25 abril 2024
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‘Todo lo que muere’, de John Connolly
Reseña y entrevista a Carlos Milla, traductor

Hola. Me llamo Mar y soy una adicta. Mi descenso a los infiernos comenzó una tarde de esas en las que te dejas llevar por el viento del norte y acabas en la biblioteca sacando prestado un libro que sabes bien que no te deberías llevar, pero ¿qué le voy a hacer? Soy tan lenta que ni siquiera tengo que ir más despacio para que las tentaciones me alcancen. Así que me lo llevé a casa y pensé comenzar con una dosis pequeña (siempre hay que tener cuidado por si la droga se ha cortado con algo que no debería estar ahí), pero al final el pico y sus efectos se prolongaron durante toda esa noche y los dos días siguientes, hasta que al final el cuerpo se rindió y tuve que dormir.

Título: Todo lo que muere
Editorial: Tusquets Editores. Colección Andanzas.
Autor: John Connolly
ISBN: 978-84-8310-261-9
Traducción: Carlos Milla Soler, 2004
Páginas: 425

No fue la única ocasión. El acceso fácil me hizo volver una y otra vez, y ahora me paso el tiempo esperando la siguiente dosis, sintiendo el ansia que me sube desde las entrañas y que tan difícil me resulta controlar. Ahora sé de qué hablan los vampiros cuando mencionan «la sed».

¿Que cuál es mi droga? Las novelas de John Connolly, específicamente la serie que tiene como protagonista a Charlie Parker, un detective ahora ya en las últimas, sus dos aliados-amigos-hermanos Angel y Louis, y una galería de monstruos cuya maldad supura sin pausa y modifica sin piedad sus cuerpos y sus rostros. Junto a ellos están los débiles, los marginados, los que desaparecen, los que apenas se pueden defender. Todo ello centrado en Maine, ese estado en el que todavía quedan unos bosques en los que es verosímil que se pierdan los caminantes.

John Connolly comenzó en 1999 una serie de libros que se clasificaron como «novela negra» y que más bien resultaron ser novelas de difícil clasificación, con un detective que sí podría calificarse de «típico», pero con una línea argumental que incorpora elementos de las novelas clásicas de terror y de misterio.

John Connolly comenzó en 1999 una serie de libros que se clasificaron como «novela negra» y que más bien resultaron ser novelas de difícil clasificación.

Cada una de ellas (lleva ya 15 y el año próximo se publicará la 16.ª) puede leerse como una novela aislada, pero leerlas en orden permite apreciar mejor la evolución de los personajes, la complejidad de las partes anteriores de la historia e incluso la dirección hacia la que podría avanzar.

La prosa es sonora, con diálogos vivos, escenas trepidantes, descripciones que pueden ser espeluznantes, divertidas y con gran economía de medios o con la prolijidad de una conversación en un pub irlandés. La primera vez que leí una, el ritmo me llevó a pensar en las palabras de las biblias antiguas, con su sonoridad y el ligero toque antiguo entre las líneas, en la sintaxis y en el vocabulario; no en vano Connolly nació en Irlanda, el país donde el catolicismo tiene visos celtas pero guía con mano de hierro muchas vidas, cuyos destinos parece dictar.

Connolly tiene bien claro que lo que nos devuelve, o más bien quienes nos devuelven, a esta serie una y otra vez son los personajes. Charlie Parker, el hilo conductor, el antiguo policía que, tras superar el asesinato de su primera mujer e hija, se convierte en una persona con especial empatía por los desesperados y los que sufren y, con ello, desarrolla y practica una ética particular a la hora de seguir su camino en la búsqueda de redención, es uno de los mejores personajes de detective con los que me he cruzado. A su lado está la pareja de «criminales redimidos» que empieza sirviéndole de apoyo, pero que luego desempeña en varias novelas funciones cruciales: Angel y Louis, dos personajes que sirven como contrapunto emocional, ligero desfase cómico y puntos de vista más anclados en la realidad cotidiana.

Los «malos» no se quedan a la zaga: desde asesinos en serie que gustan de recordarnos el arte anatómico medieval hasta aficionados a las arañas, con algunas personas en las que la maldad interior parece haber empezado a mostrarse con claridad en su cuerpo, en su olor, en la manera de andar, de sonreír y, en ocasiones, de matar, y otras que nos aseguran, sin rubor alguno, que descienden de los ángeles caídos o que solo viven para ayudarles a tomar el control de la humanidad.

Los textos son complejos; en concreto, en el caso de la primera novela de la serie, Todo lo que muere, me llama la atención como lectora la diversidad de registros que contiene.

Los textos son complejos; en concreto, en el caso de la primera novela de la serie, Todo lo que muere, me llama la atención como lectora la diversidad de registros que contiene. Como he dicho, no solo hay descripciones y diálogos, sino que también se incluyen informes policiales, charlas de expertos psicólogos, un poco de historia del arte y, por supuesto, expresiones de fútbol americano, de jazz, del mundo de la droga, de las mafias (italiana, jamaicana y otras) en Nueva York, divagaciones filosóficas sobre asesinos en serie y el habla de los descendientes de esclavos que viven entre los manglares de Luisiana.

Por eso merece toda mi admiración el osado traductor que ha acometido la tarea de verter todo esto al español, Carlos Milla Soler, que ha traducido casi toda la serie, desde Todo lo que muere (Every Dead Thing) hasta ahora, con la excepción de un par de novelas en las que resultó imposible por cuestiones logísticas (y espero que le quede un huequillo el año que viene, porque probablemente llegará el 16.º libro de la serie).

Por suerte, especialmente para los lectores, las de John Connolly no son las únicas novelas de serie negra que ha traducido: según me indicó en una breve entrevista por correo electrónico que aparece al final de la reseña, en su trayectoria como traductor ha ido reencontrándose con la novela negra de forma repetida y le tiene mucho aprecio al género.

La traducción resultó fluida, y no encontré ningún ejemplo de error grave en el que me saltara a los ojos una expresión que me hiciera chirriar por la frenada de lectura.

Como lectora, la traducción resultó fluida, y no encontré ningún ejemplo de error grave en el que me saltara a los ojos una expresión que me hiciera chirriar por la frenada de lectura. Muchas de las expresiones escogidas, de hecho, me recordaron vocabulario que tenía almacenado en algún rincón del cerebro pero que últimamente siento que faltan en otros textos, que siguen más el inglés y dedican menos creatividad al español.

Olvidé preguntar de quién fue la idea del título, que me parece bastante adecuado, pero aquí van las preguntas y respuestas acerca de la novela y su traducción:

La mirada del traductor: minientrevista a Carlos Milla Soler

Carlos Milla Soler nació en Barcelona. Se dedica profesionalmente a la traducción (del inglés) desde hace más de treinta años, labor que ha compaginado, a rachas, con la colaboración editorial en el sentido más amplio. Ha traducido a Mark Twain, Anne Tyler, Jean Auel, Stephen King, John le Carré, Arthur Miller, John Irving, Woody Allen, Salman Rushdie, Alice Munro, Chimamanda Ngozi Adichie y E. L. Doctorow, entre otros autores. En el 2007, su traducción de The March (La gran marcha), novela de E. L. Doctorow, hecha en colaboración con Isabel Ferrer, fue galardonada con el premio Esther Benítez, concedido por la Sección de Traductores de la Asociación Colegial de Escritores de España.

¿Conocías a John Connolly antes de comenzar a traducirlo?

No. Creo recordar que Every Dead Thing era su primera novela.

¿Habías traducido antes novela negra?

Sí. He ido reencontrándome con la novela negra a lo largo de mi trayectoria, y le tengo mucho aprecio al género. Mi primera traducción fue una novela negra, de un autor inglés, Robert Leigh, y luego he traducido a autores como Ed McBAin, John D. MacDonald, Anne Perry o Agatha Christie.

¿Cómo te preparas para traducir a JC?

Como con toda traducción, más que preparación hay inmersión. Una vez entras en una nueva novela de JC, la memoria hace su trabajo, y todo va saliendo. Y si no, ahí están los PDF, para resolver búsquedas y uniformar.

El inglés es más flexible para expresar el movimiento, tiene más opciones, y en las novelas de JC hay escenas trepidantes donde todo se mueve.

¿Hay algo que te haya planteado especial dificultad dentro de este ciclo de novelas?

La dificultad que más presente tengo es el movimiento. El inglés es más flexible para expresar el movimiento, tiene más opciones, y en las novelas de JC hay escenas trepidantes donde todo se mueve. También, claro, reflejar ese tono un poco tétrico de algunos pasajes.

¿Tienes algún personaje favorito? (Charlie Parker, Angel, Louis, alguno de los «malos»)

Louis, quizá. Y el Coleccionista.

Muchos de los personajes tienen hablas muy diferenciadas: por ejemplo, Tante Marie es de Florida, el Viajante utiliza algunas expresiones con doble significado… ¿Cómo te enfrentas a la traducción de estas partes del texto?

Los localismos no suelen quedar bien reflejados, y según y cómo, si los trasladas a alguno de los localismos del español, pueden quedar esperpénticos. A veces es mejor dar indicaciones al lector y buscar fórmulas más o menos neutras que diferencien las hablas, sin pretender emularlas palabra por palabra.

¿Hay algún rasgo en el texto de las novelas de JC con Charlie Parker que te resulte más atractivo?

Charlie tiene una visión social y humanista del mundo muy bien trabajada, discreta, sin estridencias pero muy clara. Ese es un buen rasgo.

¿Alguno que te resulte antipático?

No. Los demás rasgos, más simpáticos o menos, cumplen bien su función.

¿Te ha resultado más fácil ir traduciendo las novelas a medida que avanzaba la serie?

Posiblemente sí. El contexto siempre ayuda a adivinar las intenciones del autor, y cuando has traducido varias novelas de una misma serie, tienes mucho contexto. Y más en este caso, en que la vida de los personajes continúa claramente de un libro a otro, como si fuera el mismo libro.

¿Has tenido que ponerte en contacto con el autor en alguna ocasión o has resuelto todas las posibles dudas solo? ¿Qué te hubiera gustado hacer?

Lo he ido resolviendo solo, y cuando ha habido comentarios que hacer, lo he planteado a través de la editorial.

Mar Rodríguez
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Mar Rodríguez llegó a la traducción por casualidad después de estudiar Filología Inglesa, así que ha dedicado una porrada de años a formarse en traducción con cursos y cursillos variados (algunos con Asetrad). Traduce textos del inglés al español. Fan total de Fernando Navarro, Tolkien y los tuits de Rowling. De mayor quiere ser Mary Beard.

Mar Rodríguez
Mar Rodríguez
Mar Rodríguez llegó a la traducción por casualidad después de estudiar Filología Inglesa, así que ha dedicado una porrada de años a formarse en traducción con cursos y cursillos variados (algunos con Asetrad). Traduce textos del inglés al español. Fan total de Fernando Navarro, Tolkien y los tuits de Rowling. De mayor quiere ser Mary Beard.

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