Como cada verano, Gijón acogió en julio la trigésima edición de uno de sus festivales literarios más reconocidos a nivel nacional, la Semana Negra. Un festival literario que parece aunar a la perfección diversión y cultura y que, si bien en sus orígenes estaba dedicado exclusivamente a la novela negra, hoy en día acoge también muchos otros géneros literarios. Durante diez días se concatenan actos culturales y eventos lúdicos en los astilleros de Naval de Gijón, aunque su ubicación ha ido cambiando con el paso del tiempo. Pero no es solo su emplazamiento lo que más polémica ha suscitado a nivel regional, sino que las cuestionadas medidas de seguridad, las subvenciones públicas o su carácter «excesivamente» lúdico, la han colocado en el punto de mira durante la última década, poniendo en entredicho la celebración de una nueva edición cada año.
Desde nuestra perspectiva como traductoras, la Semana Negra supone una ocasión inigualable para acercarnos a literaturas internacionales y descubrir a sus autores. Por desgracia, la presencia de autores no hispanohablantes es cada vez menor y casi nunca se aborda el tema de la traducción en los actos de presentación de las obras. Por eso, desde aquí, y con todo el cariño que profesamos al festival, no podemos sino darle un pequeño tirón de orejas. Sería realmente útil que un festival literario de reconocido prestigio como este hiciese notar que, cuando un lector hispanohablante accede a la obra de un autor extranjero, a quien realmente está leyendo es a su traductor, y que, gracias a este, puede acercarse a la obra del autor y sumergirse en las páginas de sus novelas.
Este año han acudido a la Semana Negra tres autores cuyas obras se han traducido al español: Sophie Hénaff, Cecilia Ekbäck y Geir Tangen.
Este año han acudido a la Semana Negra tres autores cuyas obras se han traducido al español: Sophie Hénaff, Cecilia Ekbäck y Geir Tangen. Hemos tenido ocasión de charlar con ellos sobre sus obras y su perspectiva de la traducción en los diferentes actos de presentación de sus libros y, en algunos casos, también con sus traductores al español. Trataremos de plasmar, a continuación, la esencia de esas conversaciones.
¿No debería tener cabida la figura del traductor, y no solo de los autores, en festivales literarios como la Semana Negra?
La francesa Sophie Hénaff ha publicado en los últimos años un par de novelas policiacas en las que ha conseguido introducir el humor sin que merme el contenido policiaco. Así, ha logrado crear una peculiar brigada de personajes que se desenvuelven en situaciones atípicas y seducen al lector desde la primera página. En España sus obras, traducidas por María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego, las ha publicado la editorial Alfaguara. El acto de presentación de su obra en la Semana Negra —muy concurrido para tener lugar una soleada tarde de sábado— comenzó con un análisis del trabajo y un breve esbozo del perfil literario de la autora francesa, que procede del periodismo. Una de las cuestiones que más atrajo la atención del público fue el hecho de que se eligieran diferentes portadas para la edición francesa y española: en la primera se hace hincapié en el aspecto cómico y en la segunda, en el aspecto policiaco, quizás para adaptarse a los gustos del público de cada lengua. Sin embargo, no se hizo referencia alguna al cambio del título en la traducción… ¿Cobra, entonces, más importancia el aspecto visual de una portada que el propio título? ¿O sencillamente nadie se ha percatado? En realidad, no se hizo mención a ningún aspecto de la traducción durante todo el acto. ¿No debería tener cabida la figura del traductor, y no solo de los autores, en festivales literarios como la Semana Negra? Al fin y al cabo, son los que dan voz en español a estos autores para el público general. María Teresa y Amaya lo tienen claro: «Sí, por supuesto. Y no por querer chupar cámara, sino porque el diálogo entre traductor y escritor es interesante para los lectores, que también pueden participar durante el coloquio. Y el encuentro se enriquecería mucho». No es la primera novela de este género que traducen María Teresa y Amaya, aunque esta sea policiaca y la otra, negra: una novela de Pierre Lemaitre titulada Vestido de novia.
«Si bien es cierto que los títulos son muy importantes, el traductor solo considera el aspecto literario y lingüístico, pero es la editorial la que tiene que considerar otros aspectos».
Para sus traductoras, la dificultad a la hora de traducir a Sophie Hénaff reside, por supuesto, en la gran cantidad de jerga policial que contiene, lo que las obligó a estar en contacto permanente con policías que muy amablemente les prestaron ayuda con los términos en castellano. No cabe duda, pues, de que la traducción está bien documentada. Por lo demás, aseguran, tanto estas novelas como la de Pierre Lemaitre entrañan las mismas dificultades que cualquier otra novela o cualquier otra pieza literaria: hay que meterse en el estilo del autor y en el ritmo y crearlos en otra lengua; y, en este caso, al ser una novela con muchos juegos de palabras y bromas, encontrar equivalentes que tengan gracia. Ese problema empezaba ya en el título, que, como avanzábamos, se cambió por completo en la traducción. Las traductoras encontraron un título equivalente ideal para el original, Poulets grillés —literalmente, pollos asados, y, en francés coloquial, policías que se han quemado en el ejercicio de la profesión—, y fue el que propusieron: Madera quemada. Pero la editorial cuenta con un amplio mercado en Sudamérica y los responsables del departamento comercial consideraron que no se iba a entender. María Teresa y Amaya, que suelen ser muy peleonas en cuestiones de títulos, tuvieron que admitir que la editorial tenía razones de peso. En cuanto a la segunda novela, Rester groupés, la decisión del título fue también, probablemente, una decisión de marketing, dado que aparentemente no revestía ningún rebuscamiento, por lo que se aceptó sin miramientos Aviso de muerte. «Si bien es cierto que los títulos son muy importantes, el traductor solo considera el aspecto literario y lingüístico, pero es la editorial la que tiene que considerar otros aspectos y, salvo excepciones en que la decisión de la editorial sea claramente un error, es razonable que el traductor acepte esas consideraciones, tanto más si se trata de un escritor vivo a quien se le consulta y no pone objeciones», afirman María Teresa y Amaya.
En lo que respecta al hecho de ser una autora traducida, la escritora francesa afirma sentirse encantada con poder difundir su obra más allá de las fronteras de la francofonía, pero el proceso que implica la traducción de sus obras le es totalmente ajeno. Cuando a Sophie le plantearon que sus obras iban a publicarse en otros idiomas, se alegró por la proyección internacional que eso suponía. Además, tuvo ocasión de reflexionar sobre el proceso de traducción y fue consciente de la existencia de un intermediario entre su público y ella, del que, hasta entonces, no se había percatado. La decisión de traducir sus novelas a un idioma concreto, así como la elección del traductor, compete meramente a la editorial. Sophie afirma intercambiar correos electrónicos únicamente con el traductor de inglés, en los que este le plantea dudas referentes al vocabulario policial y argot utilizado en sus novelas, pero con el resto de los traductores no tiene ningún tipo de relación. Por su parte, María Teresa y Amaya son partidarias de consultar con los escritores, si están vivos, y si hay algo que les parezca que precisa una aclaración. Pero en el caso de Sophie Hénaff no fue necesario, ya que todo estaba clarísimo. El único problema era la jerga, y en eso no era ella quien podía ayudarlas, sino los policías españoles a los que recurrieron. No obstante, Amaya aprovechó la parada de Sophie en Madrid, antes de que la francesa llegase a Gijón, para conocerla en persona.
Actualmente está en marcha otra novela, que, en principio, no guarda relación con la comisaria Capestan. Aunque parece ser que habrá una tercera entrega sobre esta peculiar brigada de policías, según dice la autora. ¿Qué ocurrirá con la versión española, recaerá en las mismas traductoras? ¿Suelen las editoriales respetar el binomio autor-traductor? Es sabido que a los traductores los escogen las editoriales y, en general, cuando un traductor encaja bien con un escritor, le coge bien el aire y se convierte atinadamente en su voz en castellano, las editoriales inteligentes suelen conservar a ese traductor para los siguientes libros de ese autor, porque eso le da una deseable unidad a la obra del escritor extranjero en castellano. Y porque, cuando hay alusiones a obras anteriores, el traductor ya sabe a qué se refieren y las incluye fielmente. Y, si el escritor tiene alguna preferencia por una palabra o un giro, el traductor va a conservar esa preferencia. Tal como aseguran María Teresa y Amaya, Alfaguara respeta en buena medida esa forma de proceder.
Cuando eso se da, los dos traductores se enriquecen mutuamente, se completan y, de paso, eliminan los tics del otro miembro del equipo, que siempre los hay.
Otra peculiaridad de las versiones españolas de la obra de Sophie es que están traducidas a cuatro manos, lo que no suele ser lo más habitual en la práctica editorial (aunque sea una tendencia que parece haber resurgido en los últimos años). ¿Qué aporta la traducción a cuatro manos frente a la convencional de un solo traductor? Según la opinión de María Teresa y Amaya, hay una condición previa sine qua non: «Los miembros del equipo tienen que tener un concepto similar de la traducción, una lengua común, una cultura común. Y tienen que conocerse bien. Cuando eso se da, los dos traductores se enriquecen mutuamente, se completan y, de paso, eliminan los tics del otro miembro del equipo, que siempre los hay. En los juegos de palabras es muy divertido y muy provechoso ir diciendo cosas por turnos e ir afinando. Por lo demás, cada uno incide en lo que mejor se le da, lo cual no quiere decir que sea indispensable traducir en equipo».
El caso de la sueca Cecilia Ekbäck es peculiar, puesto que, aunque su lengua materna es el sueco, escribe sus novelas en inglés.
Por otro lado, el caso de la sueca Cecilia Ekbäck es peculiar, puesto que, aunque su lengua materna es el sueco, escribe sus novelas en inglés. A pesar de haber crecido en Suecia en el seno de una familia lapona, posteriormente se mudó a Londres a estudiar escritura creativa y actualmente vive en Canadá. Este periplo vital quizás sirva para explicar por qué se siente más cómoda escribiendo en inglés y afirma que el sueco no le sirve para la literatura. Cecilia ha acudido a la Semana Negra para presentar su segunda novela, La oscura luz del sol de medianoche, publicada en España por Roca Editorial y traducida por Julia Osuna Aguilar. En el acto, con bastante afluencia de público, se analizaron las peculiaridades de su obra, que mezcla novela histórica y policiaca, plasma la cultura lapona antes de la colonización sueca y durante esta y trata el papel de la mujer de la época, pretendiendo ser un reflejo de la sociedad escandinava del siglo xix. Su anterior novela, El invierno más largo, que gozó de gran éxito, se publicó en España en Roca Editorial traducida por Santiago del Rey. Como vemos, en este caso, no se ha ocupado el mismo traductor de las versiones al español de las obras de Cecilia, a pesar de estar publicadas por la misma editorial; desconocemos los motivos.
La escritora tuvo una reacción negativa al leerse traducida al sueco, ya que había partes que no le encajaban como en inglés, y eso le produjo una sensación extraña.
En el acto de presentación de su segunda novela, al hablar del título original, en inglés Wolf Winter, Cecilia hizo mención a la traducción para aclarar que ese término hace referencia a un periodo de duelo, a un momento en el que los personajes se sienten solos y a partir del cual pueden evolucionar y crecer. Sin embargo, aunque esta breve alusión a la traducción parecía prometer una posterior reflexión o mayor debate al respecto, se quedó solo en un fugaz comentario. Posteriormente tuvimos ocasión de saber que la escritora tuvo una reacción negativa al leerse traducida al sueco, ya que había partes que no le encajaban como en inglés, y eso le produjo una sensación extraña. Con respecto a la traducción de sus novelas a otros idiomas, dice no ser capaz de valorar ese trabajo por carecer de la soltura necesaria para manejarse en otra lengua a ese nivel. Y tampoco mantiene contacto con los traductores de sus libros ni se preocupa de las traducciones, ya que confía en el criterio de la editorial a la hora de seleccionar a un traductor que le haga justicia al libro. Por tanto, vuelve a ser evidente que la decisión de traducir las novelas a un idioma concreto, así como la elección del traductor, son decisiones de las que únicamente parece ocuparse la editorial.
Por último, una tarde con cielo plomizo típicamente nórdica, muy apropiada para la ocasión, todo hay que decirlo, asistimos al acto del último de los autores traducido al español que ha estado presente en esta trigésima edición de la semana Negra de Gijón: el noruego Geir Tangen, quien presentó El Ejecutor, primer libro de una trilogía que pretende ser un gran tributo al género, un homenaje a sus novelas policiacas preferidas. Se trata de su primera novela, publicada en España por Editorial Roja y Negra y traducida por Bente Teigen Gundersen, quien nos cuenta que fue la editorial, con la que ya había traducido a otros autores como Jo Nesbø o Anne Holt, la que se puso en contacto con ella para proponerle que se encargara de la traducción de esta novela. Además, nos cuenta que le hizo especial ilusión cuando la editorial se puso en contacto con ella para encargarle la traducción de El Ejecutor, no solo por las buenas críticas de la primera novela, sino también porque la trama se desarrollaba en Haugesund, la ciudad más grande de la comarca donde ella misma se crio. De este modo, los escenarios en los que se desarrolla le resultaron a la traductora muy cercanos y familiares, pues conocía cada uno de los lugares que frecuentaban los protagonistas.
En el acto de presentación, tras haber hecho un repaso de su perfil profesional como periodista y bloguero, el autor reconoció que la literatura nórdica, aunque también la anglosajona, es su principal fuente de inspiración. Asimismo, reflexionó sobre la influencia que las series televisivas tienen en la literatura noruega, y muy especialmente en su obra, que dice construir según este modelo, creando las escenas por separado e hilvanándolas luego para que la trama cobre sentido.
Tal como pudimos saber después, (Geir Tangen) otorga un gran valor al trabajo del traductor y es muy consciente de la entrega y dedicación que requiere el oficio, por lo que los traductores merecen toda su admiración.
Toda referencia a la traducción brilló por su ausencia, de nuevo, en el acto. No obstante, el escritor noruego, tal como pudimos saber después, otorga un gran valor al trabajo del traductor y es muy consciente de la entrega y dedicación que requiere el oficio, por lo que los traductores merecen toda su admiración. Incluso recuerda, a modo de anécdota, una ocasión en la que su traductor de polaco le envió un par de correcciones históricas muy acertadas, lo que le lleva a afirmar que, a veces, los traductores pueden llegar, incluso, a mejorar el original. Geir afirma que mantiene contacto por correo electrónico con sus traductores para solventar dudas debido al gran uso que hace de localismos, aunque no llega a realizar ninguna supervisión de las traducciones, ni toma parte en la elección de los traductores. Por su parte, Bente nos indica que se puso en contacto con el autor por Facebook y que estaba muy dispuesto a que le consultasen cualquier duda; sin embargo, continúa: «Los problemas o dudas que surgen en el proceso de la traducción suelen ser de otra índole a los que puede resolver el autor (aunque alguna vez sí tuvimos que acudir a él). A menudo se trata de buscar y encontrar una manera de describir conceptos y referencias culturales que no tienen una correspondencia en la lengua meta. Recuerdo que en El Ejecutor había, por ejemplo, algunas referencias a ciertos episodios y personajes de la política noruega. Se trata de sucesos conocidos por cualquier noruego que sigue más o menos la actualidad, pero lógicamente es algo muy ajeno para un lector español».
«Parece que a muchos nos fascinan las historias grotescas y bestiales, y desde luego lo son muchas de las narraciones policiacas actuales que vienen de los países nórdicos».
La novela negra y policiaca de los países nórdicos es un género de larga tradición, que se ha ido cultivando y evolucionado con el tiempo. El autor noruego ha compartido con nosotras su teoría sobre el auge de la literatura negra en los países nórdicos durante los últimos años: «Tiene que ver con la relación entre el bien y el mal, lo hermoso y lo espantoso, se debe a este contraste, a esta dicotomía que se da entre el hecho de ser pueblos pacíficos con una maravillosa naturaleza donde también tienen cabida sucesos horribles». Y la opinión de la traductora parece no distar mucho de esta: «El auge de este tipo de literatura se debe al hecho de que se desvelan algunos aspectos del “lado oscuro” de unas sociedades que normalmente se presentan como bastante perfectas desde el punto de vista del bienestar social y económico. Desde esta perspectiva se puede decir que el género policiaco tiene un aspecto de crítica o comentario social. También suelen despertar interés desde el punto de vista psicológico los personajes que generalmente protagonizan las novelas de este género: casi siempre son una especie de antihéroes estereotipados que luchan con muchos aspectos de la existencia, tienen problemas de alcohol, depresión u otros problemas sociales, y que, sin embargo, despiertan el cariño y la simpatía en el lector. Parece que a muchos nos fascinan las historias grotescas y bestiales, y desde luego lo son muchas de las narraciones policiacas actuales que vienen de los países nórdicos».
En este sentido, la traductora comparte con nosotras la sensación de que el éxito de las novelas negras de los países nórdicos está contribuyendo a abrir más el camino a otros géneros de la literatura noruega. Prueba de ello es que los pocos traductores de noruego a español que hay llevan unos cuantos años con bastante trabajo, aunque no todos se dedican exclusivamente a la traducción literaria, sobre todo por motivos económicos. Bente, por ejemplo, lo compatibiliza con la enseñanza de noruego en la universidad y con otros proyectos. Y señala que, cuando traduce al español, siempre lo hace a cuatro manos, en colaboración con un compañero nativo, en este caso, José Serra.
Por lo que sabemos, este autor ya ha terminado de escribir el segundo libro de la trilogía, que se publicó en Noruega en primavera y parece que se publicará en España a lo largo del año 2018, pero todavía no sabemos si también con la traducción de Bente Teigen Gundersen, es decir, si la editorial respetará el binomio traductor-autor en esta ocasión.
En la última edición de la Semana Negra, tres han sido los autores que nos han visitado y que escriben en una lengua diferente al español, sin que en ninguno de los tres casos se haya hecho referencia a los traductores.
Para concluir, volvemos a insistir en el importante papel que juegan los traductores en la literatura universal y la escasa, por no decir nula, visibilidad que, con frecuencia, se les otorga. En la última edición de la Semana Negra, tres han sido los autores que nos han visitado y que escriben en una lengua diferente al español, sin que en ninguno de los tres casos se haya hecho referencia a los traductores que hacen posible que sus novelas sean leídas fuera de sus fronteras, en lengua española en este caso. Con esta crónica no pretendemos más que dar cuenta de las obras de estos autores y, por tanto, de su traducción al español, tal como se presentaron en los actos, pero echamos de menos que fueran los propios traductores los que acompañasen a los autores y pudiesen establecer un diálogo, también con el público, sobre las obras y el género, que enriqueciese las presentaciones.
Aunque, desafortunadamente, no nos ha resultado posible contar con el testimonio de todos los traductores, valoramos y agradecemos el interés y esfuerzo de los que nos lo han ofrecido, por responder a nuestras preguntas y permitirnos comprender un poco mejor los entresijos de la traducción literaria en el ámbito de la novela negra y policiaca. Con la crónica de este certamen literario, que supone una significativa proyección para muchos autores, no podemos dejar de dar valor a la figura del traductor, también como autor. Y nos gustaría pensar que este pequeño tirón de orejas a la Semana Negra servirá para subsanar el hueco que existe hoy en día en las mesas de los actos de presentación de obras extranjeras en el festival y para que en el futuro los traductores entablen diálogo codo a codo con el autor en estos actos.