Cuando supe que la asamblea de Asetrad de 2012 sería en Bilbao, la alegría fue triple: siempre me había parecido (¿erróneamente?) que el norte tenía poca representación en Asetrad y una asamblea sería una forma excelente de publicitarnos, yo podría combinar una de las visitas familiares desde la diáspora con la participación en la asamblea y, encima, tendría la oportunidad de contribuir a que los asetraderos conocieran mi ciudad.
Gracias a las redes sociales y a la creatividad y diligencia de nuestros socios disponemos esta vez de varias crónicas [véase recuadro] de la asamblea y de los días en Bilbao, crónicas que no voy a «copipegar» pero aún menos pasar por alto, por lo que las líneas que siguen no serán otra cosa que una crónica personal y subjetiva de una bilbaina asetradera temprana (socia n.° 68) que solo espera poder aportar quizás algún matiz no reflejado en las otras.
Preparativos
Ya bastante antes de comunicarse oficialmente que la asamblea de 2012 sería en Bilbao recibí el soplo, soplo que me llegó acompañado de la consulta acerca de posibles lugares para celebrarla y de hoteles que recomendar. Recuerdo que, aparte del Palacio Euskalduna, donde finalmente se celebró, yo había sugerido también el salón de la Biblioteca Municipal de la calle Bidebarrieta, salón de actos que seguramente no será práctico pero que es sencillamente precioso.
Encantada e incluso emocionada ante la perspectiva de tener a tantos estupendos compañeros de visita en mi ciudad, me ofrecí enseguida a organizar el domingo una visita guiada por mi Bilbao; a los socios se enviaría algo más tarde la información de que una socia oriunda de la zona (sic) les enseñaría Bilbao. Casi me enfadé (aunque no en serio, pero mis amigas junteras bien lo saben): «Yo, oriunda de la zona…» Bien es verdad que vivo desde hace muchos años en Alemania, pero no sólo voy con mucha frecuencia a Bilbao sino que… ¡soy de Indautxu!, barrio bilbaíno1 donde los haya y que muchos de los asetraderos pudieron conocer bien y a fondo, sobre todo en lo que respecta a los exquisitos pintxos y los ricos caldos.
Más tarde supe que otra socia bilbaina, Iciar Pertusa, se había ofrecido también como guía, así que en una de mis frecuentes estancias en Bilbao nos reunimos tres socias en un bar (se nos unió Susana Fornies) para diseñar visitas alternativas, ya que en Bilbao el tipo de visita no solo dependería del número de socios interesados sino también… del tiempo: ¿a pie? ¿en autobús «descapotable» o metidos en algún medio de transporte que nos guareciera del sirimiri?
Por fin se acercaba la fecha del encuentro. Llegué dos días antes de la asamblea en sí, y una de las primeras cosas que hice fue conseguir para los asetraderos planos y material informativo sobre Bilbao.
Jueves, inicio: lluvia y fútbol
Ya la noche de mi llegada tuve encuentro asetradero. Después de acompañar a mi madre a un concierto muy especial de la Orquesta Sinfónica de Euskadi para conmemorar los 75 años del bombardeo de Gernika, quedé con un joven compañero gallego para charlar un rato y tomar algo. Había fútbol, y eso en Bilbao siempre significa, si es fútbol importante, que el Casco Viejo se queda desierto y todo Bilbao se concentra en Indautxu… pero Manuel Saavedra tenía el antojo de ir a las Siete Calles. No había nadie, nuestra única compañía fue el sirimiri: el bar en el que quedamos en la Plaza Nueva (para ti, Elena Bernardo, la «plaza porticada» que algunos días después buscabas con denuedo) estaba ya bajando la persiana en el momento en que llegué; buscamos otros, aún abiertos, y terminamos tomando… lo poco que encontramos. Pero charlamos, charlamos y nos reímos mucho (con acento, y de Lugo) y, cuando finalmente subí hacia Indautxu, ya muy tarde, casi no se podía pasar por las calles, abarrotadas a la una y media de la madrugada: ¡había ganado el Athletic!
Viernes, primer día de programa: lluvia y temas interesantes
El viernes, víspera de la asamblea y día de la charla de María Fernanda Poblet sobre ortotipografía, recibió a los muchos asetraderos que iban llegando… lloviendo. Como debe ser en Bilbao, en realidad. Ese día me había pedido libre hasta la noche para poder estar con mi familia, así que me perdí la interesantísima charla de María Fernanda, de la que Noelia Berná nos informa en detalle en la primera entrega de su crónica (véase el recuadro).
Me incorporé a la hora de la cena. Era en el Abaroa, un sitio relativamente pequeño y con las mesas muy juntas: ¡qué complicado era moverse! Pero iban llegando más y más asetraderos amigos, y había que levantarse una y otra vez para el primer abrazo. Estaban ya allí muchos de los antiguos, de los junteros, de los nuevos, de los jóvenes y de los no tan jóvenes… pero faltaba la presi, Elena Pérez, que aterrizó ya de noche y se sumó a la hora de los postres. ¡Menuda paliza! Terminamos… cuando casi nos echaron (aunque no era excesivamente tarde).
Los más emprendedores se dejaron recomendar bares de la zona, pero otros prefirieron retirarse y recuperar fuerzas para el día siguiente, que prometía ser muy intenso.
Esa noche empecé a familiarizarme con dos cosas «importantes» o curiosas: la máquina de fotos del juntero Pedro Satué, que nos acompañó sin descanso durante toda la estancia en Bilbao y nos proporcionó una crónica fotográfica de las jornadas… y los teléfonos inteligentes que muchos (¡muchos!) de los asetraderos utilizaban como GPS para encontrar el camino de regreso al hotel: a Luisa Calatayud, también asetradera temprana y buena amiga, le costó su tiempo convencerse de que yo le estaba indicando el camino más corto y más sencillo para llegar a su hotel… hasta que se lo confirmó su smartphone.
Sábado, segundo día de programa: programa intenso y asamblea de Asetrad
El sábado no hubo tiempo ni para hacer en el nuevo tranvía el precioso recorrido a lo largo de la Ría (nombre que en Bilbao, así con mayúscula, adopta el río Nervión): el programa nos haría esperar hasta la noche a la parte lúdico-festiva.
Por la mañana comenzamos con dos charlas interesantísimas (mientras Pedro Satué seguía sacando fotos sin parar): Clara Guelbenzu e Isabel García Cutillas nos hablaron de la importancia de las redes sociales y de las comunidades virtuales, pero también de sus peligros. A continuación, Llorenç Serrahima, gran amigo, nos introdujo en el (al menos, para mí) complicado mundo empresarial y nos presentó la interesante opción de las cooperativas, una charla sumamente oportuna si tenemos en cuenta que es precisamente en Euskadi donde la tradición cooperativista ha sido y continúa siendo (objetivamente) un importante puntal de la economía local. También aquí os remito a las excelentes crónicas de asetraderas más estudiosas que yo (véase el recuadro).
[Inciso: Es curioso: todas las crónicas de la asamblea de las que he tenido noticia las han escrito mujeres, mientras que la gran crónica fotográfica corrió a cargo de un caballero. Quiero pensar que fue simple casualidad… pero quizás también fue que Pedro, como traductor jurado acostumbrado seguramente a textos con frecuencia poco entretenidos, optó por las fotos para, por un par de días, olvidarse de tanta letrita.]
En la cena, esta vez en el Casco Viejo y muy bien servida, se vio que el norte sí está lleno de asetraderos, aunque en parte ni se conocían (o solo de nombre). Idoia Echenique, vizcaina residente en Pamplona, pasó inmediatamente a la acción (en actitud proactiva, que dirían los posmodernos) y creó en Facebook muy pocos días más tarde la Red Tradunorte, grupo que en un pispás alcanzó la cincuentena de miembros… ¡del norte!
Domingo, sin descanso: Bilbao para todos
Iciar Pertusa y yo tratamos de enseñar a los asetraderos nuestro Bilbao. Si bien el tiempo no acompañó más que a ratos (como todos los días anteriores), aprovechamos bien la jornada: Los más madrugadores subieron conmigo en funicular al monte Artxanda, desde donde se divisa una preciosa panorámica de Bilbao, mientras que los de mayor resistencia (y no solo juventud) continuaban escuchando a media tarde las explicaciones de Iciar… mientras Pedro Satué sacaba fotos espectaculares. Algo que impresionó a muchos fue lo precioso que está el Casco Viejo «gracias a» la obligada recuperación tras los desastres que provocaron las trágicas inundaciones de agosto de 1983.
¿Qué me queda por comentar?
Cuando el lunes por la noche, tras haber pasado el día en Donostia-San Sebastián con un grupito de amigos asetraderos que aprovechaban el puente del 1 de Mayo, traté, agotada, de pasar revista a los cuatro y pico días anteriores, me pareció que habían sido eternos y brevísimos a la vez: habían pasado volando pero… ¡cuánto habíamos vivido, hablado, conocido, aprendido y disfrutado!
Me ha resultado bastante difícil escribir esta crónica debido a la necesidad de abreviar, de seleccionar las cosas que eran de mención obligada, y por eso me siento feliz de poder remitiros a tantas otras buenas crónicas de las jornadas, ya que así tengo la sensación de que con todas ellas, y sobre todo aquellos de vosotros que no pudisteis participar, podréis haceros al menos una idea de la «exquisita vorágine» de aquellos días.
Ah, y eso sí, que quede bien claro que también el norte de la península está repleto de buenos asetraderos.
Enlaces
Crónicas de «Asetrad en Bilbao»
Noelia Berná: Diario de #AsetradBilbo y Diario de #AsetradBilbo-2
Judith Carrera: #AsetradBilbo: La unión hace la fuerza
Isabel García Cutillas: Crónica de un fin de semana asetradero en Bilbao
Ana Belén Guerrero: Crónica de una asamblea anunciada
Iciar Pertusa: Un fin de semana para recordar
Fotografías
Pedro Satué: Curso de corrección, Cena y copas y Charlas, almuerzo, asamblea, cena y copas
1 He de reconocer que escribir bilbaíno (como manda la RAE) me resulta dificilísimo, casi imposible, y eso a pesar de mi «puntillosismo» y de mi deformación profesional como traductora; nosotros somos bilbainos, aunque no nos dejen. Como Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao desde hace trece años, escribía en una necrológica: «bilbainos de pura cepa, de los bilbainos trisílabos, de los del bacalao en salsa verde».
Isabel Basterra
Nacida en Bilbao en 1950, se trasladó hace más de cuarenta años a Dusseldorf (Alemania), donde sigue viviendo y trabajando. Amante de las matemáticas y la sociología, es diplomada en trabajo social por la UPV, traductora e intérprete reconocida oficialmente en Alemania, e intérprete jurada en España nombrada por el MAEC. Sus estudios se reflejan también en su vida profesional, a caballo entre el trabajo social y político en cuestiones de inmigración, derecho de extranjería y refugiados, por una parte, y su actividad de varias décadas como traductora autónoma y, sobre todo, intérprete de alemán.