7 octubre 2024
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El uso de memorias en la traducción literaria

Estamos acostumbrados a imaginar las herramientas de traducción asistida por ordenador (TAO) como un sistema de trabajos forzados para traductores en el que metemos un texto, pongamos un manual de impresora, y una megamemoria monstruosa que ha pasado por múltiples manos de modo que, como por arte de magia (la magia de los números grandes) van emergiendo (¡plop!) fragmentos ya traducidos que vamos encajando como un puzle. En este artículo, explicaremos que las herramientas TAO son mucho más que eso, y que no solo sirven para traducir manuales.

Esos fragmentos de los que hablaba (las coincidencias totales o parciales) nos permiten aumentar la productividad porque los manuales de impresora están hechos de forma tal que en general una frase siempre se traduce igual, esté donde esté. Esto implica que la plusvalía de esa productividad añadida se la queda el cliente, a pesar de que somos los propietarios de los medios de producción,  perversión insólita de una conocida teoría económica, pero esa es otra historia de la que no nos vamos a ocupar aquí.

Esta introducción viene al hilo de que, obviamente, si ese texto, en lugar de ser un manual de impresora, es una novela realista, un ensayo filosófico o un relato de ciencia ficción, las cosas no van a funcionar igual, primero porque aunque esa megamemoria fuera la mismísima biblioteca de Babel, es improbable que la misma frase salga dos veces en libros diferentes y, segundo, porque incluso en el caso rarísimo de que ocurriera, esa frase nunca se traduciría igual en dos contextos diferentes.

Entonces, se dirán los que lean este texto, ¿qué tienen que ver las memorias de traducción y la traducción literaria?

Los sistemas de TAO tienen algunas ventajas interesantes al margen del aumento de la productividad.

Precisamente de eso vamos a ocuparnos aquí: hablaremos de las otras razones por las que un sistema de traducción asistida por ordenador también puede ser útil para un traductor que trabaja con textos poco repetitivos y escritos por autores que saben hacer frases de más de cinco palabras. Y de por qué los sistemas de TAO tienen algunas ventajas interesantes al margen del aumento de la productividad.

Este artículo está especialmente dirigido a las personas que no tienen costumbre de utilizar este tipo de herramientas, o que no se fían mucho de ellas, por lo que es probable que las explicaciones parezcan muy básicas a los más asiduos. No obstante, no pretendemos ofrecer un manual introductorio, que se escaparía del espacio y los objetivos de la sección, sino una mera reflexión sobre las posibilidades de conciliar ambos mundos.

Diferentes herramientas, diferentes métodos

Antes de empezar, conviene puntualizar a qué nos estamos refiriendo con herramientas de traducción asistida, pues en el mercado existen muchas y muy variadas, de diferentes precios y diferentes prestaciones.

Actualmente, hay dos interfaces básicas: una que trabaja en Word (Wordfast Classic y el antiguo WorkBench de Trados) y otra que presenta el texto en dos columnas, una con el original a la izquierda y otra con espacio para la traducción a la derecha (Studio, Déjà Vu, MemoQ).

En este texto, nos vamos a referir prioritariamente a Wordfast Classic. Este programa nos parece preferible porque trabaja directamente sobre Word, lo que nos va a mantener más cerca del texto en su conjunto, reduciendo el impacto negativo de la fragmentación en segmentos.

Además, nos permite pasar con una sola pulsación del texto bilingüe a la traducción en su formato final, ocultando el texto original, lo que resulta muy interesante para la revisión, como veremos más adelante, o simplemente para recuperar la perspectiva del texto completo.

También lo hemos elegido por su sencillez de uso y su interfaz reconocible, ya que no obliga a los usuarios a acostumbrarse a entornos de trabajo diferentes, por lo que, sobre todo si no mantenemos relaciones muy cordiales con la informática, es una primera aproximación a la TAO muy adecuada.

Aunque aquí nos centraremos en WF, no deja de ser una opción personal que no excluye el uso para traducción literaria de otras aplicaciones.

Obviamente, para gustos están los colores y la variedad de herramientas ahora mismo es muy grande. Además, todas están evolucionando muy deprisa para adaptarse a nuevas necesidades, de modo que habrá que estar atento a los cambios que surjan. En cualquier caso, siempre será posible adaptar una herramienta TAO cualquiera a usos menos convencionales para una persona que la conozca relativamente bien. De modo que, aunque aquí nos centraremos en WF, no deja de ser una opción personal que no excluye el uso para traducción literaria de otras aplicaciones.

Debo decir, no obstante, que probablemente los programas de traducción asistida que trabajan sobre Word están condenados a desaparecer a medio plazo, por lo que tarde o temprano tendremos que adaptar nuestras estrategias de trabajo a los sistemas en dos columnas.

Un mar de ventajas…

Estas son algunas de las ventajas de los programas TAO, incluso en contextos en los que aprovechar las repeticiones no solo no es necesario, sino que ni siquiera es deseable.

Copia de seguridad. La inclusión de los segmentos traducidos en la memoria funciona como copia de seguridad instantánea. Si perdemos el archivo por alguna razón, los segmentos aparecerán como ya traducidos y se insertarán en su lugar al invocarlos.

Supresión del papel. Los atriles dejan de ser necesarios, al menos en la fase de borrador. El programa aísla cada segmento y nos presenta un espacio debajo para la traducción. De esta forma, podemos desplazarnos sin cargar con peso o trabajar cómodamente incluso en el tren.

Una de las ventajas definitivas para mí: el mero hecho de no tener que cambiar de papel a pantalla.

Ergonomía. Esta es una de las ventajas definitivas para mí: el mero hecho de no tener que cambiar de papel a pantalla, con lo que supone de cambio de foco, tamaño de letra y luminosidad del fondo, justificaría de entrada el uso de este tipo de herramientas. La fatiga visual es infinitamente menor y también lo es la sobrecarga de las cervicales, al no tener que girar varias veces por minuto la cabeza los pocos grados que van del atril a la pantalla.

Memorias de traducción

Control de calidad. Una parte del control de calidad formal de la traducción se hace solo, ya que es imposible saltarse un párrafo o una frase y además es improbable cometer errores de transcripción de nombres propios (que normalmente se copian de forma automatizada). Además, todos los sistemas pueden controlar mecánicamente un gran número de parámetros, como la coincidencia de las cifras, dobles espacios o palabras que se encuentran en el glosario.

Elementos transferibles. Se consideran elementos transferibles palabras que empiezan por mayúscula, cifras, cadenas de texto entre paréntesis, URL, palabras en versales, entradas del glosario o cualquier otra cadena definida mediante expresiones regulares. Estos elementos se pueden copiar automáticamente del original a la traducción con una sola pulsación, lo que facilita el trabajo mecanográfico.

Glosario. En un programa de TAO los glosarios no siempre tienen una función terminológica, sino de automatización de traducción de determinadas cadenas, pues se pueden insertar en la traducción con una sola pulsación. Esta función es útil para nombres propios, títulos de películas o de cuadros, muletillas de los personajes, nombres de instituciones, topónimos… Es muy sencillo añadir entradas nuevas y se puede hacer a medida que van apareciendo. Por ejemplo, contar con un glosario con títulos de películas cuando se está traduciendo un texto sobre cine o de topónimos en una novela de viajes facilita mucho el trabajo mecanográfico. Estos glosarios se pueden reutilizar de una traducción a otra y también es posible trabajar con glosarios anteriores en Excel o en Word.

Glosarios para literaria

Películas de Frank Borzage estrenadas en España, cuyo título en español se insertará automáticamente en la traducción.

Búsqueda de concordancias. Con una sola pulsación es posible obtener una lista bilingüe de segmentos ya traducidos en los que aparezca una determinada cadena de texto, para responder rápidamente a la pregunta: ¿cómo traduje esto la última vez? Esta función tan útil es fundamental cuando hay repeticiones internas voluntarias o vocabulario clave (textos de filosofía, por ejemplo). Permite obtener textos de mayor coherencia interna, o bien buscar la coherencia intertextual cuando tenemos en la memoria más de un texto del mismo autor.

Búsqueda de concordancia

Archivo bilingüe. Contamos, para cualquier uso futuro, con un archivo bilingüe de todas nuestras traducciones, que podemos consultar en cualquier momento.

…y algunos inconvenientes

No obstante, traducir con un sistema de traducción asistida también tiene sus inconvenientes y es preciso conocerlos para hacerles frente en la medida de lo posible.

Al traducir por frases sueltas, tenemos tendencia a perder la perspectiva y a pegarnos más al original, acentuando los tics mecánicos.

La traba principal viene de la fragmentación del texto: al traducir por frases sueltas, tenemos tendencia a perder la perspectiva y a pegarnos más al original, acentuando los tics mecánicos.

Hay varias formas de paliar este problema, pero la principal pasa por trabajar con segmentos grandes, si es posible, párrafos completos. De esta forma, podremos reorganizar las frases a nuestro gusto, huyendo de la estructura sintáctica del original.

También es fundamental huir de la tentación de revisar a segmento abierto, es decir, en la propia interfaz del programa. Cuando hablemos de flujo de trabajo lo veremos con más detalle, pero si hemos traducido la primera versión con TAO es especialmente importante que el proceso de revisión se base en un texto sin segmentar.

Precisamente, otra de las dificultades tiene que ver con la incorporación de las revisiones a la memoria, si es que se desea conservar en ella la última versión. Más adelante veremos cuáles son las distintas posibilidades.

El flujo de trabajo

A la hora de encarar la traducción de un libro con una herramienta TAO, pasaremos por distintas etapas que, en realidad, no son tan diferentes de las que vamos siguiendo al traducir ese mismo libro de manera convencional, con un tratamiento de texto.

1. Escaneo y preparación

Es un trabajo más o menos laborioso en función del material de partida. Consiste en convertir el texto original en un archivo Word limpio y que corresponda, en su formato, con el que tendrá el texto traducido. Actualmente, es habitual recibir los textos para traducir en un archivo PDF, con lo que el proceso se simplifica bastante. Antes, era necesario escanear el texto y pasarlo por un sistema de reconocimiento óptico (OCR). Y todavía es necesario hacerlo en algunos casos.

Si recibimos un PDF con el original, también habrá que prepararlo, aunque llevará mucho menos tiempo. Aunque es posible copiar el texto y pegarlo en un archivo Word vacío, la forma más sencilla de hacerlo es usar un programa comercial como ABBYY FineReader. Este tipo de programas son capaces de detectar y borrar encabezados y pies, e incluso de colocar correctamente las notas a pie de página, lo que simplifica mucho la tarea. Es preferible no intentar reproducir la maqueta de la página (que por otra parte no nos hace falta para nada) y pedirle al programa que conserve únicamente el formato de carácter (negrillas, cursivas, tamaño de letra…), para evitar que en el archivo resultante se inserten códigos de formato basura, que entorpecerán el tratamiento posterior.

Luego habrá que controlar el archivo Word para suprimir posibles errores de formato. Lo primero es pasar el corrector, que detectará la mayor parte de las palabras mal escaneadas, y lo segundo recorrer el texto con el original delante para verificar que la estructura de párrafos es la correcta (párrafos con separación doble o simple, cortes de página, supresión de encabezados y pies de página, colocación de las notas en su sitio…). También controlaremos que los formatos de carácter (negrillas o cursivas) se han aplicado correctamente. Si hemos usado un sistema simplificado de copiar y pegar en Word, el resultado será peor en lo que se refiere a estos formatos y a los cortes de línea, incluso muchísimo peor, lo que puede ralentizar esta fase. Es una buena razón para pensar en invertir en un programa comercial.

Merece la pena preparar el texto: es un tiempo que se recupera más adelante.

La preparación del texto, una vez adquiridas las destrezas básicas, puede llevar una mañana para un libro de 300 páginas y hasta un día o día y medio cuando no se tiene mucha costumbre. Si es necesario escanear y digitalizar el texto completo porque no disponemos del PDF, puede llevar hasta tres días, pero, incluso en esos casos extremos, merece la pena hacerlo: es un tiempo que se recupera más adelante.

2. Traducción

En Wordfast Classic, esta fase se desarrolla en el propio entorno de Word y en otros sistemas como Studio o Déjà Vu, en tablas de dos columnas.

Personalmente, creo que en esta última presentación, al ser más fragmentada,  la sintaxis del original condiciona mucho más, por lo que se obtienen traducciones más literales, pero es un escollo relativamente fácil de salvar con un poco de entrenamiento. Además, si la pantalla en la que se trabaja tiene un tamaño adecuado (o si se trabaja con dos pantallas) los sistemas que trabajan en columnas permiten abrir en un recuadro la traducción tal y como va quedando, lo que ayuda a despegarse un poco del original.

Si tenemos activado el control de calidad, el sistema nos avisará cuando dejemos dos espacios, cuando las cifras no coincidan, cuando una palabra del glosario no conste como traducida o cuando el corrector ortográfico detecte errores, para que revisemos el segmento traducido antes de pasar al siguiente. En traducción literaria estos avisos no son muy frecuentes y previenen despistes momentáneos, pero, si nos resultan inoportunos, los podemos desactivar.

Podemos pedirle al programa que segmente párrafos, pero también podemos ir uniendo o separando oraciones de un segmento con una sola pulsación. En cualquier caso, conviene desactivar los delimitadores superfluos, como dos puntos o punto y coma.

Por lo demás, el proceso mecánico se automatiza enseguida: abrimos el primer segmento, lo ampliamos uniendo los segmentos posteriores si es necesario, traducimos y pasamos al segmento siguiente, hasta terminar el texto.

En nuestras copias de seguridad deberemos incluir, no solo el archivo que estamos traduciendo, sino también la memoria de traducción que estemos utilizando.

Al trabajar en Word, podemos aprovechar todas sus funciones de edición: macros, inserción de caracteres especiales, resaltado de dudas o problemas pendientes, atajos de teclado…

Cuando terminemos, obtendremos un archivo bilingüe que deberemos limpiar al final del proceso.

Archivo bilingüe

3. Revisión

Una vez terminada la primera versión, podemos pasar el corrector y revisar el documento exactamente igual que si hubiéramos traducido directamente en Word. Según nuestro método de trabajo habitual, podemos imprimir para revisar en papel o bien hacerlo en pantalla. En Wordfast simplemente tendremos que ocultar el texto original y nos quedará la traducción limpia. En otros sistemas habrá que generar el archivo traducido, que será un documento Word.

Una vez terminada la revisión, si hemos trabajado en papel tendremos que pasar las correcciones al archivo.

Si deseamos que las correcciones queden incorporadas a la memoria, deberemos actualizarla después de terminar la revisión. En WF, como no salimos del archivo Word bilingüe (simplemente ocultamos el original para revisar) podemos actualizar la memoria posteriormente. En otras aplicaciones, hay que adaptarse a las posibilidades que ofrezcan, aunque las nuevas versiones van incorporando sistemas que facilitan el proceso.

4. Limpieza

Cuando la traducción está terminada y no prevemos hacer más cambios en ella, ya podemos limpiar el archivo bilingüe para entregar a la editorial un texto que solo incluya el español.

En WF este proceso es rápido y no suele dar problemas. A veces, si durante la revisión hemos tocado por error marcas de párrafo o delimitadores de segmento, el sistema nos informará de que no ha podido limpiar algunos segmentos. En ese caso deberemos borrar a mano el texto parásito. Generalmente basta con volver a pasar el corrector para localizarlo.

Una vez terminado todo el proceso dispondremos de tres archivos: un original, una traducción que entregaremos a la editorial y un archivo bilingüe con ambos, por si necesitamos usarlo posteriormente (por ejemplo para crear una memoria nueva).

Reflexiones y recomendaciones finales

La TAO no modifica en absoluto el proceso de traducción de un libro, solo añade algunas funciones adicionales y mejora la ergonomía.

Esperamos haber demostrado que la traducción asistida por ordenador, no solo no es incompatible con la traducción literaria, sino que tiene ventajas especialmente útiles en este tipo de textos. Es decir, la TAO no modifica en absoluto el proceso de traducción de un libro, solo añade algunas funciones adicionales y mejora la ergonomía, sin afectar a nuestra forma habitual de trabajo.

Terminaremos con algunas recomendaciones que nos pueden ayudar a obtener un trabajo más productivo y de más calidad:

  1. Cuando usamos herramientas de traducción asistida, debemos tener siempre presente que trabajar con un texto segmentado hace más difícil despegarse del original, en textos en los que suele ser especialmente importante hacerlo. Por esta razón, es conveniente reforzar la fase de revisión, hacerla siempre sobre un documento sin segmentar (nunca con los segmentos abiertos) y, si es posible, en papel.
  2. Aunque es improbable que el sistema nos proponga frases ya traducidas, al configurar el programa conviene que el porcentaje de coincidencia de la memoria sea alto: de esta forma, evitaremos que nos sugiera frases «parecidas» que solo nos harán perder el tiempo en este tipo de textos.
  3. La segmentación es fundamental: si, por ejemplo, queremos cambiar el orden de dos frases o cambiar elementos de una frase a otra, deberán estar en el mismo segmento. Por eso es deseable trabajar con segmentos lo más largos posible y, si el texto y el tamaño de la pantalla lo permiten, por párrafos completos. En cualquier caso, es muy complicado modificar la segmentación una vez cerrado el segmento, por lo que hay que estar atento a que los segmentos tengan la longitud necesaria.

Es posible trabajar con una memoria diferente para cada libro, o bien tener una memoria única para todos los libros. También existen soluciones intermedias, como una memoria para libros del mismo autor, o para libros de temas similares. No obstante, si deseamos cambiar el sistema, siempre podremos recrear las memorias que queramos a partir de los archivos bilingües. Y, en caso de duda, mejor una memoria por libro: siempre es más fácil unir memorias que dividirlas.

Alicia Martorell
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Es traductora, pero antes ha sido otras cosas, casi todas relacionadas con el lenguaje. Y en traducción ha tocado muchos palos, pero siempre prefiere los textos que hay que labrar despacito y con mucho tiento.

Alicia Martorell
Alicia Martorell
Es traductora, pero antes ha sido otras cosas, casi todas relacionadas con el lenguaje. Y en traducción ha tocado muchos palos, pero siempre prefiere los textos que hay que labrar despacito y con mucho tiento.

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