«Es hora de hacer del cambio climático una prioridad en la industria de la traducción y es hora de hacer de la traducción una prioridad en el debate acerca del cambio climático», Claudia Brauer (2018). Tras leer esta cita en este artículo, me quedé pensativa un buen rato: ¿cómo podemos hacer que el cambio climático se convierta en el punto de mira de la traducción, la interpretación y la corrección?, ¿existen los recursos necesarios para ello? y, sobre todo, si realmente desde nuestra profesión podemos luchar para combatir el cambio climático, ¿por qué no se habla de la urgencia de que haya más traductores e intérpretes en este campo?
Introducción
¿Por qué no se habla de la urgencia de que haya más traductores e intérpretes en este campo?
Empecé a escribir este artículo el 8 de junio, el Día Mundial de los Océanos, con mucha ilusión y con ganas de compartir con mis queridos lectores una pizca de lo que he aprendido este último año sobre el campo de las energías renovables y el cambio climático. Tras un parón vacacional, he vuelto al ruedo con este escrito (al que espero darle la importancia, la emoción y la profesionalidad que se merece) y justamente coincide con la publicación de la contribución del grupo de trabajo I al sexto informe de evaluación del IPCC (siglas en inglés del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU). El IPCC fue creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para orientar a los dirigentes políticos a través de informes científicos sobre el cambio climático. Programas como el PNUMA se encargan de construir modelos de vida más resilientes para toda la población mundial, apostando por un consumo sostenible y amigable con el medio ambiente. Todos estos informes que se elaboran desde las organizaciones internacionales y las organizaciones privadas examinan los efectos, los riesgos y las posibles políticas de impacto para mitigar el cambio climático. En 2021, por desgracia, los números no son buenos: en lo que va de año (en concreto desde el 30 de julio, día que algunos incluso han bautizado como Earth Overshoot Day) ya hemos agotado todos los recursos naturales que nos podíamos permitir este 2021, lo que dejará una huella ecológica negativa.
Desde el 30 de julio (…) ya hemos agotado todos los recursos naturales que nos podíamos permitir este 2021
Todos estos datos son cruciales para entender lo que está pasando en el mundo y, cada vez más, su difusión en diferentes lenguas será vital para concienciar a más gente sobre la situación ambiental en la Tierra.
Mi experiencia con las energías renovables y el cambio climático como especialización
A mediados de octubre del 2020 me tocó interpretar en una empresa de energías renovables, y me gustó tanto el tema que enseguida empecé a documentarme.
A mediados de octubre del 2020 me tocó interpretar en una empresa de energías renovables, y me gustó tanto el tema que enseguida empecé a documentarme a través de cursos, glosarios, lecturas de artículos y documentales, ¡y lo que aún me queda! Porque esto es lo bonito de nuestra profesión, que nunca dejamos de ampliar nuestros conocimientos.
Desde aquella interpretación ha pasado ya poco más de un año y he aprendido muchísimo sobre diferentes aspectos: técnicas de interpretación de negocios; tipos de energías renovables; vocabulario técnico; un barrido de las empresas más importantes que conforman el sector, entre otros. Para mí, esta es una de las ventajas que tiene especializarse en el campo de las energías renovables: desde el inicio de mi carrera, me ha ayudado a abrir la mente y ver más allá de lo que tengo delante. Y ya no hablo de oportunidades laborales, que también, sino más bien de ver el mundo de otra manera. Gracias a ese primer contacto con las energías renovables y las ganas de seguir formándome, descubrí un curso de economía verde, ofrecido por el Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones (UNITAR), al que le dedico mis ratos libres a modo de formación profesional y que enseña la razón por la que debemos promover una economía verde sostenible. De esta forma, cuanto más me informo y me especializo en este tema, más me gusta y me doy cuenta de la falta que hacemos los profesionales de la traducción, la interpretación y la corrección en este ámbito.
Un ejemplo muy claro de esa necesidad es el curso de economía que acabo de mencionar: si solamente se ofreciera en un idioma, seguramente mucha gente quedaría desinformada de un tema que, de una manera u otra, ayuda a combatir el cambio climático y apuesta por un mundo más sostenible para todos. Por suerte, existen profesionales que traducen cursos y materiales didácticos como esos para facilitar el acceso a más personas del mundo.
Estoy convencida de que desde nuestra profesión podemos ayudar a combatir el cambio climático a través del arma más potente que existe, el lenguaje.
La otra especialización de la que vengo hablando la elegí, por decirlo de alguna manera, «por necesidad»: el cambio climático es una realidad innegable que afecta a toda la población, y debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para revertir o, al menos, mitigar sus efectos. Antes de continuar, me gustaría hacer un pequeño inciso: tristemente, esta situación perjudica más a los más vulnerables que, en general, suelen ser los más pobres y los que experimentan de forma excesiva los efectos del cambio en el clima (el grupo II del IPCC es el que se encarga de estudiar la vulnerabilidad, el impacto y la adaptación. El último documento publicado es el del quinto informe; el del sexto se publicará el año que viene). Es aquí donde entran en juego los profesionales de la traducción, la interpretación y la corrección: estoy convencida de que desde nuestra profesión podemos ayudar a combatir el cambio climático a través del arma más potente que existe, el lenguaje.
Investigando un poco para redactar este artículo, me topé con esta publicación, que categoriza ambas temáticas bajo el mismo campo traductológico: la «traducción ambiental». Esta especialización abarca la traducción de muchos tipos de documentos y diversas áreas temáticas, todas relacionadas con el medioambiente, la sostenibilidad y la ecología. Según las autoras del blog, podemos distinguir entre: a) los tipos de documentos que se traducen en el ámbito medioambiental (políticas de mitigación, políticas ambientales, artículos académicos…) y b) la clasificación por temáticas de esos documentos (energías renovables, cambio climático, reciclaje…).
Se necesitan traductores e intérpretes en áreas de conocimiento específicas y estrechamente relacionadas con el clima, como pueden ser la paleoclimatología o la geoingeniería.
No hace falta recalcar que nuestra labor es imprescindible en muchos campos, desde las grandes instituciones hasta clientes directos que necesitan que les solucionemos un problema cotidiano, y esto también puede extrapolarse a las áreas de las energías renovables y al cambio climático. En el artículo que he mencionado al inicio, Claudia Brauer pone de manifiesto que se necesitan traductores e intérpretes en áreas de conocimiento específicas y estrechamente relacionadas con el clima, como pueden ser la paleoclimatología (la ciencia que estudia la historia climática de la Tierra) o la geoingeniería (la aplicación de técnicas que intentan alterar el clima para mejorar o paliar las condiciones climatológicas en ciertas zonas). Antes de leer dicho artículo, no tenía ni idea de que existieran tales campos de conocimiento, lo que me hace volver a una de las preguntas iniciales: ¿por qué no se habla más de las nuevas tecnologías que pueden ayudarnos a luchar contra el cambio climático? ¡Estoy segura de que habría más traductores e intérpretes especializados en el tema dispuestos a trabajar en ese campo!
¿Nos ponemos manos a la obra?
Me hubiera encantado abrir esta última sección alegando que tengo la solución para que el cambio climático y las energías renovables ocupen un espacio mayor en el mundo de la traducción y la interpretación, pero no es así. Sin embargo, se me han ocurrido estas sugerencias que expongo aquí abajo y que, lejos de ser la panacea, son cosecha mía, ideas «de andar por casa» que quizá puedan servirle a alguien para iniciarse en la especialización en estas áreas:
En el ámbito de la formación ambiental, además de los cursos de UNITAR, existen multitud de escuelas y academias que ofrecen programas de especialización.
- Asociarse. Si somos socios de una institución profesional de lingüistas, traductores, intérpretes o correctores es más probable que conozcamos a gente del sector que esté implicada con el cambio climático y podamos recurrir a ellos para obtener más información o ayuda.
- Cursos de formación. Los cursos y programas de formación (como el que he descrito anteriormente de UNITAR) son una herramienta estupenda para aprender más sobre cualquier tema. En el ámbito de la formación ambiental, además de los cursos de UNITAR, existen multitud de escuelas y academias que ofrecen programas de especialización, como los que se recogen en esta lista del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que también ofrece una recopilación de cursos sobre el cambio climático.
- Estar al día. La lectura de documentos y artículos relacionados con el cambio climático y las energías renovables nos permitirá estar atentos a cualquier novedad que surja para poder aplicarla a nuestro trabajo. Querer involucrarse más también forma parte de cambiar.
Querer involucrarse más también forma parte de cambiar.
Para terminar, me gustaría hacer un llamamiento a todas aquellas personas traductoras, intérpretes y correctoras que tengan curiosidad por el cambio climático, las energías renovables, el reciclaje, el clima, la sostenibilidad, el desarrollo y todos los temas relacionados para que compartan su visión sobre el tema. Y si conocen algún recurso para hacer que estos campos tengan más visibilidad en nuestro mundo, ¡bienvenidos sean!
«Es hora de hacer del cambio climático una prioridad en la industria de la traducción y es hora de hacer de la traducción una prioridad en el debate acerca del cambio climático». Y tú, ¿cómo lo haces?
Nota al cierre de la edición: Aida Ferrer ha participado como intérprete en la COP26, celebrada en Glasgow entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre de 2021.
Bibliografía
Brauer, Claudia. «La traducción del cambio climático: reflexiones con motivo del Día internacional de la traducción 2018». Medium: UN CC:Learn (4 de octubre de 2018). [Consulta: 07-08-2021].
Bruno, Maria. «IATE Term of the Week: Earth Overshoot Day». Terminology coordination. European Parliament (6 de agosto 2021). [Consulta: 06-08-2021].
DwDocumental. «La geoingeniería contra el cambio climático». 2020. [Vídeo en línea]. [Consulta: 07-08-2021].
IPCC. «Summary for policymakers». Climate Change 2014: Impacts, Adaptation, and Vulnerability. Part A: Global and Sectoral Aspects. Contribution of Working Group II to the Fifth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge (Reino Unido) y Nueva York (EE. UU.): Cambridge University Press, 2014. P. 1-32. [Consulta: 25-08-2021].
Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Formación sobre Cambio Climático. [Miniportal temático en línea]. [Consulta: 25-08-2021].
Morningside. «The role of translation in fighting climate change». Insights from Morningside (9 de enero de 2018). [Consulta: 07-08-2021].
Universidad de Costa Rica. «Paleoclimatología: la respuesta para saber cómo descifrar las claves del clima». Noticias (17 de enero de 2018). [Consulta: 07-08-2021].
WordyLangue. «La traducción puede ayudar a proteger el medio ambiente». WordyLangue (5 de octubre de 2020). [Consulta: 07-08-2021].
Aida Ferrer Aguilar
Es graduada en Traducción e Interpretación y Lenguas Aplicadas por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y estudiante del Máster Universitario en Traducción Institucional de la Universidad de Alicante. Es intérprete para diferentes compañías eléctricas y ha participado en la COP26 en Glasgow, interpretando para altos dirigentes políticos sobre temas como las energías renovables, el medio ambiente y el cambio climático. También, ha traducido diversos artículos relacionados con el cambio climático. Mallorquina de nacimiento y de corazón, ha echado raíces en Escocia.