En abril de 2024 me invitaron a participar en el III Congreso «La traducción literaria, un mundo que (in)visibiliza a las mujeres», celebrado en la Universidad de Málaga. Su tercera edición confirmó la necesidad que tenemos en el ámbito académico de compartir nuestras experiencias investigadoras en torno a este mundo profesional, el de la traducción literaria, que invisibiliza, o no, a la mujer.
De mi participación en este congreso se hace eco el presente artículo, que da voz pública a mi interés investigador en torno a la figura de la traductora literaria y me posibilita compartir reflexiones sobre la evolución de la identidad de la traductora literaria en la historia reciente española. Para ello, me sirvo de varios ejemplos concretos, de los muchos que cabrían, por considerarlos especialmente representativos de tres etapas temporales.
La (in)visibilidad de la traductora de literatura en la historia reciente de España

Dolores Romero López edita en 2016 el libro Retratos de traductoras en la Edad de Plata, en el que se reúnen investigaciones sobre la actividad traductora de escritoras, periodistas, políticas, feministas, pedagogas, humanistas… Emilia Pardo Bazán (1851-1921), Carmen de Burgos (1867-1932), María Martínez Sierra (1874-1974), María de Maeztu (1881-1948), Matilde Ras (1881-1969), Zenobia Camprubí (1887-1956), Mari Luz Morales (1898-1980) o Ernestina de Champourcín (1868-1963) son algunas de las figuras que destacan en un periodo (de 1868 a 1936-1939) en el que la cultura y el pensamiento españoles sufrieron una evolución importante que produjo una escisión entre el tradicionalismo y la modernidad, en intentos opuestos de solventar el atraso de España con respecto a Europa.
Según esta investigadora:
[…] la mujer del primer tercio del siglo xx se esforzó en configurar su propio retrato y buscó su identidad como mujer moderna mirándose en el espejo de las ideas europeas y, para ello, no dudó en utilizar la traducción unas veces para poder sobrevivir y otras para reforzar valores culturales diferentes, hoy diríamos más híbridos y plurales, desde la mirada del discurso de la alteridad ética, política y social.
(Romero López: 2015, 180-181)
En este contexto, se comenzó a desarrollar la polifacética obra literaria, traductora y cultural de nuestra primera figura.
Elisabeth Mulder: polifacética dinamizadora cultural
La traducción para Mulder fue un oficio al que se dedicó brevemente, con un fin sustancialmente económico, por el que no expresó mucho interés personal.
Elisabeth Mulder Pierlusi (1904-1987) era hija de madre puertorriqueña y padre holandés. Gracias a varios viajes por Europa y a una cuidada educación, aprendió seis idiomas, lo que le permitió realizar traducciones desde el francés, el inglés o el ruso al español. Sin embargo, la traducción para Mulder fue un oficio al que se dedicó brevemente, con un fin sustancialmente económico, por el que no expresó mucho interés personal. Como escritora cultivó todos los géneros literarios y como traductora tradujo a autoras y autores como Charles Baudelaire, Georges Duhamel, T. E. Lawrence, Gina Kaus, Paul L. Potous, Pearl S. Buck, Charles L. Morgan, John Keats, Percy Bysshe Shelley, Aleksandr Pushkin y Georges Rodenbach.

En la entrevista que Joaquín Soler Serrano le hizo en 1978 para Radiotelevisión Española, dentro de su programa A Fondo, ella misma resume su experiencia traductora (Soler Serrano: 1978, 22:50-23:37). Si bien comprobamos que Mulder utilizó la traducción principalmente como trabajo «para poder sobrevivir», siguiendo con la explicación previa de Romero López (2015, 180-181) sobre el contexto de la época, Mulder también contribuyó con sus obras de creación y con sus traducciones a «reforzar valores culturales diferentes», como describía igualmente Romero López (2015, 180-181).
En este sentido se expresa Mulder en otra parte de la entrevista, cuando alude a los viajes que le permitieron aprender lenguas, pero que igualmente le enseñaron a conocer países, climas, seres y paisajes a partir de una meticulosa observación (Soler Serrano: 1978, 2:57-3:33). Fue así como pudo ampliar su visión cultural del mundo y su papel dentro de él para crear personajes y traducir emociones.
Precisamente esa gran cultura la llevó a convertirse en una suerte de polifacética dinamizadora cultural barcelonesa entre los años cuarenta y los años sesenta.
Precisamente esa gran cultura la llevó a convertirse en una suerte de polifacética dinamizadora cultural barcelonesa entre los años cuarenta y los años sesenta del siglo xx. Dos principios marcaron esta actividad cultural: su firme creencia en el diálogo amistoso como medio irrefutable de comunicación (Soler Serrano: 1978, 5:37-7:25) y su «feminismo modesto o moderado» (Soler Serrano: 1978, 14:20-16:12), en sus propias palabras, sentando un precedente para tiempos venideros.
Ya a mediados del siglo xx, nuestra segunda figura desarrolló su trabajo traductor y su activismo en pro de la profesionalización y el reconocimiento de la traducción a partes iguales.
Esther Benítez: activista precursora
Esther Benítez Eiroa (1937-2001), tal como se recoge en su entrada en Wikipedia, «fue una traductora española» (2025, en línea). En efecto, a este oficio dedicó su vida y a su vida militante le rinde homenaje el Premio de Traducción Esther Benítez que, desde 2006 y con carácter anual, ACE Traductores otorga a «la traducción al castellano, catalán, euskera o gallego de una obra literaria de cualquier género escrita originalmente en cualquier lengua» (ACE Traductores: 2025, en línea).

En 1983, fue cofundadora y presidenta de ACE Traductores, Premio Nacional a la Obra de un Traductor en 1992, traductora del italiano y del francés de autores como Italo Calvino, Alessandro Manzoni, Guy de Maupassant o Julio Verne, publicó el Diccionario de traductores editado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez (1992) y se encargó de la edición compartida del primer Libro blanco de la traducción en España (1997), editado por ACE Traductores, en particular, de las secciones dedicadas a la situación legal del traductor, las relaciones con la administración y la situación comparativa en el marco europeo (Gallego Urrutia, María Teresa y Francí Ventosa, Carmen: 2021, en línea y Ministerio de Cultura: 2025, en línea).
Otras asociaciones (APETI, Consejo Europeo de Asociaciones de Traductores Literarios, CEDRO), otros premios (Premio de Traducción Fray Luis de León), otros autores y autoras (Émile Zola, Albert Camus, Luigi Pirandello, Edmondo de Amicis, Benedetta Craveri… o su traducción de la serie de literatura infantil El pequeño Nicolás, personaje creado por René Goscinny y Jean-Jacques Sempé), así como su inclusión en el Diccionario histórico de la traducción en España de Francisco Lafarga y Luis Pegenaute (2009) representan algunos hitos de una docente convertida en traductora cuya relevancia para la profesión resume ACE Traductores (2025, en línea):
La especial relevancia de su figura no reside únicamente en la calidad y cantidad de sus traducciones, sino también en su continua lucha por la reivindicación de la profesión. Esther Benítez batalló por el reconocimiento de los derechos de propiedad intelectual del traductor, por la normalización de las tarifas y contratos y por la concienciación pública de la importancia de su trabajo. Muchos de los avances que se han conseguido se deben al esfuerzo realizado por ella y por los colegas que lucharon entonces por unas condiciones mejores.
Belén Ruiz Molina (2023, en línea), estudiosa de la figura de Esther Benítez, en una magnífica conferencia dictada en el Centro Andaluz de las Letras de Málaga en octubre de 2023, añade, además, otra importante dimensión de la traductora: su curiosidad intelectual por la traductología (término que, por lo visto, no le sonaba bien) y por los estudios culturales en cuanto disciplinas académicas, así como por su imbricación con la profesión.
Esther Benítez fue una activista precursora, representante de «una generación que aprendió a traducir traduciendo» (apud Ruiz Molina: 2023, en línea).
Esther Benítez luchó por la profesionalización de la traducción desde todas las plataformas posibles.
Luchó por la profesionalización de la traducción desde todas las plataformas posibles. Muestra de ello es la entrevista que hizo a Eduardo Mendoza en 1979 para Radiotelevisión Española, dentro del programa Encuentros con las letras, durante el transcurso de la cual aprovechó para visibilizar el trabajo traductor (Benítez: 1979, 37:53-38:46).
Cierro esta línea del tiempo mostrando varias figuras, las de aquellas traductoras literarias y divulgadoras que ejercen su oficio en la actualidad.
Influencers mediáticas
El traductor en exclusiva es con mayor frecuencia mujer que hombre, lo cual es indicativo de una suerte de «feminización de la profesión».
Como muestra el Libro blanco de los derechos de autor de las traducciones de libros en el ámbito digital de ACE Traductores (2016: 60), el peso de las mujeres en el sector de la traducción editorial en la actualidad sigue siendo ligeramente superior al de los hombres con respecto al Libro blanco de la traducción editorial en España de 2010, situándose en un 52,1 % frente al 47,9 % de hombres. Esta misma fuente indica que el traductor en exclusiva es con mayor frecuencia mujer que hombre, lo cual es indicativo de una suerte de «feminización de la profesión» (ACE Traductores, 2016: 63).
Si contrastamos estos datos con los datos estadísticos que arrojan, por ejemplo, dos de los premios de traducción con los que fue galardonada Esther Benítez, estos son los resultados que tienen en cuenta la variable de género:

- Premio de Traducción Esther Benítez (ACE Traductores): 61 % de mujeres y 39&nbs;% de hombres desde 2006 hasta 2024. En este caso, los porcentajes se aproximan a los obtenidos en el Libro blanco, por lo que podría decirse que el reconocimiento experto y público a la mujer traductora es proporcional a su dedicación profesional.
- Premio Nacional a la Obra de un Traductor (Ministerio de Cultura): 30,6 % de mujeres y 69,4 % de hombres desde 1989 hasta 2024. Sin embargo, en esta ocasión, los porcentajes difieren, siendo probablemente una de las razones el lapso temporal que se ha tenido en cuenta. En efecto, si acotamos los datos a los límites temporales del Premio de Traducción Esther Benítez, los porcentajes son más equilibrados, correspondiendo un 47,4 % a las mujeres traductoras y un 52,6 % a los hombres traductores. No obstante, la proporcionalidad anterior no se mantiene.
Una lectura positiva podría llevarnos a pensar que la labor traductora de la mujer en el mundo editorial español actual cuenta con una visibilidad pública casi semejante a la del hombre traductor en el campo de la traducción de libros. Pero esta visibilidad no deja de ser una visibilidad especializada, reconocida por profesionales y académicos. ¿Qué ocurre con la visibilidad ante el gran público, ante la lectora o el lector que lee una obra en español y no se plantea si esa obra fue creada originalmente en otra lengua?
Las redes sociales se erigen en medios indiscutiblemente influyentes de visibilidad de la traductora literaria de nuestros tiempos.
En parte usadas como altavoces activistas de la profesión, en parte usadas como altavoces publicitarios de las propias carreras profesionales (si es que ambas dimensiones se pueden acaso disociar), las redes sociales se erigen en medios indiscutiblemente influyentes de visibilidad de la traductora literaria de nuestros tiempos.
Influencers mediáticas o, como aclara la Real Academia Española en su Observatorio de palabras, «persona[s] con capacidad para influir sobre otras» (2025: en línea), principalmente a través de las redes sociales, encontramos la difusión de sus obras de traducción en diferentes medios:
- Scheherezade Surià López deleita a sus fans con su blog sobre lenguas y traducción En la luna de Babel, pero también mantiene al día su página web profesional Las 1001 traducciones.
- Julia Osuna Aguilar cuida con esmero su página web profesional La mujer cambiante, que entiende como una artística exposición de trabajos.
- Rita da Costa García lee y traduce, traduce y lee, porque para ella la traducción es «una forma obsesiva de leer» y nos invita a conocer su trabajo en su luminosa web Rita da Costa. Traductora.
- Teresa Lanero Ladrón de Guevara ofrece una web militante, en la que reafirma su condición traductora desde su presentación: Soy Teresa Lanero. Traductora de libros.
Todas ellas comparten sus perfiles en LinkedIn, la mayor red profesional en línea a nivel mundial, donde la visibilidad de sus creativos trabajos se liga al código binario.
De invisibles a influencers
El estudio de Fruela Fernández arroja una «tendencia entre las mujeres a valorar la profesión en sí misma y a considerar más importante el trabajo que el prestigio derivado».
El estudio de Fruela Fernández sobre la profesionalización e invisibilidad de las mujeres en el sector de la traducción editorial en España (2012: en línea), basado en datos empíricos extraídos de la crítica literaria y de los premios institucionales contextualizados con declaraciones de traductoras profesionales, arroja una «tendencia entre las mujeres a valorar la profesión en sí misma y a considerar más importante el trabajo que el prestigio derivado». En otras palabras, para la mujer, al menos hasta la fecha en la que este estudio se llevó a cabo, la profesionalización de la traducción literaria no implicaba una mayor visibilidad de su trabajo.
Pasados unos años y una pandemia de por medio, que no hizo sino acelerar los procesos de comunicación digital, las redes sociales parecen ser las nuevas aliadas de la visibilidad de la mujer traductora de libros en la era de la información. Que así sea.
La lucha consciente por esa visibilidad empezó mucho antes, con precursoras y activistas que se atrevieron a esbozar sobre un papel casi en blanco la identidad de la traductora de literatura en España.
Pero no podemos olvidar que la lucha consciente por esa visibilidad empezó mucho antes, con precursoras y activistas que, si bien sujetas a los condicionantes de sus tiempos y con personalidades muy diversas y carismáticas (de ahí mi inclinación por mostrar documentos audiovisuales que puedan acercarnos más fielmente a ellas), se atrevieron a esbozar sobre un papel casi en blanco la identidad de la traductora de literatura en España que hoy en día conocemos, ya desde la Edad de Plata.

Mercedes Enríquez-Aranda
Mercedes es licenciada y doctora en Traducción e Interpretación por la Universidad de Málaga y profesora titular del Departamento de Traducción e Interpretación de la misma universidad. Dedica su investigación a la recepción en traducción, principalmente en los campos de la traducción editorial, la traducción audiovisual y la accesibilidad a los medios, si bien es una docente proactiva en el campo de la didáctica de la traducción. Es, además, traductora-intérprete jurada de inglés por el Ministerio de Asuntos Exteriores español. Es autora y editora de libros de creación literaria y, en la actualidad, está elaborando proyectos y actividades de divulgación científica que promueven una transferencia del conocimiento entre la universidad y la sociedad generadora de valor social.