En enero Asetrad inauguró su nueva sede, situada en la calle Leganitos, número 35 de Madrid. Para celebrarlo organizamos una fiesta a la que estaban invitados todos los socios que quisieran acercarse. Fue una jornada emocionante e inolvidable que nos permitió compartir momentos muy agradables y dar a conocer el nuevo lugar de encuentro con el que cuentan los socios.
El 28 de enero tuvimos una cita inolvidable que nos sirvió para cerrar un capítulo en la junta directiva y empezar a escribir otro nuevo con todos los socios.
En los últimos años, Asetrad ha tenido su sede en un local de la Fundación Consuelo Berges, a quienes nos sentíamos unidos profesional y emocionalmente por nuestros lazos comunes. Sin embargo, se trataba de un pequeño piso con varias estancias que solo podíamos usar como despacho para Celia, nuestra querida administrativa.
Teníamos la ilusión de que los socios de Asetrad pudieran contar con algo más que una oficina y una dirección social de contacto. Queríamos una casa para los socios. Un punto de encuentro, un lugar para reunirnos, para organizar una tertulia, para tomar un café asetradero, para impartir un pequeño curso, para acoger una mesa redonda o, incluso, para que cualquier socio pueda trabajar unas horas tranquilamente si lo necesita.
Encontrar las tres bes en Madrid no es tarea fácil.
Con esa ilusión la junta directiva inició hace varios meses una carrera inmobiliaria de fondo y nos hicimos expertos en anuncios de alquiler. Por suerte, contamos con una presidenta madrileña e incansable a la que no le flaquearon las fuerzas en ningún momento y con una juntera que, además de traductora, es arquitecta y siempre sabía cómo calcular aforos, posibilidades y otros secretos estructurales de los locales que encontrábamos. Dedicamos buenos ratos (María, horas) a ver fotos y ofertas en los portales de alquiler. Encontrar las tres bes en Madrid no es tarea fácil.
Por fin encontramos un local que nos encantó, estaba bien ubicado y con un precio más que razonable. Fuimos a visitarlo dos veces y nos dispusimos a negociar el contrato. Lo analizamos a fondo y cuando ya íbamos a firmar intentaron modificarlo a última hora y sin previo aviso. Decidimos no aceptar las nuevas condiciones y nos quedamos sin sede.
Volvíamos a estar como al principio y con la sensación de haber perdido un local estupendo. Pero María no cejó en el empeño y se volvió a poner manos a la obra con la energía y el buen humor que la caracterizan. Y dio con un nuevo local tan bueno como el anterior y con un precio incluso mejor. Nos pareció estupendo y decidimos que aquel sería el nuestro. Hasta que nos dijeron que ya estaba alquilado.
De nuevo, todo nuestro gozo en un pozo. Pero decidimos que la tercera sería la definitiva. María volvió a cargar las pilas y salió de nuevo a recorrer Madrid junto a nuestra alegre compañera Reyes Bermejo y nuestra eficiente administrativa Celia Palacios. Y entendimos por qué los dos intentos anteriores nos habían fallado: la sede de Leganitos nos estaba esperando; en una ubicación increíble, con una distribución perfecta y las características ideales para Asetrad. Desde el primer momento lo vimos claro: tenía que ser nuestra. Y para asegurarnos tuvimos que darnos prisa y confirmar la reserva y el contrato con muy poco margen. Menos mal que tenemos una junta que, en caso de emergencia, es capaz de actuar y coordinarse en cuestión de minutos.
Y fue a partir de ese momento, por diciembre, cuando empezó la mudanza y decidimos celebrarla por todo lo alto. Sabíamos que los traslados suelen ser duros y pesados y que los socios necesitarían tiempo para organizarse, así que nos dimos un margen amplio hasta la fiesta de inauguración, el 28 de enero, para poder tenerlo todo preparado.
En plenas fiestas navideñas, Carmen Albaladejo, Celia y María se dieron un buen madrugón para lograr hacer la mudanza en un día. Tuvimos que lidiar durante varios días con la instalación de internet, imprescindible para que Celia pudiera trabajar, y esperar también a que los pintores nos dejaran la sede en perfecto estado. Y después, con Celia rodeada de cajas en la nueva sede, nos tocó esperar, esperar y (casi) desesperar hasta que, por fin, la víspera de la inauguración llegaron los muebles que habíamos pedido varias semanas antes. Y pudimos desempaquetar y ordenar los archivos y la nueva biblioteca de Asetrad. También recibimos ese mismo día un photocall y un nuevo cartel de Asetrad estupendos que estrenamos en la inauguración y que, seguro, nos acompañarán en muchos otros actos.
Y llegó por fin el día. La única juntera que conocía la sede era María. Las referencias que teníamos los demás se limitaban a sus comentarios y un par de fotos. Comenzamos el día temprano y muy ilusionados. Aun sin conocerla, ya sentíamos cariño por la calle Leganitos. Los que llegaron en metro descubrieron que incluso en la estación hay varios carteles que la indican.
Yo decidí cruzar el centro de Madrid a pie para despejarme, desde Lavapiés, donde estábamos alojados, hasta la sede, muy cerca de la Plaza de España. Al llegar al último cruce vi el cartel de la calle Leganitos y no pude evitar el impulso de sacar el móvil y hacerle una foto. Al alcanzar el número 35 me encontré con Esther Trigo y Jordi Batlle, que ya estaban allí, y enseguida llegó también Iciar Pertusa. Al entrar al portal, nos dimos cuenta de que María, siempre tan detallista, ya había colocado el cartel de Asetrad en el directorio de empresas del edificio y en el buzón.
El photocall nos dio un momento de lo más entretenido. Que si se cae, que si no se cae, que si estas patas van hacia arriba o hacia abajo…
Cuando llegamos a la sede ya estaba casi todo hecho. Mesas puestas, manteles colocados, parte del picoteo en los platos… Quedaban por montar el rollup y el photocall, que nos dio un momento de lo más entretenido. Que si se cae, que si no se cae, que si estas patas van hacia arriba o hacia abajo, que dónde están las instrucciones, que tienen que faltar piezas… Hasta que, por fin, aparecieron las piezas que, efectivamente, faltaban y conseguimos dejarlo estupendo.
En esas estábamos cuando llegaron los sándwiches, los cuchillos y el sacacorchos. Y Xosé Castro armado con su cámara. En el equipo untador nos pusimos manos a la obra, mientras que Esther y Jordi terminaban de colocar la placa de la puerta y presidenta y tesorera se ocupaban de ciertos papeles que tenían pendientes.
Cuando estábamos terminando empezaron a llegar nuestros primeros invitados. Aparecieron algunos consortes y demás familia de varios junteros, que a pesar de las horas que dedicamos a la asociación siguen estando dispuestos a acompañarnos y dejarse contagiar de la buena energía que destila la asociación; recibimos a varias exjunteras; saludamos personalmente a Mariana y Celia; la sección infantil descubrió enseguida un estupendo rincón ludoteca que tiene la sede; saludamos a un buen grupo de socios habituales, madrileños y no madrileños, y pusimos cara a otros con los que no habíamos coincidido antes.
En el primer turno, bebimos poco, comimos menos, nos hicimos una foto de grupo formal y otra boomerang. En el segundo turno, bebimos más, comimos más, repetimos la foto de grupo y, por supuesto, la boomerang, María aprovechó para hacer un brindis de agradecimiento a los que habían venido, y Mariana se declaró encantada de haber podido poner cara a algunos de los cientos de socios con los que se escribe.
Se creó un ambiente inmejorable y muy cálido (tanto que acabamos abriendo las ventanas en pleno enero). En cada turno nos juntamos entre 25 y 30 personas y constatamos que la sede tiene un espacio más que suficiente para ese aforo. Tuvimos oportunidad de cruzar unas palabras con casi todos los socios que se acercaron. Nos pusimos al día con algunos a los que hacía tiempo que no veíamos. Comentamos con otros propuestas de participación e ideas de lo más interesantes para realizar en la sede. Nos reímos de lo lindo haciéndonos fotos. Los niños se portaron de maravilla y dejaron alguna que otra pegatina por el suelo de recuerdo.
Y poco a poco la sede de Leganitos se fue vaciando. Fue una despedida alegre, porque sabíamos que pronto nos volveríamos a encontrar en nuestra nueva casa. Nos quedamos prácticamente solos los junteros. Por supuesto, continuamos con la charla mientras recogíamos y dejábamos todo ordenado. Al cabo de un rato decidimos cerrar y continuar la reunión sentados y con un café delante. Según avanzaba la tarde nos fuimos disgregando y las que quedamos llegamos hasta las once de la noche, cuando pusimos el punto final a una jornada de lo más completa y entretenida.
Y ese fue el inicio de una nueva historia en Asetrad.
Y ese fue el inicio de una nueva historia en Asetrad. Una en la que esperamos celebrar actos inolvidables y vivir momentos emocionantes. Y, por supuesto, una en la que todos los socios que vivan o pasen por Madrid se acerquen por el número 35 de la calle Leganitos a visitar la sede y se sientan como en casa, porque la sede de Asetrad es de todos y cada uno de nosotros, y así esperamos que la sintáis.
Paula Varona
Se licenció en Traducción e Interpretación por la Universidad de Alicante y realizó el máster de Traducción y Mediación Intercultural en la Universidad de Salamanca. Desde el año 2011 trabaja como autónoma; traduce desde el inglés y el alemán al español, está especializada en traducción técnica y comercial, siente interés por prácticamente cualquier tema y le despiertan una gran curiosidad otras áreas como la corrección, la audiodescripción o la redacción.