En esta entrevista a Lourdes de Rioja (autora del blog A Word in Your Ear y del canal de YouTube @LourdesDeRioja) se exploran temas variados, como los entresijos de la interpretación de conferencias en el siglo xxi, sus desafíos y oportunidades, su futuro, así como los pros y los contras de utilizar las redes sociales en un contexto profesional. La siguiente es una transcripción de la grabación de la entrevista. Quienes deseen ver el vídeo de la entrevista, pueden encontrarlo en el enlace que citamos al final del artículo.
Marcella: Buenos días, Lourdes, y bienvenida a La Linterna del Traductor. Ante todo, quiero darte las gracias por aceptar nuestra invitación a participar en esta entrevista. Yo creo que no necesitas muchas presentaciones. Tu nombre suena mucho, sobre todo en España, en nuestro mundillo, en el de la interpretación de conferencias. Pero, por si hubiera personas que no te conocen, me gustaría que te presentaras y que, con cuatro palabras, te definieras.
Lourdes: Muchísimas gracias. Primero por la invitación, Marcella. Siempre es un placer divulgar, hablar con gente y bueno, intercambiar opiniones. Yo soy Lourdes de Rioja, soy intérprete de conferencias, llevo unos veinte años trabajando exclusivamente como intérprete de conferencias. Nunca he trabajado como traductora. He hecho actividades relacionadas de alguna manera con la interpretación, sin ser puramente interpretar. Pero digamos que mi actividad profesional gira en torno al mundo de la interpretación. Soy canaria, de Tenerife, y llevo muchos años trabajando en organismos internacionales. Mi combinación lingüística es inglés, francés, danés, sueco y catalán al español. Y aparte de esta actividad, todo el mundo me conoce un poco por la actividad digital, ya que creé un canal de YouTube hace más de diez años. Hoy tiene unos dos millones y medio de visitas. Lo miré ayer por eso, porque pensaba que iba a salir bien. Luego me hice un blog, después Instagram, que me gusta mucho, y también LinkedIn. No tengo ni Twitter ni Facebook. Estoy investigando Threads, a ver si me interesa o no, y tampoco tengo TikTok. Y supongo que la gente me conoce sobre todo por esa actividad audiovisual.
Marcella: Sí, sí, desde luego que se te conoce y mucho. Yo querría empezar por lo último que has hecho, que es una publicación que ha aparecido en tus redes sociales, un libro fotográfico. ¿Quieres hablarnos de este libro?
Lourdes: Sí, es la frase esta de «Yo he venido a hablar de mi libro».
Marcella: ¡Por supuesto!
Lourdes: Es un libro básicamente de fotografías sobre la interpretación de conferencias. Es un libro donde salen algunas de las fotos que están publicadas en mi Instagram. Sobre todo, refleja el mundo de la interpretación como yo lo veo ahora. Este libro surge porque yo, que he hecho muchas cosas en digital, quería hacer algo en papel, porque no lo había hecho nunca antes y tenía mucha curiosidad por ver cómo era todo el proceso de escoger el material, el formato, las autorizaciones, las cuestiones de copyright, la imprenta, la distribución… Quería aprender un poco sobre todo eso para luego ver si hago más libros sobre fotografía, porque no haré más sobre interpretación. Pero como tenía ya tanto material sobre interpretación —sobre todo a partir de la época de la covid-19—, tenía tantas fotos que decidí probar con todas esas fotos para hacer un primer libro de fotografía.
Marcella: Entiendo que son todas tuyas las fotos.
Lourdes: Sí, sí, sí, las fotos son todas mías. Salvo una primera foto libre de derechos de autor de 1967 en Helsinki. Ahí salen unas cabinas que son una especie de burbujas. Sí. Y una foto de unos técnicos de sonido. El resto de las fotos son todas mías. Fotos con la intérprete y el Dalai Lama, de diferentes instituciones, diferentes formatos. Hay un poco de consecutiva, simultánea y remota. Hay un poco lo que es, digamos, mi relación con el trabajo en diferentes formatos y sitios diferentes.
Marcella: ¿Y para quién está pensado el libro?
Yo quería que esto [el libro] fuera lo más anónimo posible, porque lo que interesa no es la persona, sino la profesión detrás de la persona.
El libro tiene ese carácter anónimo total, no pretende nada. No hay una segunda lectura de ningún tipo, no tiene tampoco visos comerciales.
Lourdes: Good point! El libro aquí funciona superbién porque la gente lo conoce y dice «¡Ah, mira esta sala! ¡Ah, mira, fulanito o menganito!» y se convierte en una especie de álbum de familia. Pero el libro no está pensado para eso. El libro está pensado más bien para la gente que no conoce a nadie. Es decir, lo que he querido es reflejar el colectivo, la profesión, de forma que alguien como tú, que no conoce a nadie de este libro, pueda sentirse relacionado con esta actividad y con estas salas y con estos utensilios de trabajo que todos, de una forma u otra, utilizamos. O sea, el libro tal y como yo lo he concebido, trata de plasmar eso, la interpretación de conferencias en este momento, al margen de para quién trabaje uno o dónde trabaje, porque básicamente todos hacemos un poco lo mismo. Por eso, la foto, por ejemplo, no tiene un pie de foto. Las fotos son totalmente anónimas. ¿Por qué? Porque si yo pongo el nombre a cada foto, ya me estoy focalizando en una persona o en una lengua o en una cabina. Y yo quería que esto fuera lo más anónimo posible, porque lo que interesa no es la persona, sino la profesión detrás de la persona. Por eso el libro no solo funciona bien aquí, sino que está funcionando muy bien fuera, en el contexto internacional, porque todo el mundo se siente reconocido en él. Y eso yo creo que es lo bonito, ya que al final todos hacemos exactamente el mismo trabajo, que era lo que yo quería plasmar: la interpretación de conferencias tal y como es hoy en día, no como era hace veinte años o como será dentro de diez, si todavía existe, sino como es ahora. Esa visión de la profesión, con un formato distinto, que es el de la fotografía, que tiene muchos problemas. ¿Por qué? Porque es muy difícil sacar retratos, es muy difícil que la gente confíe en ti para dejarse sacar una foto. Es muy difícil obtener los permisos de los organismos internacionales para que te dejen sacar fotos en sus instalaciones. El libro une muchos elementos que, por muchas circunstancias diferentes de la vida, hacen que haya cosas que sean realmente únicas y basadas sobre todo en la confianza; la confianza de las instituciones que me han dejado entrar con la cámara de fotos a filmar o a sacar fotos en sitios en los que no se puede normalmente, y la gente que ha confiado y me ha dejado su imagen para hacer algo que al final es un catálogo de lo que somos todos nosotros, intérpretes de conferencias. Y creo que por eso está funcionando. El libro no tiene logo, no tiene ningún tipo de patrocinio, me lo he financiado yo y lo vendo a lo que me ha costado. Si alguien de Asetrad lo quiere, todavía me quedan algunos ejemplares, se los podría enviar a Madrid o donde sea. Pero, como decía, el libro tiene ese carácter anónimo total, no pretende nada. No hay una segunda lectura de ningún tipo, no tiene tampoco visos comerciales, hace que todo el mundo lo acoja con mucho cariño, porque a esta profesión hay que tratarla también con respeto y mucho cariño. He tratado de dignificar la profesión mostrando lo que yo veo de la forma más bonita posible. Creo que la belleza de las cosas es importante.
Marcella: Y dentro de las instituciones en las que tú trabajas, más allá de los intérpretes, ¿alguien más se ha enterado de este libro?
Lourdes: Es que el libro ha salido hace poco. Lo he sacado en diciembre, justo antes de Navidad, y luego hemos tenido la pausa de Navidad. Se ha vendido muy bien entre los intérpretes, los de aquí, pero ahora ya empiezan a salirme ventas en Saigón, en París, en distintos sitios porque, claro, la onda expansiva va creciendo. Supongo que cada vez irá llegando más lejos. He hecho una primera edición de trescientas copias. Me quedan cincuenta y luego me tendré que pensar bien si hago más o no. Pero, de momento, sí que, como se suele decir, me los están quitando de las manos. Básicamente porque yo creo que la gente conecta con él. La gente en esas salas se ve en la dificultad del trabajo, el sufrimiento, la remota, todo ese tipo de cosas.
Marcella: Me pregunto una cosa: yo puedo ver esas imágenes e identificarme con ellas porque soy intérprete. Pero una persona de a pie, una persona que no conozca nuestra profesión, ¿tú crees que esto se transmite? ¿Incluso a una persona que no nos conoce para nada como profesionales?
Creo que, a la larga, dentro de años, resultará ultraexótico. ¡Mira aquellas personas que hacían aquel trabajo!
Lourdes: Yo es que igual tengo una visión muy particular de lo que está pasando con la interpretación. El libro tiene una parte muy fuerte de lo que es el retrato y yo creo que los retratos, al margen de la actividad, siempre son retratos y todas las caras tienen un interés. Te tiene que gustar la fotografía, por supuesto. A nosotros nos puede interesar por la profesión, pero también tiene la parte fotográfica. Te tienen que interesar ese tipo de cosas y creo que también tiene un punto histórico importante. Yo creo —no porque me considere importante, que no me considero— sino porque en esta profesión hay muchas fotos del inicio de la época de Núremberg, esas fotos que todos hemos visto muchas veces, pero después de eso hay como una especie de vacío. Hay un par de fotos de los años 60 y 70, pero no queda casi nada. Y ahora, por ejemplo, se ven cosas en la tele cuando hay un Consejo de Ministros, una cumbre, pero hay muy poco material audiovisual y si en el futuro, dentro de cincuenta años, la gente quiere hacerse una idea de cómo era el trabajo o los sitios en los que trabajaban esos profesionales que ya no existen, como las telefonistas, ese tipo de trabajos que han desaparecido… esto te hace recrear ese momento que creo que, a la larga, dentro de años, resultará ultraexótico. ¡Mira aquellas personas que hacían aquel trabajo! (Que ya seguramente no existirá).
Marcella: La siguiente pregunta, evidentemente, es ¿cómo ves nuestra profesión dentro de diez o veinte años? Porque está claro que en los últimos tres, cuatro o cinco años ha cambiado muchísimo, con la llegada de la remota, con las nuevas plataformas para hacer remota y con la dichosa inteligencia artificial de la que todo el mundo habla. ¿Cómo ves tú nuestra profesión dentro de unos años?
Creo que la tecnología avanza superrápido y eso tiene lados positivos y negativos.
Cada vez se oyen menos lenguas y se oye más inglés —o pseudoinglés—, un tipo de inglés que a los delegados les basta.
Creo que esas dos son amenazas claras que pueden ser oportunidades, como he dicho: la tecnología y el inglés.
Hoy en día, y probablemente también por el efecto negativo de las redes sociales, la gente se aferra más a la palabra, a la literalidad de las cosas.
Lourdes: Yo hablo a título personal y puedo estar equivocada. El tiempo nos dirá si lo estamos o si yo estoy equivocada o no. Yo creo que nuestro trabajo está amenazado por muchas cosas diferentes, que pueden o no ser negativas. Todavía no lo sabemos. Creo que la tecnología avanza superrápido y eso tiene lados positivos y negativos. Hoy en día la remota puede funcionar y eso ha abierto muchísimos mercados a nivel mundial, en colectivos que igual antes no podían permitirse la interpretación. Se abren mercados. Es verdad que ahí hay que tener cuidado para no acabar en una precarización de la profesión y hay que velar por unas condiciones de trabajo a nivel de horarios, de audio, de imagen, de preparación… muchas cosas. Es decir, que hay que luchar para que esos nuevos mercados emergentes que surgen con la tecnología tengan calidad, que permitan a la gente tener cierta flexibilidad y trabajar en sitios diferentes, sin tener que volar. Pensemos también en el impacto medioambiental que tiene todo este trasiego constante de gente moviéndose de un lado para otro. Pensemos en ese tipo de cosas, que no son malas, solo que deben tener un marco que permita que se hagan de una forma profesional y que permita una buena calidad del trabajo. Es decir, la tecnología no tiene que ser mala, pero es verdad que la tecnología hace replantearse muchas cosas. Eso sería, digamos, una amenaza que puede ser una oportunidad. Luego veo otra, superimportante, que viene con un proceso muchísimo más amplio a nivel histórico. Me refiero a la mayor interconexión, la mayor integración a nivel europeo, a nivel mundial. El peso del inglés: el inglés se va metiendo absolutamente por todas partes, y eso significa que en las reuniones cada vez se oyen menos lenguas y se oye más inglés —o pseudoinglés—, un tipo de inglés que a los delegados les basta. Porque ellos, a su manera, se apañan y porque, en definitiva, al final todo está por escrito. Todo se tiene que revisar, rubricar y firmar. Hay un proceso de escritura muy muy potente, donde el papel de la interpretación real, la que hacemos nosotros, digamos que cada vez queda relegado a menos espacio, y cada vez hay más cosas que se hacen en inglés, en un inglés a toda velocidad, muchas veces mal pronunciado. Muchas veces la gente lee cosas, pues porque recibe unas directrices muy firmes de arriba y no puede cambiar absolutamente nada, porque su inglés no es suficientemente bueno y tiene que aferrarse al texto, porque no hay otra manera, o porque simplemente no conoce los temas, porque el experto no puede venir a la reunión o no hay presupuesto y al final es otro quien tiene que leer esas notas. Todo eso complica muchísimo el trabajo. Ese inglés, que lo va inundando todo y que puede amenazar el multilingüismo, también es una amenaza. Pero es verdad que los ritmos no son siempre los mismos. Mientras todo eso a nivel internacional pasa, cada vez hay más inglés de todo tipo en todas partes. Es verdad que hay puntos de luz, ¿eh? Ahora, por ejemplo, en el caso del Congreso español, algo que existe en el Senado, se pueden empezar a utilizar las lenguas cooficiales españolas —el catalán, el euskera, el gallego— y eso está muy bien. De repente se abre una ventana de multilingüismo que está muy bien. Lo mismo está pasando en los parlamentos federales suizos. Es decir, que hay puntos de luz. No todo el proceso tiene que ser de empobrecimiento lingüístico, sino que también, igual por estar en fases distintas, hay puntos en los que prosperan y proliferan otras lenguas. Es decir, que no todo está perdido. Creo que esas dos son amenazas claras que pueden ser oportunidades, como he dicho: la tecnología y el inglés. Y luego hay otra que también creo que es muy importante, que es la comunicación. Nosotros estábamos muy acostumbrados a la comunicación bilateral. Yo hablo, tú me escuchas, tú me respondes y entablamos un diálogo, una conversación, y hay una interacción inmediata. Y ahí los intérpretes somos muy buenos porque tenemos una gran capacidad de análisis. Para mí es un placer trabajar de esa manera. Sigo el razonamiento y sigo a mi orador, que luego, como tiene a alguien enfrente que está pendiente de eso, puede responder, y así se entabla un diálogo en directo. Hoy en día, cada vez hay más comunicación unidireccional. Delegados que vienen con un discurso y leen su discurso. Probablemente no esperen ni una respuesta a su discurso o, si hay un debate, cada vez es menor y cada vez hay más cosas que se plantean en esa línea unidireccional. Claro, eso también es una amenaza. Lo vemos, por ejemplo, hoy en día en la comunicación entre los jóvenes, la cantidad de audios que se lanzan a través de los móviles y que no esperan una respuesta inmediata, por muchas razones diferentes. Porque sea cómodo, porque me quiero pensar la respuesta o lo que sea. Pero todo eso también va modulando el tipo de discurso y de comunicación que se da en muchas reuniones al final. Y ese formato de texto leído, muchas veces mal entonado, donde ya existe un soporte escrito anterior… eso, la traducción automática simultánea lo va a poder hacer dentro de nada. Y en eso probablemente las máquinas, los modelos, sean mejores que nosotros porque van a pillar todos los nombres, las citas, las referencias históricas y, si el formato se empobrece a esa comunicación unidireccional, todo aquello en lo que nosotros somos buenos (el análisis del mensaje, la empatía, la conexión, el meterte en la piel del otro), todo eso va a quedar relegado a un segundo plano. Hoy en día, y probablemente también por el efecto negativo de las redes sociales, la gente se aferra más a la palabra, a la literalidad de las cosas. Cuanto más te aferras a esa literalidad, porque tienes miedo al ataque, tienes miedo a la sobreinterpretación de las cosas, nuestro margen también se va reduciendo. Yo creo que ahí hay muchas cosas que son amenazas, pero que también pueden ser oportunidades o que pueden moldearse. Por ejemplo, yo tengo un amigo que trabaja en el Máster de Interpretación de Conferencias de la Universidad de Shanghái. Durante la covid-19 todo aquello estuvo supercerrado. Él es inglés y no pudo ir. En un momento dado hacen las pruebas finales, porque están trabajando online, y se da cuenta de que sus alumnos chinos de repente son mucho mejores en consecutiva. Curioso, cuando además toda la enseñanza ha sido online. ¿Qué pasa? Que esos alumnos han descubierto aplicaciones que hacen la transcripción de esos discursos y los alumnos se limitan a hacer una traducción a la vista, evitándose la consecutiva. Y uno dice: pero es que eso no puede ser, porque la consecutiva es la consecutiva. Sirve para desarrollar la técnica del análisis, algo fundamental para luego hacer una buena simultánea. Ya, pero esos alumnos están sacando versiones a través de una aplicación de reconocimiento de voz y se limitan a seguirlas haciendo traducción a la vista. Y el contenido más literal está. Hoy en día, que vivimos en la era de la literalidad, pues al final esos alumnos, de una forma poco ortodoxa, están sacando la información. Creo que todo eso replantea un montón de cosas, en todos los sentidos: en cuanto a formación, a los tests. Es muchísimo más fácil recurrir a este tipo de aplicaciones, que son ya muy buenas en el texto. También porque los exámenes, todos esos discursos, están muy bien grabados. Claro, son perfectos. Ahora es todo muchísimo más fácil. Yo creo que hay una especie de revolución necesaria, porque las tecnologías están empujando por muchos caminos diferentes. Si va a durar o no va a durar la profesión, la verdad es que yo no lo sé. Creo que hay muchas amenazas alrededor. Y yo y mis colegas aquí, pues no somos muy optimistas.
Marcella: Eso te iba a preguntar, sobre todo por los que estáis trabajando en las instituciones europeas, si creéis que aquella burbuja, si me lo permites, en la que vivís y trabajáis va a sobrevivir o a sobrellevar mejor esta embestida de las nuevas tecnologías. Con respecto al mercado privado, ¿va a haber diferencias o no? ¿Cómo lo ves?
Creo que a nosotros nos salva mucho la confidencialidad. Al no poder utilizarse aplicaciones online, modelos que vayan por Internet. Digamos que tenemos una cierta protección.
Lourdes: Creo que a nosotros nos salva mucho la confidencialidad. Al no poder utilizarse aplicaciones online, modelos que vayan por Internet. Digamos que tenemos una cierta protección. Pero yo diría que cada vez va a haber más cosas que se hagan a través de modelos de este tipo. Por ejemplo, yo recomendaría a todo el mundo —ya sé que lo conoce todo el mundo— que entre en la página de Meta, en la sección de inteligencia artificial y que vea lo que está haciendo el proyecto que se llama Singles en M4T. A mí me parece bastante increíble. Creo que, si no hay problemas de confidencialidad, cada vez va a haber más organismos de todo tipo que, por una cuestión de costes, por una cuestión medioambiental, empezarán a utilizar este tipo de modelos y a ver adónde pueden llegar con ello. Yo creo que el alto nivel se mantiene; que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea se mantiene, el pleno del Parlamento Europeo se mantiene. Habrá cosas que se van a mantener, pero creo que van a ser menos, cada vez menos. Y luego está el inglés. El inglés está en todas partes y va reduciendo el régimen lingüístico de muchas reuniones. Es una realidad. Resulta muy difícil saber qué va a pasar. También son cuestiones muy políticas, pero cada vez hay más formas de comunicarse con una persona que habla otra lengua sin tener que recurrir a un intérprete o porque uno no se lo puede permitir. Que mi madre pueda ver series coreanas o que pueda intercambiar recetas de nigiris con una japonesa y hacerlo conectándose a Zoom con algún tipo de aplicación de estas de traducción automática simultánea, y que mi madre, al conocer los temas, pueda corregir ella directamente los errores de la máquina. ¿Por qué no? Es muy difícil saberlo, pero claramente el lenguaje es un gran filón y la tecnología ahora ha puesto el foco en eso y hay muchísima gente trabajando en ello. Vamos a ver, no será lo mismo. Lo que tenemos que plantearnos es si va a ser suficiente.
Marcella: Bien, pues tras hablar de estos temas tan importantes, tan grandes y realmente tan difíciles porque nadie sabe lo que lo que pasará… Yo sé que tú también has sido profesora. Ahora mismo creo que no trabajas como docente, pero has trabajado como profesora de interpretación. ¿Tú crees que un intérprete puede ser intérprete llegando a esta profesión por distintos caminos? ¿O hay uno solo, el de la licenciatura, máster, etcétera?
Lourdes: No, creo que se puede llegar de muchas formas diferentes. De hecho aquí yo tengo colegas de absolutamente todo tipo. Yo creo que la mayoría, o igual los más jóvenes, sí han hecho licenciatura, pero la mayor parte de mis colegas no han hecho un máster. Hay gente autodidacta que luego se presenta a unas pruebas y las pasa. Hay todo tipo de fórmulas. No, no creo que haya un único modelo.
Marcella: ¿Y qué es lo que tiene que tener un intérprete para ser un buen intérprete? La cosa más esencial. La cosa más importante.
Tiene que tener una muy buena capacidad de análisis, tiene que tener rapidez mental, tiene que ser capaz de aguantar la presión, tiene que saber trabajar en equipo, tiene que saber de tecnología. Y tiene que tener humildad. Porque la interpretación es artesanal.
Lourdes: Bueno, yo creo que tiene que tener un buen conocimiento de sus lenguas de trabajo, su lengua materna, sus lenguas C o lenguas pasivas. Tiene que tener una muy buena capacidad de análisis, tiene que tener rapidez mental, tiene que ser capaz de aguantar la presión, tiene que saber trabajar en equipo, tiene que saber de tecnología. Y tiene que tener humildad. Porque la interpretación es artesanal. Es muy difícil hacerlo bien, y todos los días se pueden aprender cosas. Hay que prepararse mucho las reuniones. Hay que reconocer que a veces o van demasiado rápido o es demasiado técnico o el audio no se oye bien. Hay cosas que no se pueden hacer. Hay que saber pedir ayuda y hay que reconocer también cuando uno se equivoca, porque no lo sabemos todo. No sé, yo tengo todo tipo de colegas aquí de todo tipo de edades, con todo tipo de perfiles. La pasión por las lenguas los ha llevado a esto. Y luego, una gran capacidad de trabajo. Las lenguas y la capacidad de análisis y la calma. Aguantar la presión, venga lo que venga, estés con quien estés, sea la dificultad que sea. Sobre todo la gente que trabaja sola en casa… Y muchas cosas más. Es un mix. Y luego una gran capacidad de trabajo. Yo he visto a personas que no tenían ningún futuro, pero que han sido extremadamente trabajadoras y perseverantes. Y ahora están aquí conmigo, lo que me parece realmente admirable. No sé si todo el mundo puede llegar a ser intérprete. Creo que la capacidad de trabajo es superimportante, pero creo que con una gran capacidad de trabajo en la vida se llega siempre muy lejos. Y sí, confío mucho en eso y admiro a la gente que partiendo de muy abajo ha sido muy luchadora, ha sabido perfectamente lo que quería y ha luchado, y al final ha llegado y ha conseguido lo que quería. Sí, no sé, es un estilo, creo, pero las lenguas son fundamentales. La capacidad de análisis es fundamental, la rapidez mental es fundamental, la humildad…
Marcella: Y se me ocurre a raíz de esto, no pensando en las personas, sobre todo las más jóvenes, ya que tú eres tan mediática, si me lo permites… Esto es algo que se nota mucho en las personas de una generación quizá un poquito más joven que la tuya o la mía, son muy mediáticas. Utilizan mucho las redes sociales tanto desde el punto de vista personal como desde el punto de vista de la profesión. ¿Cómo ves esto? Y ¿qué aconsejarías que hicieran o no hicieran en su uso de las redes sociales, cuando lo hacen desde el punto de vista profesional?
Creo que vivimos en una época muy mala, en la que todo el mundo trata de venderse todo el tiempo. Eso es terrible.
El autobombo está mal. En una profesión como esta, que se caracteriza por la discreción, no somos nadie, somos una herramienta de comunicación.
Lourdes: Creo que vivimos en una época muy mala, en la que todo el mundo trata de venderse todo el tiempo. Eso es terrible. Yo tengo pocas redes sociales, pero veo constantemente a gente que está intentando venderse y venderse mal. Digo «venderse mal» porque en esta profesión la confidencialidad es superimportante. Hay mucha gente que se equivoca pensando que al escribir o poner en algún tipo de red «Hoy he estado no sé dónde trabajando para no sé quién haciendo X…». Eso es un error. Eso va en contra de su código profesional. Y, desde el punto de vista del cliente, un cliente nunca contratará a alguien que vaya exponiendo la privacidad de muchas reuniones de esa manera. No es fiable. El intérprete tiene que ser siempre fiable. Yo a la gente le pediría primero hacer un análisis de lo que quiere colgar. ¿Por qué lo quiero colgar? ¿Para qué lo quiero colgar? Y lo que hago yo siempre a nivel personal: antes de colgar cualquier cosa pienso, ¿cómo me pueden atacar con esta publicación? No verle el lado bueno a las cosas, que es el que la gente quiere promocionar. Yo lo hago siempre al revés. ¿Cuál puede ser el fallo? ¿Qué crítica puede desencadenar esto? Y, después de eso, decido qué publicar o qué no publicar. Creo que hay excesivo ruido que no sirve absolutamente para nada. Creo que la gente se expone demasiado y sería mejor un mayor anonimato. Y eso lo digo yo. Y la gente dirá «¡Pero ella está colgando cosas todo el tiempo! ¡Lleva no sé cuánto tiempo haciendo vídeos en YouTube!». Sí, es verdad, pero igual hace quince años, cuando yo empecé a hacer comunicación e interpretación, no había absolutamente nada y entonces era todo muchísimo más fácil. Ahora hay una especie de histeria por colgar cosas todo el mundo. Hay una saturación, y la mayor parte de los contenidos no son buenos. Uno tiene que plantearse qué es lo que yo aporto. ¿Esto a quién le interesa? ¿Está alguien ganando algo con esto o es simplemente autobombo? Yo todo ese tipo de publicaciones las eliminaría, porque el autobombo está mal. En una profesión como esta, que se caracteriza por la discreción, no somos nadie, somos una herramienta de comunicación. No somos un personaje, son ellos. Si tú desvías ese foco de atención y lo pones en ti, te estás equivocando. Luego está la cuestión de la privacidad, la confidencialidad. Hay muchas cosas que no se pueden contar. Cualquier foto que se publica de una sala, de una reunión, hay que pedir autorización. Porque luego uno se mete en los líos que se mete la gente. Lo mismo con los vídeos, trozos de reuniones. Hay que pedir permiso, siempre. Si no estás seguro, si tienes alguna duda, no publiques. Y piensa sobre todo en qué gana la comunidad con esto. ¿Sirve para algo o es autobombo? Si es autobombo, mejor no ponerlo. Es mi opinión. Yo, como te digo, siempre lo hago al revés. Le busco la grieta a lo que quiera hacer.
Marcella: ¿Y te ha pasado alguna vez de recibir críticas por algo que hayas publicado, algún vídeo o alguna cosa que hayas escrito? Y que hayas dicho: «Vaya, no me lo esperaba».
La clave es el contenido. ¿Es que tengo algo que contar?
Lourdes: A mí me pasa como a todo el mundo que hace muchas cosas. Hay gente que me quiere y gente que me odia. Los haters son parte de todo este mundo audiovisual. Yo ya los tengo muy asumidos, no pasa nada. Cuando yo empecé a hacer vídeos, en muchos sitios no había ni siquiera departamentos de comunicación y eso me permitió, en aquella época, hacer unas cosas que hoy serían impensables. Como llevo ya mucho tiempo, como conozco a todo el mundo, como sé perfectamente lo que se puede y lo que no, la verdad es que nunca he tenido problemas. Sé que hay gente a la que no le gusta lo que hago. Vale, pero es que esto es así. Cuando uno crece mucho, pues tiene todo tipo de público. A mí, la comunidad —sobre todo la desconocida, que eso es lo que para mí es estupendo—, la gente que no me conoce de nada me ha tratado siempre superbién. Y cuando llegan aquí jóvenes intérpretes que me dicen que acaban de empezar o que acaban de recibir un contrato de temporal y me dicen: «Jo, yo empecé con tus vídeos porque buscaba en Internet y no había nada, y lo primero que salieron son tus vídeos y yo he aprendido a interpretar y me he interesado por la interpretación gracias a lo que tú has hecho en YouTube», a mí eso es lo que más me motiva, trabajar para aquella gente. No solamente a nivel de español, sino gente que vive en Sudamérica, en Indonesia… Recibo mensajes de absolutamente cualquier parte del mundo, de gente que me agradece, porque es gente que vive en sitios donde no hay ni facultades, no hay escuelas, no hay material y lo único que encuentras lo encuentras por Internet. Y es verdad que ahora hay más cosas, pero hace cinco o diez años había muy poco. Esa gente que puede acceder a algo de material, que le puede servir en la interpretación de enlace o lo que haga con idiomas (igual dando clases de idiomas), que le pueda servir para conocer un poco la interpretación profesional; a mí ya me va bien. Pero problemas gordos no, he tenido siempre cuidado. Al empezar tan pronto, antes de que existieran tantas normas, pues hice muchas cosas que ahora no podría, pero también he aprendido cómo se han ido creando los departamentos de comunicación, cómo las instituciones se han ido metiendo en Instagram… Entonces ya al estar tú, ya sabes muy bien cómo va el tema. La clave es el contenido. ¿Es que tengo algo que contar?
Marcella: Claro, pero lo que decías antes del autobombo es la clave. La mayor parte de la gente escribe sobre sí misma sin más. No piensa en la comunidad, no piensa si esto puede servir o no. Me sirve a mí. Bueno, yo me estoy haciendo publicidad.
Lourdes: Tú crees que te estás haciendo, pero igual te estás haciendo una mala publicidad, porque yo no contrataría nunca a un intérprete que cada semana me dice oye, estoy en Bratislava y estoy haciendo tal para tal. No, no lo contrato. Aparte de tener problemas con los propios departamentos de comunicación de las instituciones para las que estás trabajando o quien te contrate, cualquier empleador. Es que da igual. Es mala comunicación. Y hay tanto ruido en Internet y hay tantas cosas tan bien hechas ya en Internet, que no todo vale. Y como las redes tragan contenido constantemente, se está produciendo contenido constantemente. Es muy difícil competir. Si no tienes algo bueno, no vale la pena.
Marcella: Es un esfuerzo inútil. Estoy de acuerdo. O incluso te puede explotar en las manos. Por lo que decías antes, hay quien lo ve y dice: «¡Vade retro!».
Nuestra opinión no es importante. No somos nosotros, son ellos. Nosotros somos la comunicación invisible. Como el que coge un bolígrafo para escribir y lo deja después. No somos otra cosa.
Lourdes: Y cuando uno se pronuncia sobre cosas, que es muy habitual, sobre todo temas políticos. Ojo, hay que tener mucho cuidado. Ahí queda todo eso. Nosotros somos observadores de una realidad. Nuestra opinión no es importante. No somos nosotros, son ellos. Nosotros somos la comunicación invisible. Como el que coge un bolígrafo para escribir y lo deja después. No somos otra cosa. Hay que pensarse ser otra cosa. Creerse otra cosa. Pero bueno, yo hablo de mi experiencia. Luego puede que haya otras visiones de todo esto. Yo hablo de la mía. A mí me ha ido muy bien, pero hay otras fórmulas. Las nuevas generaciones igual lo ven de otra manera. Yo creo que hay demasiado ruido y poco que aportar.
Marcella: Sí, yo a veces me pregunto si es una cuestión generacional. Yo, por ejemplo, soy cero social, no tengo más que LinkedIn y lo llevo así así. No estoy en redes prácticamente para nada, porque no me llama, simplemente. Pero tengo esta sensación de rechazo cuando entro en LinkedIn y veo estas publicaciones de gente que habla solo de sí misma. Me produce rechazo y no sé si es que ya me estoy haciendo vieja.
Lourdes: No, yo creo que no aporta nada, no aporta nada. No somos tan importantes. Si cuentas en redes, donde hay un colectivo, una comunidad, hay que plantearse cómo puede esto ser positivo para la comunidad o cómo puede, no sé, ¿enfadar a la comunidad? La comunidad no se puede sentir atacada. A nivel de redes sociales, hay que tener una visión de conjunto. ¿Suma o resta? Si no suma y resta o se queda en cero, pues mejor no hago nada. Hay que tener una identidad digital, es decir, tienes que existir. Yo tengo que poder buscar a alguien y encontrarlo, eso está bien. Pero luego ya el TikTok, el runrún, pues no sé, porque en la mayor parte de los sitios no se puede filmar, entonces difícilmente vas a poder hacer algo interesante.
Marcella: Hablando en cambio de cosas interesantes. Tú tienes tu canal de YouTube que se llama A Word in Your Ear. Tiene muchísimo material sobre muchísimos temas relacionados con nuestra profesión, desde el trabajo en las instituciones europeas y no europeas, técnicas de interpretación, formación, mercado de la interpretación. Si tuvieras que elegir un par de estos vídeos, para quienes no hayan visto nunca tu canal de YouTube, ¿cuáles elegirías?
Hubo gente que en aquel momento apostó por mí, que dijo: «Venga, vamos a probar esto, vamos a trabajar con Lourdes, vamos a ver esos primeros vídeos».
De formación se han hecho millones de cosas, entonces, claro, es muy difícil innovar ahí, porque hay muchísimo material y hay muchas lenguas diferentes.
Lourdes: Yo me quedo con los primeros. Los primeros tienen una valentía, que es una cosa que yo valoro muchísimo en la vida. Cuando yo creo este canal de YouTube, cuando YouTube no era todavía lo que es ahora, y empiezo a contarles a mis colegas, quiero hacer esto, tal, cual, tengo amigos que me decían: «Lourdes, tres vídeos. En tres vídeos está todo contado». Yo creo que puedo haber hecho más de quinientos vídeos ya. Hubo gente que en aquel momento apostó por mí, que dijo: «Venga, vamos a probar esto, vamos a trabajar con Lourdes, vamos a ver esos primeros vídeos», cuando además no había absolutamente nada en vídeo, estaba todo por hacer. Tienes el campo abierto. Puedes hacerlo todo. Esos primeros vídeos tienen ese punto de «puedo hacer lo que quiera». Hice esos vídeos con gente que era ultraprofesional y que se atrevió. De esos primeros vídeos, hay tres que hice con Dick Fleming, que era el jefe de formación en el SCIC; se los hice cuando se jubiló en su casa de Mallorca, y aquello era lanzarse al vacío. Hicimos tres vídeos —sobre toma de notas, inicios en la simultánea, qué era interpretar—; son vídeos muy buenos, que tienen… creo que cada uno ya estará llegando a las cien mil visitas. Yo creo que todo el mundo los ha visto porque están en inglés, que eso ayuda, y estaban hechos por Dick Fleming, que era un formador maravilloso. Esos vídeos tienen muy buen contenido, están hechos por alguien que era muy bueno en un momento en el que esto era totalmente virgen y era un poco una temeridad. Yo les guardo mucho cariño, porque esa gente que trabajó conmigo al principio, cuando no había nada y yo no era conocida, se arriesgaron y se dio muy bien. Luego he trabajado muchas más cosas con Dick Fleming y después tengo yo ya mis clásicos. También hago muchas cosas con Mario, con Matthew Perret, hay gente con la que trabajo de forma recurrente, pero en los primeros, además, he hecho cosas muy locas. Hay algunos muy divertidos, sobre todo, yo qué sé, el de la crisis de mitad de carrera. En ese vídeo sale Matthew con una peluca imitando a un catedrático de universidad en la sala de prensa del Parlamento Europeo, dentro de la sala, como si estuviera dando una gran charla. Eso es imposible. Porque lo hice hace diez años e hice algunas cosas muy muy locas que se hicieron en aquella época en la que, bueno, que como no había normas, pues hay un vacío, se podía hacer. Matthew ha trabajado mucho conmigo; Andrew Gillies, he hecho muchas cosas con él, ahora de formación y muchas cosas de tecnología, de inteligencia artificial, porque voy un poco adaptando a la época. En la época de la covid-19, pues tocaba la remota, las historias de las plataformas que están surgiendo; he ido un poco adaptando. Y luego había muchos contenidos que ya estaban hechos. De formación se han hecho millones de cosas, entonces, claro, es muy difícil innovar ahí, porque hay muchísimo material y hay muchas lenguas diferentes. Pero yo de quedarme, me quedo con mis clásicos, sobre todo los primeros. Yo adoro a los valientes.
Marcella: Ya veo. Ya. Yo alucino un poco, porque pienso: interpretas, el blog, el libro fotográfico. Cuando no haces todos estos millones de cosas, ¿tú qué haces en tu vida personal? Quiero decir, ¿te queda tiempo para ti?
A mí, la tranquilidad, el silencio me permiten ir buscando cosas nuevas; todo requiere mucha, mucha planificación.
Lourdes: Le tienes que sumar una hora y cuarto de yoga todos los días. Tengo una vida bastante complicada y cada vez me resulta más difícil, por ejemplo, quedar a comer con mis amigas. Entonces se enfadan porque llego tarde. Pero es que estoy vendiendo libros, estoy haciendo entrevistas y sacando una foto en no sé dónde y tal. Yo, cuando tengo tiempo libre, muchas veces cojo la cámara, saco fotos, que me gusta mucho, hago yoga. Si puedo hacer yoga en el bosque, me encanta. Me gusta mucho ir a caminar en la naturaleza y también me gusta mucho eso, estar en silencio. Como tengo una vida tan llena de cosas, también necesito mucho silencio. El yoga, la meditación, me da mucha paz y mucha tranquilidad. Cuando llegan las vacaciones, por ejemplo estas de Navidad, soy de Tenerife, me voy a Tenerife, me voy a bañar al mar. En invierno me da igual, me tiro al sol yo sola, hago yoga, voy a sacar fotos al monte. Aunque tengo una vida social muy bestia, y cuando vengo a trabajar, entre el hotel aquí en Estrasburgo y el Parlamento, me puedo parar como diez veces para saludar y hablar con diez personas diferentes, aparte de esa vida ultrasocial, también me gusta mucho estar sola y estar tranquila, porque creo que eso me permite pensar en cosas nuevas, lo de las fotografías… Ahora quiero presentarme a un concurso para mujeres fotógrafas en Bélgica. A mí, la tranquilidad, el silencio me permiten ir buscando cosas nuevas; todo requiere mucha, mucha planificación: los vídeos, las entrevistas, dónde filmas, qué haces, la foto a fulanita… Sí, hay que planificar mucho mucho. Si no, no da tiempo. Y, luego, a mí me gusta hacer una hora y cuarto de yoga cuando llego a mi casa por las tardes del trabajo. Para hacer todo eso hay que organizarse superbién. Ahora también estoy haciendo ejercicios de voz por la mañana.
Marcella: Claro, como no tenías nada más que hacer…
Lourdes: Mi vida se convierte en un puro estrés. Pero bueno, me entretengo. Me entretengo.
Marcella: Muy bien. Así se hace, Lourdes. Creo que ya he tomado mucho de tu tiempo, que como veo escasea. Así que nada, te vuelvo a dar las gracias por estar aquí con La Linterna. El de hoy es un primer experimento, esta videollamada, esta grabación. Espero que les guste mucho a quienes nos leen y ojalá volvamos a vernos pronto.
Lourdes: Sí, muchísimas gracias por el interés, por el tiempo también. Y bueno, a mí es muy fácil encontrarme. Si alguien quiere escribirme, alguien quiere un libro o mantener algún tipo de contacto conmigo o preguntarme cosas, si están planteándose una carrera profesional como la mía o cualquier cosa… A mí siempre es fácil contactarme por LinkedIn. Contesto a todo el mundo, y por Instagram también.
Marcella: Muchísimas gracias, Lourdes.
Lourdes: Gracias a ti.
El vídeo de la entrevista está en el canal de Youtube de Asetrad.