y para la cual) se han realizado una y otra traducción. Más allá de las trilladas bromitas sobre el verbo coger, se trata de averiguar, primero: ¿qué incidencia real tienen las diferencias entre el léxico rioplatense y el español peninsular en una traducción literaria? El mero hecho de que nos abramos este interrogante es en sí una toma de posturas inconsciente, puesto que para el lector argentino, que ha tenido que recibir gran parte de la literatura extranjera en traducciones a una variedad del español que no es la suya, estas diferencias son bien claras y, en ocasiones, bien molestas. ¿Y son abundantes también? Ciñéndonos a Desayuno de campeones2, diríamos que sí. Podemos adelantar así que una de las mayores divergencias entre  la traducción argentina (en adelante, CG) y la peninsular (en adelante, CC y TS) es la que surge del empleo de léxico de cada región. Es este el fenómeno que motiva los siguientes dobletes léxicos: extrañar / echar de menos, vereda/acera, garrapatear/garabatear, marcador/rotulador, bombachas/bragas, flaco/delgado, piso/suelo, computadoras/ordenadores, maní/cacahuete, subsuelo/sótano, auto/coche, jugo/zumo, gaseosa/refresco, mugre/suciedad, bosta/mierda, tacho/cubo, cancha/pista, enojarse/enfadarse, fin de semana largo / puente, patente/matrícula, seres vivientes / seres vivos, lavarropa/lavadora, ebrio/borracho, retardado/retrasado, etcétera. Presentar aquí la lista completa sería más engorroso que enriquecedor. Valga decir, a ese efecto, que podrían estimarse unas cien entradas léxicas en las que se dan estos dobletes. Desde luego, esto no ocasiona problemas significativos de comprensión para un lector cuya lengua materna es el español, sea cual sea la variedad que maneje. Lo que sí es cierto es que este léxico (por su marca diatópica, como diría un lingüista) le resulta extraño a un lector que maneja otra variedad de la lengua, extrañeza que contribuye a la pérdida de matices y, en definitiva, a una lectura menos fluida, dado que la atención lectora se desvía a algo ajeno al original.

Y estas mismas variaciones se dan no solo en términos aislados, sino que engloban el léxico en general, así como la sintaxis, la morfología y la gramática. En cuanto a los modismos, la traducción de CG habla de agarrar al toro por las astas (que no los cuernos), de meter ruido (no de hacerlo), de irse de la casa (con un determinante que en España se omite). Los comentarios no sientan mal: caen mal. En cuanto a los extranjerismos, emplearlos en su forma original es más común en el español de América que en el de España, lo cual se corrobora a su vez en el cotejo de CG frente a CC y TS: waffles (por gofres), convertible (por descapotable) o calcos del tipo constipación (por estreñimiento, de constipation) y patio de juegos (por patio del colegio, de playground), son solo unos pocos ejemplos de la mayor cercanía que CG presenta con el inglés. Algo parecido parece estar operando en por lejos (de by far), quienquiera sea (de whoever it is) y demás. En la gramática, se advierte también omisión de las preposiciones que rigen algunos verbos en el español peninsular (como en informar de o acordarse de), o su trueque por la preposición que el verbo equivalente rige en inglés (abastecer con, de provide with).

Si hasta ahora se ha propuesto examinar las diferencias entre la traducción de CG y la de CC y TS viéndolas como correlatos de variedades distintas del español, este segundo apartado se propondrá hallar tendencias que deriven del trabajo del traductor. Esta dicotomía es en algún punto falsa, pero valga aun así mantener que la variedad del español del traductor es una cuestión, y la calidad y métodos de su trabajo, otra distinta. Entre esos procedimientos, por ejemplo, puede uno fijarse en cuánto se ciñe cada traductor al texto original de Vonnegut. Basta apenas cotejar unos párrafos para notar una tendencia que es constante en la novela: mientras que CC y TS se conceden la licencia de alterar el orden sintáctico y de reformular varias oraciones breves en una larga, CG se pega mucho más al fraseo de Vonnegut y opta por respetar tanto el orden de las cláusulas dentro de la oración como la repetición de oraciones simples breves. Veamos una de esas instancias:

KV: The drapes were drawn at night. They were wide open now. They let the sunshine in.

CG: De noche cerraban las cortinas. Ahora estaban abiertas de par en par. Dejaban entrar el sol.

CC y TS: Por las noches se cerraban las cortinas pero ahora estaban completamente abiertas y el sol entraba a raudales3.

CC y TS aspiran, quizá, a adaptar las oraciones de Vonnegut a una prosodia que ellas consideran más propia del español: a saber, una prosodia en la que se trata de evitar la repetición léxica (ya habitual y menos estigmatizada en inglés), así como de aglutinar varias oraciones simples en una más larga, mediante la subordinación o coordinación de las partes. De lo que se trataría aquí es de trasladar los efectos literarios del inglés de Vonnegut al marco de la prosa literaria en español. Esta tarea, que a priori parece encarnar a la perfección la meta del traductor, parte a mi humilde juicio de una premisa equivocada: que la expresividad de Vonnegut nace de su seguimiento de las pautas para escribir literatura en inglés, y que por tanto lo que ha de hacerse es trasladar su escritura no tal como es, sino como se encuadraría dentro de las pautas de la literatura en español. Llevado a sus últimas consecuencias, este planteamiento me parece conservador en extremo. En primer lugar, porque desatiende la multiplicidad de estilos literarios que cualquier lengua posibilita si es usada desde un prisma creativo, negando como consecuencia que es Vonnegut, y no la lengua inglesa ni su tradición literaria, quien se inclina por oraciones breves y repetitivas. En segundo lugar, si traducir es trasladar una expresión creativa de una tradición a otra, ¿por qué la tradición receptora incorpora su contenido y desecha su forma? ¿Quién, además, y con qué criterio, ha establecido los rasgos de la tradición? ¿Y es que acaso no puede una tradición literaria extranjera modificar, ampliar y enriquecer de forma directa la tradición española? Me parecería absurdo defender eso.4

Esta discusión, que parece perderse hacia la teoría literaria, es de hecho central a la traducción. No entender esa autonomía del autor lleva a pasar por alto multitud de matices plasmados adrede en su texto. Esto repercute en el texto de CC y TS, que carece del tono naíf y pueril que logra generar Vonnegut con ese intencional minimalismo en el plano léxico y sintáctico. En este sentido considero mucho más acertado el acercamiento respetuoso con el original que despliega CG, a pesar de que en ocasiones desemboque en construcciones más aparatosas o en calcos poco idiomáticos para la variedad peninsular.

Si retomamos el ejemplo anterior, puede verse en él otra tendencia por parte de CC y TS, la del añadido, que apenas se da en CG. Por lo general, valoro dichos añadidos como innecesarios. La mayoría aspiran o bien a facilitar la comprensión del texto mediante la adición de contenido auxiliar o bien a embellecer construcciones. Son contados los casos en los que añade información que podría considerarse imprescindible para un lector en español. Véanse los dos tipos de adiciones:

KV: It’s the good Lord telling us both what to do.

CG: Es el Señor que nos envía señales a ambos.

CC y TS: Es un mensaje que el Señor nos dirige a los dos para enseñarnos el camino que debemos tomar.

KV: He had a Number Five Breakfast in the popular restaurant of the Inn, which was the Tally-Ho Room.

CG: Pidió el desayuno número cinco en el popular restaurante del hotel, que era el salón Tally-Ho.

CC y TS: Se tomó un Desayuno Número Cinco en el famoso restaurante del hotel, que se llamaba Salón Tally-Ho (que es lo que gritan los cazadores de zorros).

Un añadido de CG llama mucho la atención, pues a pesar de incorporar contenido totalmente ajeno al original, este tiene el fin de hacer una aclaración terminológica bastante necesaria en español, en concreto sobre el gentilicio de los Estados Unidos:

KV: Trout and Hoover were citizens of the United States of America, a country which was called America for short.

CG: Trout y Hoover eran ciudadanos de los Estados Unidos de América, cuyos habitantes son estadounidenses o americanos.

CC y TS: Trout y Hoover eran ciudadanos de los Estados Unidos de América, país al que se llamaba simplemente América para abreviar.

El reemplazo de palabrotas por eufemismos […] reflejaría una inclinación más común en la traducción latinoamericana que en la peninsular.

Otra tendencia clara en CG es el reemplazo de palabrotas por eufemismos, algo que, según mi hipótesis, reflejaría una inclinación más común en la traducción latinoamericana que en la peninsular. Es así, por ejemplo, como surgen diferencias entre CC y TS, por una parte, y CG, por la otra: follar frente a copular (de fuck), jodido perro frente a maldito perro (de fucking dog), que le den por el culo a Dwayne frente a que se pudra Dwayne (de fuck Dwayne), putas frente a prostitutas (de whores), hacerse pajas frente a masturbarse (jerking off), chuparla frente a hacer felaciones (de give blowjobs). Discúlpeseme lo obsceno: ante todo, la cosa va de traducciones.

No es menos llamativa la pérdida de matices en el argot y las locuciones idiomáticas del inglés. En este sentido, parece que CC y TS optan por traducir los coloquialismos, insultos y refranes estadounidenses al castellano peninsular. CG, acaso en un intento de evitar lo pasajero de los regionalismos, se decanta por un español más neutro, que bien puede tener la ventaja de una fácil comprensión, pero que acarrea también una seria pérdida de expresividad. Véanse algunos ejemplos ilustrativos:

KV: This is what he had screamed in his Cockney accent: «Stop bloody hounding me!».

CG: —¡Basta, déjeme tranquilo!— le había gritado con su acento cockney.

CC y TS: He aquí lo que le gritó con su acento cockney. —«¡Deje de atosigarme, joder!».

KV: Harry had better put on some wild clothes for Hawaiian Week, or Dwayne would can him.

CG: Era mejor que Harry se pusiera ropa llamativa para la Semana Hawaiana, si no quería que Dwayne lo despidiera.

CC y TS: Sería mejor que durante la Semana Hawaiana Harry se vistiese como los indígenas de esas islas o, si no, Dwayne lo pondría de patitas en la calle.

KV: If you’re in a real jam, they’ll help you, because you’re one of ‘em. You belong.

CG: Si usted está en problemas, ellos lo ayudan, porque es uno de ellos. Tiene un lugar de pertenencia.

CC y TS: Y, si usted está en un apuro, ellos le ayudarán, porque usted es uno de ellos. Pertenece a su grupo.

Por último, cabría destacar otras divergencias de menor relevancia: el uso de cursivas como marca de expresividad en una palabra (frecuente en la ortotipografía inglesa), que CC y TS deciden mantener, al contrario que CG; una tendencia en CG a traducir los participios adjetivos como tal, frente a construcciones de relativo en CC y TS (Un escritor de ciencia ficción llamado Kilgore Trout versus que se llamaba Kilgore Trout); una tendencia de CG a eliminar el artículo de algunos sustantivos en función de sujeto, posible calco del inglés. He aquí un ejemplo que testimonia dicha tendencia, además de las mencionadas antes sobre el cambio de orden dentro de la oración y la falta de precisión en algunas expresiones idiomáticas:

KV: Choo-choo trains and steamboats and factories had whistles which were blown by steam when Dwayne Hoover and Kilgore Trout and I were boys— when our fathers were boys, when our grandfathers were boys.

CG: Los buques, locomotoras y fábricas tenían silbatos que funcionaban con vapor cuando Dwayne Hoover, Kilgore Trout y yo éramos niños, cuando nuestros padres eran niños, cuando nuestros abuelos eran niños.

CC y TS: Cuando Dwayne Hoover y Kilgore Trout y yo éramos niños, y también cuando nuestros padres eran niños y cuando nuestros abuelos eran niños, los trenes que hacían chaca–chaca, chaca–chaca y los barcos de vapor y las fábricas tenían unos silbatos que funcionaban con vapor.

Uno de los rasgos de estilo más fuertes del autor es la utilización muy repetitiva de una serie de expresiones, lo cual le confiere al texto un carácter autorreferencial y cómico.

A grandes rasgos, se puede decir que la de CG es una traducción un pelín menos detallista. Si bien en ocasiones tiene el mérito de ceñirse más al original y lograr emular su sintaxis y estilo, incurre también en algunos deslices. El ejemplo del verbo to fuck (KV) – copular (CG) – follar (CC y TS) ilustra, además de la tendencia al eufemismo, que podría argüirse más común en la traducción latinoamericana, la falta de sistematicidad. Pese a que desde el principio se venía optando por copular, más tarde se habla de fornicar. Esto, que en otras instancias sería un reproche irrisorio, es en Vonnegut de considerable importancia por una simple razón: uno de los rasgos de estilo más fuertes del autor es la utilización muy repetitiva de una serie de expresiones, lo cual le confiere al texto un carácter autorreferencial y cómico. Entre esas expresiones frecuentes se encuentran here is what… (en ambas traducciones: he aquí…), and so on (en CG: etc; en CC y TS: y cosas por el estilo), o doodley squat (en ambas versiones: nada de nada).

Al establecer un contraste entre el español peninsular y el rioplatense, otra de las cuestiones que genera consabidas diferencias es la forma de tratamiento. En España, las traducciones del inglés al español requieren el juicio del traductor para decidir en qué casos decantarse por un tratamiento de frente a uno de usted. En el caso de las traducciones argentinas, no obstante, esta dicotomía se hace un tanto más compleja, dado que el voseo característico de la región ha ganado presencia escrita y legitimidad literaria en las últimas décadas. Sorprende en cierta medida, pues, que una traducción realizada en el seno del mercado rioplatense decida no apostar por el voseo y prefiera, por el contrario, mantener el habitual tuteo, lo cual perpetúa la brecha entre el estilo literario y la realidad del habla argentina. ¿Hasta qué punto se desperdicia así la posibilidad de acercarse al lector argentino y hasta qué punto confiere el un carácter genérico deseado? Si aceptamos que la respuesta depende del destinatario que se le prevea a la traducción podemos especular que, pese a su afán de brindar una traducción cercana al lector argentino, el voseo es la frontera que la editorial decide no cruzar en pos de una exportación más viable a otros mercados latinoamericanos. Sí puede apuntarse, sin embargo, que tanto en CG como en CC y TS los personajes se tratan de usted, pese al evidente carácter informal de las conversaciones y el hecho de que la mayoría de personajes se conocen desde hace tiempo. La elección, en la medida en que no le otorga a los diálogos en español el carácter distendido y fresco que tienen en el original, me parece desafortunada.

Las líneas en las que se unen o difieren las traducciones pueden, expuesto esto, intuirse. Desde luego, este pequeño texto no puede hacer las veces de análisis comparativo en profundidad, pero aun así creo posible e interesante pensar cómo de estos ejemplos particulares pueden inferirse ciertas generalidades sobre el mercado de la traducción literaria del inglés al español. Permítaseme encabezar mis conclusiones con una cita de Patricia Willson5:

Los libros en América Latina rara vez circulan de un país a otro si no se publican en España, la antigua metrópolis. Creo que esta opinión vale tanto para los textos latinoamericanos como para las traducciones. Actualmente hay una especie de división del trabajo entre las editoriales españolas y las argentinas: allá se traduce la última ficción, los libros cuyos derechos de traducción representan sumas ingentes y que la industria editorial española puede absorber, y en América se traducen obras de dominio público y los hallazgos de los editores, sobre todo en materia de ensayo.

Por desgracia, creo que Willson da en el clavo. Y digo por desgracia porque lo único que no acabo de compartir es su aparente conformidad: una situación en la que la economía editorial apenas permite traducir literatura contemporánea en Latinoamérica, coloca a los traductores en una enorme precariedad laboral, e impone una distribución centralizada desde España no es lo que yo llamaría una «división de trabajo». Se trata, más bien, de un ejemplo clarísimo de cómo las limitaciones económicas constriñen la literatura. Que el 90 % de los hablantes de español, cuyas variedades lingüísticas difieren de la peninsular, dependa de traducciones literarias monopolizadas en España indignará a unos más que a otros; lo que no conviene es pintarlo como una situación equitativa e ideal. Hay, pues, en mi opinión, más de un problema con el mundo editorial en español. Y hay también, como espero haber mostrado, muchos cambios esperanzadores. Uno es el caso de La Bestia Equilátera, que ojalá abra camino.

¿Que me moje y diga cuál es la mejor traducción? Con todo lo aburrido que tiene a veces el rigor y con todo lo decepcionante de las respuestas complejas, he de decir que el cotejo de ambas traducciones no me parece suficiente evidencia para afirmar sin apostillas que una sea mejor que la otra. La traducción española, a mi juicio, es más sistemática y maneja mejor la traducción de modismos y argot, aunque se excede en licencias de añadidos y reformulaciones. La argentina, por otra parte, respeta más el texto original, y cosecha con ello otros errores y otros aciertos. Cada oveja a su rebaño, cada lector a las ediciones de su variedad lingüística y, el que pueda, que les dé esquinazo a ambas y disfrute del original.

Bibliografía

García Yebra, Valentín. Traducción y enriquecimiento de la lengua del traductor. Madrid: Gredos, 2004.

Lázaro, Rosario. «Entrevista a Patricia Willson», en: Mutatis Mutandis. Vol. 3, No. 2. 2010. pp. 378-383.

Oviedo, Gerardo. «Apostillas a la historia del voseo argentino (1828-2006)», en: González, Horacio (ed.). Beligerancia de los idiomas: un siglo y medio de discusión sobre la lengua de Latinoamérica. Buenos Aires: Colihue, 2008.

Vonnegut, Kurt. Breakfast of Champions. Nueva York: Delacorte Press, 1973.

El desayuno de los campeones (trad. Cecilia Ceriani y Txaro Santoro). Barcelona: Anagrama, 1999.

Desayuno de campeones (trad. Carlos Gardini). Buenos Aires: La Bestia Equilátera, 2013.


1 Pongo el título original no por darme pisto sino porque, como muy pronto veremos, ni siquiera un título de tres palabras es tema de consenso entre traductores.

2 Nótese que las diferencias surgen enseguida: a El desayuno de los campeones de Anagrama se le pierden ambos artículos del título, tendencia que se repite a lo largo del libro. Por desgracia, no siempre con el mismo acierto.

3 Haré uso del subrayado para remarcar las partes de los ejemplos que merecen especial atención. En este caso, se trataba de recalcar el añadido, un hábito de CC y TS del que hablaré enseguida.

4 Más aún en un panorama como el actual, donde la producción cultural estadounidense influye de mil y una maneras en todas las demás, incluyendo la española, a la que algunos parecen ver desde una melancolía por el despliegue léxico y sintáctico de otras épocas. La gran economía de medios estilísticos como consigna literaria no es nada nuevo, se palpa de manera brillante en Vonnegut, y tratar de aislarla de la literatura española no parece acertado.

5 Doctora en letras de la Universidad de Buenos Aires que, entre muchos otros, recibió el primer Premio Panhispánico de Traducción Especializada en 2005.

Gaizka Ramón Melendo
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Gaizka Ramón Melendo concluye este año el grado en filología hispánica por la Universidad de Salamanca, tras estadías anuales en la Universidad Libre de Berlín (2013) y la Universidad de Buenos Aires (2014). Entre sus áreas de  interés académico destacan la literatura hispanoamericana, el Siglo de Oro español, la literatura estadounidense moderna, la traducción y la filosofía del arte. Es reseñista de novedades literarias para las secciones de narrativa y ensayo de la revista Vísperas, y colabora asimismo con otros proyectos culturales de radio, música, cine y escritura creativa.

Gaizka Ramón Melendo
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Gaizka Ramón Melendo concluye este año el grado en filología hispánica por la Universidad de Salamanca, tras estadías anuales en la Universidad Libre de Berlín (2013) y la Universidad de Buenos Aires (2014). Entre sus áreas de  interés académico destacan la literatura hispanoamericana, el Siglo de Oro español, la literatura estadounidense moderna, la traducción y la filosofía del arte. Es reseñista de novedades literarias para las secciones de narrativa y ensayo de la revista Vísperas, y colabora asimismo con otros proyectos culturales de radio, música, cine y escritura creativa.

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