22 diciembre 2025
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La 2.ª edición del ‘Diccionario panhispánico de dudas’ (RAE y ASALE, 2025)

Veinte años después de su aparición, esta obra de referencia en el ámbito de la corrección lingüística renueva su contenido armonizándolo con las últimas ediciones de las principales obras académicas (la Ortografía, la Gramática y el Diccionario) y amplía el conjunto de fenómenos tratado, mejorando asimismo notablemente la descripción y valoración de los usos diferenciales entre las distintas variedades del ámbito hispanohablante.

Veinte años no es nada, rezaba el famoso tango, aunque en este caso habría que decir, más bien, que veinte años son bastantes: los transcurridos entre la publicación de la primera edición del Diccionario panhispánico de dudas (2005) y esta nueva edición ampliada y actualizada (2025).

El DPD ofrecía también orientación a los hispanohablantes para que, ante usos diversos, pudieran escoger la opción más ajustada a la norma lingüística culta de su zona.

Con la aparición, en 2005, de la primera edición de la obra, las academias de la lengua española cumplían con el objetivo de elaborar un texto de fácil manejo donde se resolvieran de forma razonada aquellas cuestiones que habitualmente plantean dudas a quienes se expresan en español, fueran estas de carácter ortográfico, léxico o gramatical. El DPD ofrecía también orientación a los hispanohablantes para que, ante usos diversos, pudieran escoger la opción más ajustada a la norma lingüística culta de su zona y, como uno de sus objetivos esenciales, proponía adaptaciones o equivalencias españolas para los extranjerismos de uso habitual en nuestra lengua, así como la forma en español de topónimos y gentilicios de grafía dudosa o vacilante.

Transcurridos ya veinte años desde su aparición, se hacía impostergable su puesta al día no tanto porque en ese tiempo hayan cambiado o se hayan renovado en parte las preguntas que se hacen los hispanohablantes sobre su lengua, que también, sino, sobre todo, porque en muchos casos lo que ha de cambiar son las respuestas. En ningún ámbito como en el de la norma lingüística quienes realizan la ingrata tarea de analizarla y divulgarla han de asumir que desdecirse en alguna medida es parte inexorable de su cometido. Son varias, pues, las razones que justifican la necesidad de esta nueva edición:

Había que adecuar las recomendaciones de la obra a los cambios observados en los hábitos lingüísticos de los hispanohablantes en estas dos últimas décadas.

  • La naturaleza intrínsecamente cambiante de la norma lingüística. Los cambios lingüísticos, en un primer momento, suelen percibirse como errores hasta que su generalización en el uso, cuando se produce, los convierte en norma de un estado de lengua posterior. Así pues, había que adecuar las recomendaciones de la obra a los cambios observados en los hábitos lingüísticos de los hispanohablantes en estas dos últimas décadas.
  • La aparición de nuevas ediciones de las principales obras académicas: la Nueva gramática de la lengua española en 2009 (morfología y sintaxis) y 2011 (fonética y fonología); la Ortografía de la lengua española en 2010, y la 23.ª edición del Diccionario de la lengua española en 2014, con actualizaciones anuales sucesivas. Esas nuevas ediciones incorporan, en algunos aspectos, valoraciones que no eran ya coincidentes con las expuestas en la primera edición del DPD. Era necesario, por tanto, armonizar su doctrina con la de esas obras.
  • Las consultas lingüísticas recibidas en estos años, que habían hecho emerger dudas sobre aspectos no tratados en la primera edición.
  • La existencia de nuevos corpus textuales no disponibles cuando se realizó la primera edición y que han permitido mejorar el análisis de la vigencia, la extensión y la frecuencia en el uso general culto de los fenómenos comentados. Especialmente valioso ha sido el uso del Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES XXI), que incluye un porcentaje mucho mayor que el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) de textos procedentes de territorios de habla hispana no europeos. Esta representación ponderada de textos de todas las áreas donde se habla español ha permitido mejorar sustancialmente el tratamiento y el reflejo en la obra de la variación lingüística dentro del ámbito hispánico.

La nueva edición ha cambiado formalmente muy poco: se han conservado tanto la estructura como las características ortotipográficas de la primera edición con el fin de subrayar la continuidad de propósito y criterios de la obra.

La nueva edición ha cambiado formalmente muy poco: se han conservado tanto la estructura como las características ortotipográficas de la primera edición con el fin de subrayar la continuidad de propósito y criterios de la obra.

El contenido sí ha cambiado de forma sustancial, y esta segunda edición mejora cualitativa y cuantitativamente la primera: se han incluido enmiendas y adiciones a uno de cada dos artículos no temáticos presentes en la primera edición; se han revisado y actualizado todos los artículos temáticos, así como todos los apéndices; se han añadido 370 entradas nuevas, de las cuales 362 son artículos no temáticos y 8 son artículos temáticos, entre los que destacan, por las dudas frecuentes que suscitan, los dedicados al gerundio y a los prefijos; se han modernizado muchas de las citas que ilustran los usos comentados aprovechando los textos del CORPES XXI (se han citado un total 3260 obras y 399 publicaciones periódicas distintas procedentes de todos los territorios donde se habla español, incluidos Filipinas y Guinea Ecuatorial), y se ha revisado y ampliado el Glosario de términos lingüísticos usados en el diccionario.

Así, la armonización con la última edición del Diccionario de la lengua española ha propiciado, por ejemplo, el levantamiento de la censura del uso de bizarro con el sentido de ‘raro o extravagante’.

Son numerosos los cambios en la valoración de los usos comentados con respecto a la primera edición (ya se sabe que, en cuestión de norma lingüística, el error de hoy puede ser la norma de mañana), muchos de ellos motivados por la necesidad de evitar contradicciones con las nuevas ediciones de las principales obras académicas. Así, la armonización con la última edición del Diccionario de la lengua española ha propiciado, por ejemplo, el levantamiento de la censura del uso de bizarro con el sentido de ‘raro o extravagante’, del verbo cesar como transitivo (sinónimo de destituir) o del anglicismo semántico que supone el uso de aplicar [a un trabajo o una beca] con el sentido de ‘solicitarlos’; la misma razón subyace a la aceptación de extradir (variante galicada de extraditar) o a la matización del rechazo de aperturar, pues son, todos ellos, términos y acepciones que figuran ya en el diccionario académico.

La adecuación a la Ortografía de 2010 ha supuesto la incorporación al DPD de los cambios que dicha obra llevó a cabo en el ámbito de las reglas de acentuación (como eliminar la tilde opcional en palabras como guion o truhan, o recomendar la escritura sin tilde del adverbio solo incluso en casos de ambigüedad) y se ha traducido en una mejora sustancial en las entradas dedicadas al uso de los signos de puntuación y de las mayúsculas.

Se ha mejorado notablemente la descripción de usos diferenciales entre el español de ambos lados del Atlántico, con la aceptación sin reservas de fenómenos característicos del español americano.

En el ámbito gramatical, y en muchos casos gracias a la detallada información de la Nueva gramática académica, se ha mejorado notablemente la descripción de usos diferenciales entre el español de ambos lados del Atlántico, con la aceptación sin reservas de fenómenos característicos del español americano que en la edición anterior no estaban presentes o no habían sido valorados adecuadamente. Y se reconocen como parte de la norma culta usos generales hasta ahora censurados pero ya plenamente arraigados entre los hispanohablantes, como, por poner un solo ejemplo, el uso de la forma le cuando se duplica el complemento indirecto plural (Le dije a los niños…).

Elena Hernández sujeta la última edición del diccionario.

También se han reconsiderado algunas recomendaciones hechas en la primera edición sobre cuestiones en aquel momento aún no fijadas. Así ha ocurrido en el sistema de reglas de formación del plural, donde la incorporación masiva de extranjerismos, muchos de ellos con estructuras silábicas o terminaciones consonánticas ajenas al léxico patrimonial, llevaba tiempo generando una fuerte inestabilidad. En la primera edición se recomendaba el plural en -es para los préstamos recientes acabados en consonantes habituales en posición final en palabras españolas: másteres, chándales, pírsines, etc., basándose en precedentes ya asentados, como revólveres, líderes, cócteles, mítines, etc., lo que hacía prever que los nuevos préstamos de ese tipo se acomodarían sin dificultad a esta misma pauta al no resultar inaudito su resultado para los hispanohablantes.

Hoy se observa una marcada tendencia al plural en -s en los nuevos préstamos acabados en consonante, con independencia de que su terminación sea o no tradicional en español.

Pero esa previsión no se ha confirmado y hoy se observa una marcada tendencia al plural en -s en los nuevos préstamos acabados en consonante, con independencia de que su terminación sea o no tradicional en español. De ahí que en la mayoría de los casos se reconozcan ahora como válidas ambas formas de plural en este tipo de préstamos (másteres y másters), abriendo la puerta a que sea finalmente el uso de los hispanohablantes el que, con el tiempo, determine cuál de las dos formas acaba prevaleciendo.

En asuntos de género se ha ampliado también la información en lo que concierne al análisis de nuevos fenómenos, como la enésima estrategia para tratar de evitar el uso genérico o inclusivo del masculino gramatical por parte de quienes ven en ello un claro ejemplo de sexismo lingüístico, como la de sustituir los sustantivos que denotan directamente ‘persona’ por el sintagma «persona + adjetivo, o sustantivo en aposición»: las personas trabajadoras, las personas ingenieras, en lugar de los trabajadores, los ingenieros

Se han seguido incorporando entradas nuevas referidas en su mayoría a neologismos y extranjerismos, muchos de ellos incorporados al uso en los últimos años.

Y en el campo del léxico se han seguido incorporando entradas nuevas referidas en su mayoría a neologismos y extranjerismos, muchos de ellos incorporados al uso en los últimos años (aggiornamento, backstage, banner, big data, biotopo, bitcoin, bonus, bracket, briefing, browser, bullying, casting, chaise-longe, cookie, counter, crowdfunding, decalaje, depleción, delivery, emoji, emprendimiento, experticia, friendly, ginseng, hacker, influencer, led, ludificar, merchandising, outfit, panettone, pellet, podcast, roaming, running, router, screening, sketch, spam, startup, snorkel, spa, spoiler, think tank, transgénero, entre otros muchos) con el fin de proporcionar a los hispanohablantes orientación sobre su empleo y, en el caso de los extranjerismos crudos, alternativas en español en forma de adaptaciones o equivalencias.

La obra ha ganado en madurez en esta segunda edición, en la que prima la descripción y la recomendación sobre la censura, conscientes sus autores de que son los hablantes los verdaderos dueños del idioma.

La obra ha ganado en madurez en esta segunda edición, en la que prima la descripción y la recomendación sobre la censura, conscientes sus autores de que son los hablantes los verdaderos dueños del idioma. Confiamos en haber acertado en mayor medida en nuestros juicios, de modo que en la próxima edición solo nos veamos obligados a desdecirnos «lo normal».

Elena Hernández
Elena Hernández Gómez
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Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, se incorporó en 1988 al Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española como redactora del Diccionario histórico. Desde su creación, en 1998, dirige el Departamento de «Español al día» de la RAE, encargado del servicio de consultas lingüísticas de esta institución. Ha sido redactora jefe de las dos ediciones del Diccionario panhispánico de dudas (2005 y 2025) y de la Ortografía de la lengua española (2010), así como de la versión básica de esta última (2012). Ha impartido cursos de corrección lingüística en la Facultad de Filología de la UCM y en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. También se ha dedicado a la divulgación lingüística durante una temporada en el programa Por fin no es lunes de Onda Cero. En 2018 fue nombrada socia de honor de UniCo y en 2024 recibió el premio Archiletras al desempeño profesional.

Elena Hernández Gómez
Elena Hernández Gómez
Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, se incorporó en 1988 al Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española como redactora del Diccionario histórico. Desde su creación, en 1998, dirige el Departamento de «Español al día» de la RAE, encargado del servicio de consultas lingüísticas de esta institución. Ha sido redactora jefe de las dos ediciones del Diccionario panhispánico de dudas (2005 y 2025) y de la Ortografía de la lengua española (2010), así como de la versión básica de esta última (2012). Ha impartido cursos de corrección lingüística en la Facultad de Filología de la UCM y en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. También se ha dedicado a la divulgación lingüística durante una temporada en el programa Por fin no es lunes de Onda Cero. En 2018 fue nombrada socia de honor de UniCo y en 2024 recibió el premio Archiletras al desempeño profesional.

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