En primer lugar, muchas gracias por aceptar responder a esta entrevista, Jesús.
Los estudios universitarios de Traducción e Interpretación (TeI) de la Universidad de Granada (UGR) son unos de los más antiguos de España: se implantaron en 1979, con la creación de la EUTI (Escuela Universitaria de Traductores e Intérpretes). ¿Ha cambiado el perfil del estudiante de TeI a lo largo de las últimas décadas en tu facultad? En caso afirmativo, ¿en qué medida?
Yo puedo hablar desde 1986 hasta aquí, salvo un periodo de 5 años en que viví fuera. Creo que desde aquellos tiempos en que estudié en la EUTI el cambio fundamental es que, sobre todo en las secciones de francés y alemán B, ya no existe aquel importante porcentaje de alumnos bilingües procedentes de familias emigradas en los sesenta y setenta, algo que no afectaba tanto a la sección de inglés. Por lo demás, el cambio que haya podido experimentar el perfil del estudiantado tiene que ver con los cambios sociales del conjunto del país. Quizá entonces, al menos en la sección de francés, que era la mía, había un perfil más marcado por una vocación por la traducción literaria, con cierto aire bohemio, mientras que diría que hoy el estudiantado en general es más pragmático, los estudios se han separado más claramente de las Filologías en el imaginario colectivo y por tanto las expectativas son diferentes, más orientadas a la traducción especializada o a perfiles más relacionados con las demandas del mundo laboral.
Actualmente, al hablar de formación universitaria, es inevitable abordar el Plan de Bolonia. ¿Hace cuánto tiempo se ha implantado en tu facultad y cómo ha afectado este proceso al profesorado de TeI? ¿Qué ventajas y desventajas encuentras en Bolonia?
El curso pasado acabó sus estudios la primera promoción del nuevo grado en Traducción e Interpretación, que bajo mi punto de vista ha representado un marcadísimo retroceso respecto a lo que antes teníamos en la licenciatura. Nuestro plan de estudios estaba muy consolidado después de varias reformas que habían permitido ajustar los aspectos más deficientes. Ofrecía un nivel más que razonable de especialización en el cuarto curso de carrera, con itinerarios de traducción especializada cientificotécnica y economicojurídica, además del de interpretación de conferencias, que hacían innecesario cualquier máster posterior y facilitaban un acceso directo al mercado de trabajo. Hoy el grado es mucho más generalista, sin asignaturas nocionales (optativas de derecho y economía, entre otras) y con mucha más carga de formación lingüística. Esta formación requiere un máster posterior para acceder a una formación especializada que en gran medida coincide con lo que antes se impartía en 4.º de licenciatura. El año pasado se empezó a impartir el de interpretación de conferencias y este año ha comenzado el de traducción, lo que ha servido para poco más que alargar innecesariamente un año más y encarecer considerablemente los estudios, además de restringir la especialización a una pequeña minoría de estudiantes. El principal perjudicado a día de hoy ha sido el estudiantado, pero a medio y largo plazo el profesorado puede acabar sufriendo también las consecuencias de esta situación, ya que, a diferencia de los planes de la licenciatura, la continuidad de los másteres no está garantizada, lo que puede poner en peligro también la permanencia del profesorado más precario.
He leído que tu interés investigador principal es la didáctica de la interpretación y que tu tesis se titula La incorporación de la realidad profesional a la formación de intérpretes de conferencias mediante las nuevas tecnologías y la investigación-acción. ¿Cómo incorporan los estudios de interpretación la tecnología en la formación de sus alumnos? ¿Y los aspectos profesionales? ¿Crees que actualmente los egresados salen mejor preparados para el mercado laboral?
Esa línea de investigación data de los comienzos de la década de los dos mil y aquellas tecnologías ya no son tan nuevas, si bien no puede decirse que su incorporación, al igual que la de la realidad profesional, sea ya un hecho asumido en la comunidad docente e investigadora en interpretación. Se trataba de incorporar vídeos digitalizados (entonces la fuente era analógica) procedentes de situaciones comunicativas interlingües reales, a ser posible mediadas por intérpretes, de modo que los estudiantes estuvieran expuestos, desde las fases más tempranas posibles de la formación, a la variedad de acentos, ritmos de elocución, registros, estilos comunicativos, voces y niveles de densidad que los intérpretes encuentran en su actividad diaria. Desde entonces se ha variado en los soportes (se va abandonando el soporte DVD aunque aún tiene su utilidad) y la forma de grabar y enviar los ejercicios, con el abandono de las grabaciones analógicas y los envíos a través de plataformas o servidores FTP, pero el enfoque de basar la formación en materiales reales, transcritos y ordenados por niveles de dificultad, se ha mantenido, mientras crecía y se desarrollaba la base de datos Marius, que alberga la información sobre los materiales, así como los textos y vídeos. Mi impresión es que, más allá de que salgan mejor preparados, creo que los estudiantes que se forman con este enfoque tienen mayor capacidad de adaptación a la diversidad de situaciones que habrán de afrontar en el mundo profesional.
Desde la creación de la diplomatura en TeI en la UGR, han existido varios planes de estudios (de diferente duración y, quizás, con y sin proyecto de fin de carrera). De todos ellos, ¿cuál crees que suple mejor las necesidades formativas de los estudiantes, teniendo en cuenta el mercado laboral actual? ¿Consideras que conviene cambiar (crear, eliminar o adaptar) alguna asignatura del plan de estudios actual?
Creo que sin duda el mejor plan de estudios fue el último de la licenciatura, que se extinguió tras la entrada en vigor del grado, con mucha diferencia respecto al actual, así que la reforma del grado la orientaría a recuperar todo lo que se pudiera de ese plan. Creo que sería la mejor forma de optimizar el tiempo de formación del estudiantado y de garantizar la continuidad de itinerarios de especialización que tienen una larga trayectoria en la facultad y han demostrado su adecuación a las exigencias sociales de traductores e intérpretes cualificados, aunque incorporaría itinerarios que entonces no existían y que responden a nuevas demandas sociales como el de interpretación en los servicios públicos.
¿Cómo se ve el mercado laboral de la Traducción e Interpretación en estos momentos desde la facultad?
Se ve lejos porque actualmente son muy pocos los egresados que permanecen en el país al terminar sus estudios. El mercado ha sufrido las consecuencias de la crisis, muestra signos de saturación y otras salidas indirectamente relacionadas con la titulación, que antaño servían de vía de escape cuando el mercado de la traducción y la interpretación no bastaba, como la enseñanza de idiomas, están bloqueadas por la escasísima oferta de empleo público. Por otra parte, la crisis ha afectado a las condiciones laborales de quienes se quedan, presionándolas a la baja, lo que acaba constituyendo un incentivo más para abandonar el país.
¿Los alumnos suelen tener algún contacto con profesionales del sector, por ejemplo a través de listas de distribución o foros profesionales? ¿Crees que el alumnado en general conoce las asociaciones profesionales?
Mi impresión es que esos contactos son escasos, aunque sí están en relación con la profesión a través de las charlas frecuentes que se organizan en la facultad con profesionales tanto de la traducción como de la interpretación.
¿Qué opinas de la función que pueden desempeñar las asociaciones profesionales en el sector? ¿Qué crees que podrían aportar a los profesores y a las facultades de Traducción e Interpretación?
Creo que podrían desempeñar un mayor papel que el que ahora tienen en la defensa de las respectivas profesiones y de las condiciones de trabajo. En unos casos por estar muy cerradas y en otros por ser poco representativas, creo que no logran alcanzar esos objetivos, aunque hablo sobre todo de las que agrupan a intérpretes, que es el campo que conozco. En el caso de las asociaciones de intérpretes, se echa en falta una a la que puedan adherirse los egresados al terminar su formación, sin necesidad de que nadie los avale ni de demostrar años de experiencia. En ese sentido vivimos una situación anómala, difícil de encontrar en otras profesiones, en las que el título basta por lo general para acceder a una asociación profesional.
Has trabajado como intérprete voluntario en varios proyectos. ¿Qué opinas sobre el compromiso social del traductor e intérprete?
Creo que es algo necesario para muchos colectivos que están fuera del mercado y que sin la ayuda de traductores e intérpretes activistas no podrían dar a conocer su pensamiento o sus actividades, organizar encuentros internacionales o invitar a personalidades del exterior para sensibilizar sobre determinadas realidades. También me parece que desempeña un papel esencial como complemento de formación del traductor y el intérprete, porque por un lado lo familiariza con visiones del mundo, realidades y formas de expresarlas, de narrarlas, que raramente entran en las aulas universitarias y, por otro, en el caso de los recién titulados, constituye una vía para adquirir experiencia práctica que a menudo no es fácilmente sustituible.
¿Hay algo que no te haya preguntado que te gustaría comentar?
Que espero que pronto se acabe la resignación con la que en nuestra comunidad académica hemos asumido las reformas regresivas que se han ido imponiendo y pasemos a apostar por recuperar lo perdido y a ser posible mejorarlo. En otros ámbitos de la vida social ese abandono de la resignación ya se está produciendo, así que ¿por qué no pensar que entre nosotros pueda también ocurrir?
Por último, ¿se te ocurre algún tema que te gustaría que se tratara en La Linterna del Traductor?
Quizá estaría bien algún artículo dedicado a las voces del exilio, para que nuestros egresados que están lejos nos aclararan si realmente se han ido a vivir aventuras o si viven la distancia como una herida, y en ese caso si se resignan o si sueñan con volver y si de algún modo nos culpan por no haberlos preparado para eso.
Muchas gracias, Jesús, por haber contestado a nuestras preguntas y dedicarnos tu tiempo.