Los días 8 y 9 de abril, APTIC (Associació Professional de Traductors i Intèrprets de Catalunya) celebró su I Congreso: Jornadas de Comunicación, Traducción e Interpretación. Su intención era celebrar un simposio diferente, en el que se hablara de temas novedosos y sin tapujos: ciencia, traducción editorial, buenas prácticas, condiciones laborales, interpretación… Y los números hablan por sí solos, pues en esta primera convocatoria consiguieron reunir a 130 asistentes. El éxito alcanzado les hace ya pensar en la siguiente fecha (el planteamiento inicial es que tenga una cadencia bianual) y otros posibles temas, como la traducción jurídica, la financiera o el doblaje.
El éxito alcanzado les hace ya pensar en la siguiente fecha y otros posibles temas, como la traducción jurídica, la financiera o el doblaje.
Quien en los últimos dos años había sido presidenta de la asociación, Marta Morros, dio el pistoletazo de salida de las jornadas, con una breve introducción del comité organizador y de todo lo que nos esperaba en los siguientes dos días.
En paralelo al congreso: The Spectacular Translation Machine, iniciativa divulgativa de Daniel Hahn (presente y ponente) y Sarah Ardizzone y obra de ingenio del espacio-tiempo. Espacio: común, montaje sencillo y sobrio, pero de muchos valores. Tiempo: el que se toman los traductores que se meten en el papel. ¿El resultado? La traducción: artesanía (¿arte sana?), universal, colaborativa, práctica, humana. Y una reflexión sobre un sistema algo tomado por robots al que se le va la pinza y que podría dejar colgado a cualquiera. ¡Qué máquina!
Xurxo Mariño, doctor en Ciencias Biológicas y conocido (y galardonado) comunicador científico, nos habló de neurociencia y de lingüística. En tan sólo una hora nos dejó encandilados y nos metió el gusanillo de la neurociencia a más de uno. Habló del origen del lenguaje humano, nos explicó cómo somos unos meros gusanos al nacer (el momento justo, ni más ni menos), desvalidos pero con un cerebro plástico que al cabo de un año realiza una poda de la estructura neuronal para poder seguir creciendo y aprehendiendo. Y en tan solo tres años ya aprendemos un idioma (o más, con suerte). ¿Quién puede decir eso ahora?
Maya Busqué dio paso a una mesa redonda en la que estuvo rodeada de prestigiosos divulgadores científicos: Cristina Sáez, Antonio Martínez Ron, Pere Estupinyà y Xurxo Mariño (en sustitución de Cristina Ribas). Nos explicaron la labor «traductora» del divulgador científico, que ha de conocer bien el idioma origen (casi siempre inglés) y el tema del que se trata, para filtrar la pseudociencia y poder llevar esos conocimientos con mayor rigor científico a colectivos muy dispares y con fines muy diversos. También reflexionaron sobre la labor de acuñación que a menudo les toca hacer, en un trabajo que no está exento de poesía, responsabilidad y diversión a partes iguales.
Justo después, Lorenzo Gallego y su agudísimo paladar iconográfico nos presentaron los aspectos principales de la investigación clínica y las diferentes fases del desarrollo y la investigación de fármacos. Lorenzo adornó esta exposición con detalles terminológicos, no olvidó identificar a los diferentes actores del proceso y dejó para el final la parte más jugosa para la traducción: los diferentes documentos que se generan en la investigación detallados por tipos y géneros textuales, que constituyen el corpus de trabajo de los traductores especializados en esta rama del conocimiento. Con su habitual exhaustividad, desgranó los rasgos distintivos de cada uno y nos indicó un manojo de recursos imprescindibles para su traducción al castellano.
En la mesa redonda presidida por Paola Tormo pretendían no morderse la lengua, y no defraudaron.
La primera sesión de la tarde fue la mesa redonda presidida por Paola Tormo, con Alicia Martorell, Juliette Lemerle, Christian Olalla y David Paradela. Pretendían no morderse la lengua, y no defraudaron. Allí se debatió de la prohibición de hablar de tarifas como asociación (pero no a nivel personal), de libre competencia, de rentabilidad (¿tarifa por palabra, por hora?), del panorama de la traducción editorial, de la interpretación, del humo que a menudo se vende y del postureo, de buenas prácticas y profesionalidad, de saber negociar y de excelencia.
El taller de Carlos Mayor de traducción de novelas gráficas empezó fuerte, con la sala ya rebosada de participantes. Este gran especialista nos relató los orígenes del cómic o, como él gusta de llamar, tebeos, su evolución gráfica, las diferentes estrategias adoptadas para añadir textos, las posteriores convenciones instauradas por diversos autores y editores y hasta el discutible origen de las llamadas novelas gráficas. Sacó de su maletón preciosos volúmenes que marcaron la historia del género, algunos realmente pintorescos, nos contó los pormenores de este tipo de encargos y nos hizo pedir la prórroga en el ejercicio final de traducción de unas viñetas humorísticas; en serio, que prolongamos el taller incluso a costa del vino con el que APTIC nos esperaba para refrescarnos al final de la jornada.
El taller de literatura de Gemma Rovira fue ¡fantástico! Más allá de la realidad de la traducción de fantasía, una subrealidad: autores creativos (¡con los que no siempre sirve contactar!), sus criaturas (de ensueño, abominables y hasta mefistofélicas), objetos esperpénticos salidos de la nada, lectores hasta deconstructivos, pero también quisquillosos (que da gusto, piensa el traductor). El traductor de este género se convierte a su vez en actor de la historia. Armándose de valor y valiéndose de sus herramientas que superan la ficción (mapas de universos paralelos, glosarios de tropecientas cosas inventadas con nombre propio), se adentrará en mundos jamás pisados donde enfrentarse con seres míticos que le esperan a la vuelta de la… página.
Para ir al grano, el taller de traducción de la oralidad en estilo directo de Esther Tallada fue también todo un éxito («¡Pues dio mucho que hablar!»). Para jugar a traducir Zazie dans le métro, ¡Todos a la planta de abajo! Eso se llama poner las cosas en contexto o cuidar los detalles («Te estás pasando de lista»). Sala a rebosar, silencios (solo al principio), risas, aplausos («Te pongas como te pongas»). Pasión, entusiasmo a raudales, recursos. Y es que no les faltaron («Como lo oyes»).
La primera media hora del sábado estuvo dedicada a la presentación de la guía de interpretación de Chris Durban y sus correspondientes traducciones al catalán, castellano, gallego y vasco. Si se necesita contratar a un intérprete, ¿qué hay que saber? Un manual sencillo y ameno cuya traducción, como nos explicaron, fue bastante más ardua. ¡Chapó!
Chris Durban hizo uso de toda su simpatía y sapiencia para enseñarnos durante dos horas cómo buscar clientes directos, cómo presentarse y enamorarlos para crear una relación estable y duradera. También aquí se habló de tarifas, especialización, rentabilidad y profesionalidad, que se puede declinar en saber, poder, elegir, crecer, invertir, confiar, salir, negociar, escuchar.
Tras un breve refrigerio, se cerró la parte educativa del congreso con una mesa redonda sobre la interpretación presidida por Belén Simarro (APTIC) en compañía de Lara Domínguez (AGPTI), Félix Ordeig (AIIC y AIB) y María Galán (Asetrad). Con un debate muy animado nos condujeron por el camino de los intérpretes profesionales en el mercado, la importancia de la interpretación consecutiva y del trabajo bien hecho, los clientes del sector privado y las pequeñas conferencias con presupuestos reducidos, la preparación que conlleva cada encargo de interpretación, las carencias de formación en algunos aspectos de la profesión que las universidades no llegan a cubrir y la amplitud de miras en cuanto a las salidas profesionales, que no solo llevan a los grandes organismos internacionales. Destacaron también el papel que tienen las asociaciones en la formación de los nuevos profesionales y no se censuraron a la hora de hablar de tarifas. Tan intensa fue la mesa redonda que suscitó un prolífico intercambio de opiniones con el público.
Todo olía a profesionalismo.
Es de sobra conocido que en el mundo de las asociaciones de traductores luchamos a diferentes niveles por las condiciones profesionales de sus miembros, y APTIC quiso extender esto más allá, externalizando servicios como la fotografía, el diseño gráfico de los carteles, etc. Todo olía a profesionalismo. Nos consta además que, como siempre ocurre en estos casos, hubo imprevistos de última hora, pero la organización supo capearlos con elegancia y salir airosa. Otro aspecto a destacar y agradecer es la puntualidad, que se respetó en todo momento. Y al final, la tromba de ilusión característica de los actos de APTIC acabó descargando unos ramos preciosos de homenaje en manos de la comisión organizadora y ovaciones y aplausos para todas las personas que participan en los entresijos de una asociación profesional que se ha convertido en uno de los principales referentes del gremio.