En primer lugar, muchas gracias por aceptar responder a esta entrevista, Carlos.
En absoluto, gracias a vosotros.
Los estudios universitarios de traducción e interpretación (TeI) de la Universidad de Salamanca (USAL) se implantaron en el año 1992. ¿Ha cambiado el perfil del estudiante de TeI a lo largo de los últimos años en tu facultad? En caso afirmativo, ¿en qué medida?
Ha cambiado, en efecto. Durante los primeros años todavía era frecuente recibir un alumno que provenía de otra titulación (generalmente de una Filología) y cursaba estudios en TeI como segunda licenciatura. Eso prácticamente ya no ocurre, salvo excepciones. Nuestros estudiantes vienen, en su abrumadora mayoría, directamente del bachillerato.
Actualmente, al hablar de formación universitaria, es inevitable abordar el Plan Bolonia. ¿Hace cuánto tiempo se ha implantado en tu facultad y cómo ha afectado este proceso al profesorado de TeI? ¿Qué ventajas y desventajas encuentras en Bolonia?
Echamos de menos la época en la que podíamos establecer libremente el porcentaje de créditos de libre elección.
Nosotros implantamos el Plan Bolonia hace cinco años con un esfuerzo considerable (fuimos de las primeras facultades en hacerlo). Debo decir que las ventajas no fueron tantas, porque la filosofía que inspira a Bolonia (ausencia de clases magistrales, interactividad, profesionalización, enorme importancia de las tutorías personalizadas) ya era la nuestra durante la antigua licenciatura. En cambio, perdimos flexibilidad en la elaboración del plan de estudios. El corsé de nuestras titulaciones es demasiado rígido, echamos de menos la época en la que podíamos establecer libremente el porcentaje de créditos de libre elección, por ejemplo.
Además de profesor titular universitario, eres escritor, traductor literario y presidente de ACE Traductores. ¿Cómo incorporas los aspectos profesionales en la formación de los alumnos? ¿Crees que actualmente los egresados salen mejor preparados para el mercado laboral?
Los incorporo desde todos los puntos de vista imaginables. En primer lugar, desde el momento en que mi docencia reproduce la forma de trabajo profesional, lo que hacemos en clase es práctica al cien por cien. Trato de llevar a su forma de trabajo todos los elementos que concurren en la de los profesionales: plazos, variedad de temas, búsqueda de fuentes en tiempo récord…
En segundo lugar, dedico mucho tiempo a informarles de las circunstancias del mercado laboral, de la forma real en que trabajamos. En el caso concreto de la traducción editorial, les instruyo acerca de contratos, tarifas, asociacionismo… de hecho, en el plan de estudios hay una asignatura de iniciación al mundo profesional en la que les hablamos de todo eso, desde cómo se hace una factura hasta cuáles son sus derechos legales.
Si quieres decir mejor preparados de lo que nosotros salíamos, no me cabe la menor duda: a años luz.
Desde la creación de la licenciatura en TeI en la USAL, han existido varios planes de estudios (de diferente duración y, quizás, con y sin proyecto de fin de carrera). De todos ellos, ¿cuál crees que suple mejor las necesidades formativas de los estudiantes, teniendo en cuenta el mercado laboral actual? ¿Consideras que conviene cambiar (crear, eliminar o adaptar) alguna asignatura del plan de estudios actual?
Personalmente, me gustaba mucho el último plan de estudios de la licenciatura de Salamanca, en el que casi un 45 % de los créditos eran de libre elección y en el que los estudiantes recibían grandes dosis de ese conocimiento que suele llamarse «cultura general» y que muchos veteranos echamos en falta. Los estudiantes estudiaban de todo o concentraban, si así lo querían, sus créditos de libre elección en aquello que querían ejercer después, ya fueran materias de Filología, Derecho o carreras biosanitarias, por poner un ejemplo. Creo que ese sistema era mejor que el que ahora tenemos.
En cuanto a cambios, no se trata de quitar o poner alguna asignatura. El día que haya que revisar el plan vigente habrá que hacerlo de manera global, buscando cuáles han sido los puntos fuertes y los puntos débiles.
¿Cómo se ve el mercado laboral de la traducción e interpretación en estos momentos desde la facultad?
Desde la facultad se ve igual que desde la calle: difícil. La presión a la baja en las tarifas, la creciente urgencia de los clientes, la mayor exigencia de uso de herramientas que no son específicamente de traducción (maquetación, diseño, etc.) nos preocupa tanto como preocupa a los colegas.
Por otra parte, creo que el mercado no deja de crecer. Es lógico, porque el mundo se ha globalizado y los intercambios comerciales SON intercambios lingüísticos. Habrá trabajo, pero tenemos que luchar por que las condiciones del mismo mejoren.
¿Los alumnos suelen tener algún contacto con profesionales del sector, por ejemplo a través de listas de distribución o foros profesionales? ¿Crees que el alumnado en general conoce las asociaciones profesionales?
En Salamanca, desde luego, sí. Porque les invitamos a tenerlo. Les pedimos que entren en foros, les informamos sobre las asociaciones, les instamos a asistir a cuantos encuentros profesionales se organizan, o los organizamos nosotros mismos.
¿Qué opinas de la función que pueden desempeñar las asociaciones profesionales en el sector? ¿Qué crees que podrían aportar a los profesores y a las facultades de Traducción e Interpretación?
Muchísimo, sin duda. Nadie conoce mejor que las asociaciones las circunstancias reales del mercado laboral, las preocupaciones de los profesionales y sus problemas. Todo el intercambio que se mantenga es poco.
Muchas gracias, Carlos, por haber contestado a nuestras preguntas y dedicarnos tu tiempo.
Gracias a vosotros por contar conmigo. Es un placer estar en contacto con los colegas.