¿Le puedo confiar a una inteligencia artificial (IA) la traducción de mis artículos científicos si no soy traductor? Hay quien dice que con la IA se está revolucionando el campo de la traducción, pero ¿es capaz de producir traducciones científicas de alta calidad? En este artículo analizamos las limitaciones de una conocida IA generativa y por qué confiar en los profesionales sigue siendo la opción más sensata y… económica.
La «inteligencia» artificial
La inteligencia artificial (IA) ni es inteligente ni piensa, sino que es un artificio, un artefacto basado en algoritmos que nos da la impresión de estar entendiendo lo que le pedimos.
Ni que decir tiene que la inteligencia artificial (IA) ni es inteligente ni piensa, sino que es un artificio, un artefacto basado en algoritmos que nos da la impresión de estar entendiendo lo que le pedimos porque sus respuestas suenan naturales, lo cual no quiere decir que sean acertadas ni ciertas. De hecho, el espejismo es así de nítido porque está basada en una ingente cantidad de datos producidos por humanos y va perfilando a cada usuario humano para darle lo que desea según lo que este le vaya dictando («entrenando»). Es gracias a los humanos que una IA puede casi parecer humana y casi hablar como tal. Pero no lo es, ni mucho menos es un profesional de la traducción, y todavía mucho menos un profesional de la traducción especializado en ningún ámbito… Es que ni siquiera es un hablante nativo. Y ¿cómo es eso?
Tipos de inteligencia artificial
Empecemos por distinguir entre los distintos tipos de IA más generalmente aceptados:
- la IA reactiva, que respondería a estímulos concretos y no sería capaz de recordar nada;
- la IA limitada, que sería capaz de recordar y aprender de la experiencia;
- la IA general, que podría realizar las mismas tareas intelectuales que un humano, y
- la IA superinteligente, cuyas capacidades superarían a las de los humanos.
Sabemos que este tipo de IA [del estilo de ChatGPT] es capaz de recordar cosas («aprender»), por lo que no puede ser IA reactiva, pero tampoco es una IA superinteligente
¿A qué tipo de IA pertenecen las que tanta gente usa hoy día para traducir, resumir, crear texto y demás, del estilo de ChatGPT? Sabemos que este tipo de IA es capaz de recordar cosas («aprender»), por lo que no puede ser IA reactiva, pero tampoco es una IA superinteligente, porque todos hemos visto que, en fin, comete errores bastante gordos si le preguntamos cosas concretas que ya sabemos sobre nuestro campo de especialidad o sobre nuestra cultura más local.
Entonces, ¿eso quiere decir que es una IA general, para cosas generales? Errar es humano, así que quizá tenga la misma capacidad intelectual que tú y que yo. Pues me temo que no. Se trata de IA generativa (IAG), un subtipo del segundo peldaño de la escala anterior, el de IA limitada —se dice que la IA 3 aún está «en desarrollo» y que la 4 no es más que una IA hipotética, es decir, que ninguno de los dos siguientes escalafones existe hoy en día—.
La IA generativa (ChatGPT)
Cualquier hablante nativo del idioma que sea o cualquier traductor experimentado destapa rápidamente el engaño: verá cosas raras, cambios semánticos, contradicciones u omisiones.
Aunque la IAG sea capaz de aprender y de recordar lo que se le diga, su margen de actuación se restringe a las tareas concretas para las que fue entrenada (generación de texto, imágenes o música). Lo mismo pasa con sus conocimientos y su capacidad de «razonamiento»: están circunscritos al ámbito para el que fueron diseñados. Es decir, la IAG no entiende nada ni puede actuar más allá de las fronteras de su entrenamiento ni de su contexto. De ahí que las IAG del estilo de ChatGPT, como indicó en julio de 2024 la Société française des traducteurs (SFT), no sean más que «software de estimación estadística». Dan la impresión de producir textos de buena calidad por la rapidez y naturalidad de sus respuestas, pero cualquier hablante nativo del idioma que sea o cualquier traductor experimentado destapa rápidamente el engaño: verá cosas raras, cambios semánticos, contradicciones u omisiones.
Pero esto no es lo más grave, y es que la IAG suele generar y presentar como verdadera información que es parcial o completamente falsa (sí, también cuando traduce, igual que DeepL). Esto es lo que se conoce como alucinaciones. Le he preguntado a mi GPT de pago (es decir, un ChatGPT personalizado y local), al que he llamado Sorrento (abreviatura de «sorry por el invento»), qué es eso de las alucinaciones en el contexto de las IAG, y me ha contestado lo siguiente:
Las IAG como ChatGPT prefieren rellenar los huecos con mentiras verosímiles y contártelas con una seguridad pasmosa antes que quedarse calladas o decir «perdona, pero de esto no tengo ni idea».
Es decir, que las IAG como ChatGPT prefieren rellenar los huecos con mentiras verosímiles y contártelas con una seguridad pasmosa antes que quedarse calladas o decir «perdona, pero de esto no tengo ni idea» u «oye, me surgen dudas con esto y aquello». La publicidad ha pasado de «ahora con IA» a «ahora sin alucinaciones». De hecho, el mismo chat se limita a advertirte constantemente de lo siguiente (y a buen entendedor, pocas palabras bastan, al parecer):
No obstante, una IAG debería decirte en estos casos algo así: «He observado que me has solicitado una traducción profesional, natural, fiel, etc. de tal texto especializado, pero hoy en día no tengo esas capacidades, por lo que, antes de generar y presentarte un texto engañoso, lo recomendable sería que le encargaras el texto a un traductor profesional con experiencia en el área». En lugar de eso, te dice que verifiques la información importante.
Aquí debe intervenir un humano, pero no cualquiera, ¿no? Sino uno que conozca el tema y sepa traducir bien.
¿Y quién debería verificar esa información importante cuando hablamos de una traducción de un texto… importante? Pues, para empezar, descartemos otra IA y, por supuesto, los traductores automáticos, que parece que, para no quedarse todavía más atrás, ya incorporan IA. Aquí debe intervenir un humano, pero no cualquiera, ¿no? Sino uno que conozca el tema y sepa traducir bien, preferiblemente un humano de esos que están casi todos los días en la traducueva lidiando con ese tipo de textos, temas, términos, lenguas, culturas y convenciones —esos humanos que, a espuertas hoy día, se ven abocados a revisar y corregir en muchísima profundidad una sucesión de caracteres que, más o menos, dan una idea de lo que vendría a decir el original, pero «expresado» de una manera muy robótica, calcada, antinatural y mal hilada… para el ojo experto, eso sí, al que no puede camelar—.
Examen de conciencia
Sabiendo todo esto, ¿crees que una IAG como ChatGPT o, ya puestos, un traductor automático como DeepL…
¿Crees que una IAG como ChatGPT o, ya puestos, un traductor automático como DeepL se responsabiliza de sus errores, no traduciría algo para lo que sabe que no está capacitado?
- conoce tu especialidad médica o enfermera, tu rama de psiquiatría, psicología, fisioterapia, trabajo social, etc.?
- está familiarizado con tus líneas de investigación, sus conceptos y terminología y, en caso contrario, sabe documentarse con textos paralelos de fuentes fiables?
- rinde igual de bien con partes de tu artículo que no estén directamente relacionadas con los puntos 1 y 2 —por ejemplo, la sección estadística, los aspectos éticos, los agradecimientos, la comunicación con los revisores, la carta de presentación, las citas retraducidas, etc.— y los considera todos como una unidad contextual?
- rinde igual de bien con investigación cualitativa que con la cuantitativa o los métodos mixtos?
- domina «a nivel nativo» las dos lenguas (español e inglés, romance y germánica)?
- ofrece frases y párrafos fluidos, naturales y bien hilados, a la vez que aplica las convenciones y fórmulas habituales del género textual «artículo de investigación en inglés» —que dista mucho del inglés general—?
- rinde igual de bien con otros géneros asociados, como revisiones sistemáticas, capítulos de libro, reseñas, artículos de opinión, protocolos, cuestionarios, etc.?
- media de manera eficaz entre, al menos, dos culturas y sociedades diferentes (español de España e inglés del Reino Unido o EE. UU., por ejemplo)?
- tiende puentes entre ambos sistemas sanitarios, educativos, académicos, administrativos, jurídicos, políticos, institucionales y deportivos y adapta o explica los cargos, puestos, funciones, competencias, instituciones y conceptos —que rara vez son del todo equivalentes— y elige los términos más próximos o aporta soluciones intermedias?
- cambia correctamente las cifras, las unidades de medida, las monedas, la forma de citar en el cuerpo del artículo, las tablas, los títulos de las obras que citas, etc.?
- te advierte de los errores ortotipográficos, lógicos o factuales que pueda contener el original y no los reproduce, sino que los corrige o te pone un comentario al margen?
- resuelve las ambivalencias y los malentendidos y te pregunta las dudas que puedan surgirle o se las consulta a sus compañeros o expertos nativos?
- enriquece el texto para hacer el mensaje atractivo y adecuado para la audiencia objetivo, es decir, que expresa tus ideas en la otra lengua de manera convincente y seductora para que los peer reviewers pongan el menor número de objeciones posible y el artículo sea de calidad citable?
- es fiel al sentido del original y la intención del encargo hasta el punto de que se toma licencias sin que se lo pidas para conseguir lo que pretendes con cada sección de tu manuscrito (por ejemplo, sigue las normas de la revista, retoca el título para mejorarlo, reformula y divide adecuadamente frases largas, hace listados de enumeraciones tediosas, evita párrafos de una sola frase, añade los conectores lógicos correctos, usa la terminología de manera consistente a pesar de que el original no lo haga, etc.)?
- sabe qué palabras o expresiones evitar en inglés —y por qué otras sustituirlas— para no introducir sin querer sesgos machistas, capacitistas, xenófobos, homófobos ni racistas y, sobre todo, para no estigmatizar, estereotipar, cosificar o herir la sensibilidad de los pacientes, sus familiares y cuidadores?
- edita las imágenes y figuras correctamente cuando se lo pides?
- sigue un código ético, por ejemplo, evita el plagio, quita las comillas cuando no encuentra el original citado, se responsabiliza de sus errores, no traduciría algo para lo que sabe que no está capacitado, trata tus documentos de manera confidencial y no los comparte con terceros a tus espaldas, no roba propiedad intelectual ajena, etc.?
- recuerda las traducciones que le encargaste con anterioridad y las consulta para mantener la coherencia conceptual y terminológica entre tus distintas publicaciones sobre un mismo tema?
- cuida bien a sus clientes y los considera como fuente última de conocimiento sobre sus propios textos? —Hasta ahora, Sorrento no me ha consultado nada: en «él» no cabe la inseguridad y para «él» no soy una fuente de información, por mucho que yo le insista—.
- resuelve bien los juegos de palabras o dichos, las metáforas, las alegorías, la ironía, los neologismos… y tiene criterio, creatividad e imaginación para resolver estos quebraderos?
Es decir, ¿traduce bien? Espóiler: no. Ah, pero es mucho más rápido y barato. Por supuesto, pero ¿a costa de qué?
Es decir, ¿traduce bien? Espóiler: no. Ah, pero es mucho más rápido y barato. Por supuesto, pero ¿a costa de qué? ¿De todo lo anterior? ¿Solo algunos puntos? Para empezar, puedes ir descartando la calidad, concepto que he intentado desglosar en la veintena de cuestiones anteriores.
Consecuencias
Aunque la hayas entrenado con decenas de prompts, la hayas alimentado con tus propios datos y le hayas puesto instrucciones clarísimas en su almacén de conocimientos, ya sabemos que la IAG puede cometer errores o pasar de lo que le digas —cosa que, a mí, personalmente, me consta con Sorrento el experimento—. Así, se instala la duda: ¿Y si cuela alguna palabra o expresión coloquial o un falso sentido, un contrasentido o un calco? ¿Y si mezcla la ortografía británica con la norteamericana o mete algún término inexacto o que no es el que se emplea normalmente en tu ámbito? ¿Y si lo envías así y los revisores de la revista te dicen que «vaya tela»? Rejected! ¿Y si se publica tal cual —a pesar de ser una traducción patológica— y tu imagen internacional (y la de tu equipo de investigación) queda por los suelos cuando otros estudiosos nativos leen vuestros estudios?
Un mal uso de estos artificios podría ser muy peligroso. En el caso de que dicha información alucinada llegase a publicarse, refreírse y citarse reiteradamente como si estuviera bien escrita y fuera cierta, tendría consecuencias nefastas para la carrera de un académico, para la reputación de un equipo entero de investigación e incluso para las instituciones que los avalan. Retracted! Y va más allá de la imagen y de la difusión de información errónea o manipulada: el coste de una mala traducción puede ser de tipo económico, pero también legal, ético e incluso social, psicológico o médico, o costar alguna vida si alguien la lleva a la práctica. A mí no me parece barato.
Si eres de los que buscan emociones fuertes y prácticas de riesgo, entonces, te encantará jugártela y pasar por la ruleta rusa tus investigaciones.
¡Pero si la calidad del texto tampoco es tan importante, yo lo que quiero es publicar y ya! Si eres de los que buscan emociones fuertes y prácticas de riesgo, entonces, te encantará jugártela y pasar por la ruleta rusa tus investigaciones. ¿Supongo que también las enviarás a la revista «sin supervisión»? Pues se manda a «corregir», dirás, que suele ser más barato. Pero ¿y si el daño ya está hecho? Ese es el gran problema de los textos (re)generados por máquinas: que no hay forma humana, rápida ni económica de insuflarles vida, de comprobar si están verdaderamente sanos ni de igualar su calidad a la de las traducciones realizadas directamente del original. Es el juego del teléfono escacharrado.
¡Abajo el efecto Dunning-Kruger!
El mismo ChatGPT y el resto de IAG disponibles te lo advierten de manera más o menos visible: «verifica la información importante». ¿No es importante tu artículo? Entonces, ¿cómo lo verificas todo? Estás acostumbrado a leer mucha investigación en inglés, sí, pero no eres profesional de la traducción ni de la revisión, conque puede que no domines muchos de los veinte puntos mencionados o que no seas consciente de varios de esos puntos o que los apliques de manera… subóptima. Pero no tienes por qué hacerlo tú. Puedes hacer una valoración sincera de tus limitaciones y reconocer que hay otras personas con otros conocimientos y experiencias y que saben lo que está genial, bien, regular, mal y horrible en la traducción de textos especializados para su publicación en medios internacionales, quienes conocen lo que es una traducción de gran calidad para ese fin tan poliédrico, específico y delicado. Y no, no pretenden saber más que tú de lo tuyo, que eres médica, psiquiatra, enfermero, psicóloga, fisioterapeuta o trabajador social: saben que para esas labores estáis vosotros y que sois vosotros quienes mejor conocéis vuestros propios manuscritos.
En definitiva
Contrata a los profesionales desde el principio, que es más seguro y barato si tienes en cuenta todo lo que pueden ofrecerte y, sobre todo, evitarte.
Ojalá esto sirva para evitar el uso indiscriminado y ultraconfiado de las novedades tecnológicas que van surgiendo, como ya pasó con la traducción automática. Quizá sean herramientas, sí, pero serán buenas o malas dependiendo de quién, cómo y para qué las use. La IAG quizá nos pueda ayudar a los traductores a pretraducir un artículo de investigación del castellano al inglés si eres un traductor especializado y sabes lo que te han puesto por delante, pero, por favor, si no lo eres, confía en nuestra experiencia y nuestros conocimientos, contrata a los profesionales desde el principio, que es más seguro y barato si tienes en cuenta todo lo que pueden ofrecerte y, sobre todo, evitarte.
Alejandro García-Aragón
Es doctor en Traducción e Interpretación. Nació en Cádiz, se crio en la Isla de León y estudió TeI en la Universidad de Granada, donde se licenció en 2007, finalizó un máster en 2009 y se doctoró en 2016. Actualmente —y desde hace más tiempo del que quisiera admitir—, es término-lexicógrafo, traductor y revisor autónomo de artículos científicos del ámbito sanitario, normalmente del castellano al inglés, para lo que colabora estrechamente con compañeros nativos expertos. Puedes ver sus últimas traducciones publicadas y cotillear más sobre él y su trabajo en su sitio web y en su cuenta de X, donde suele hablar de su profesión, leer las últimas noticias sobre las distintas ramas de la medicina, la enfermería o la psicología y subir fotos de algún «despacho de autónomo», de algún juego de mesa entretenido o de las flores más hermosas de su minijungla urbana.