26 abril 2024
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Cuando el cómic despertó, ¿el corrector estaba allí?

Tenía que pasar; era solo cuestión de tiempo. Como revisores y correctores nos enfrentamos a retos —o sobresaltos— constantes. A no ser que tengas un tipo de cliente editorial muy concreto o que no esté entre tus objetivos adentrarte en nuevos nichos y oportunidades profesionales, tarde o temprano aparecen encargos que te llevan a emprender nuevos viajes de aprendizaje y especialización profesional.

Tarde o temprano aparecen encargos que te llevan a emprender nuevos viajes de aprendizaje y especialización profesional.

A pesar de corregir para diferentes editoriales y andar, cada dos por tres, bregando con formatos novedosos, sobre todo en literatura infantil y juvenil, no me había llegado ningún encargo importante para corregir novela gráfica ni cómics. No me había llegado, claro, hasta que llegó…

Y, como tantas otras veces, tocaba una de las facetas más apasionantes del oficio de corrector: prepararse para lo específico del encargo; documentarse, entender las peculiaridades y personalidad propias del formato, es decir, adaptarse y aprender.

Durante el proyecto fui comprobando la escasez de materiales e (in)formación para revisores y correctores, así que, poco después de terminarlo, hablé con el traductor con el que tuve la fortuna de trabajar en este encargo: Carlos, ¿qué te parece hacer una entrevista-guía rápida-glosario-chuleta-pistas para empezar a corregir cómics traducidos? Como todos los grandes, Carlos es generoso y aceptó.

En un artículo de Carlos Mayor sobre el proceso de traducción de un cómic nos encontramos con estos datos, tan reveladores como apabullantes: «El grueso de los cómics publicados en España, en concreto el 65,87 % de los 3771 nuevos títulos aparecidos en el año 2019, corresponde a traducciones de otros idiomas. Se trata, asimismo, de una tendencia que va en aumento tanto en número absoluto de obras como en porcentaje frente a la producción nacional. En ese contexto, la labor de los traductores de historietas adquiere progresivamente una mayor relevancia». Y ese porcentaje no deja de crecer a un ritmo vertiginoso, sobrepasando el 80 % en 2021.

¿Y qué ocurre con la labor de los revisores y correctores?

Históricamente, muchas editoriales no solían contratar servicios de corrección como tales para sus publicaciones gráficas.

Históricamente, muchas editoriales no solían contratar servicios de corrección como tales para sus publicaciones gráficas, ni para las traducidas y, mucho menos, para las creadas en español. Podríamos aventurar que el motivo es el permanente menosprecio al que se ha visto sometida la historieta en el mundo de la cultura y en las propias editoriales; considerado un medio menor, y para más inri con «poco texto», tiene todas las papeletas para que no se cuente con los servicios de un revisor ni un corrector. Se presupone, por tanto, que dichas labores las han asumido el traductor, el maquetador y el editor, cada uno en su parte y dios en la de todos, pues a este —al que cada cual considere— hay que encomendarse para que todo salga bien cuando falta alguno de los eslabones profesionales del proceso editorial: en este caso el corrector.

Sin embargo, en las últimas décadas, coincidiendo con el cambio de siglo, el sector se ha despertado, desperezado y crecido a un ritmo vertiginoso.

«Poderoso caballero es don dinero», y este nuevo personaje, en forma de aumento de ventas, ha irrumpido en el sector consiguiendo que la mayoría de las editoriales haya reconsiderado la importancia de este medio y se incluyan correctores profesionales en el proceso de producción de estas publicaciones.

A muchos correctores nos empiezan a llegar encargos para hacer corrección de estilo o de pruebas de historietas y novelas gráficas.

En este contexto de cambio de tendencia, a muchos correctores nos empiezan a llegar encargos para hacer corrección de estilo o de pruebas de historietas y novelas gráficas. Nunca es tarde, si la dicha es buena. Nos remangamos, estamos dispuestos, y queremos hacerlo lo mejor posible, así que vamos a hablar con alguien que sabe, y mucho, del tema.

1. Siempre es bueno empezar por nombrar y saber de qué estamos hablando, así que la primera pregunta debería ser terminológica: ¿«historieta» o «cómic»? Como en tantos otros casos, parece que el equivalente traducido ha sustituido a un término ya existente en español y que aparece en todos los tratados teóricos sobre este género. ¿Ya hemos sucumbido ante el término «cómic» o queda una oportunidad para «historieta»?

Yo soy muy clásico y suelo decir «tebeo», aunque todos los términos que circulan son más o menos equivalentes.

Yo soy muy clásico y suelo decir «tebeo», aunque todos los términos que circulan son más o menos equivalentes. ¡Viva la sinonimia! También me gusta mucho «historieta», que quizá reservo más para referirme al medio.

2. La segunda cuestión también va de términos y formatos. La novela gráfica, tan en auge en este momento, ¿se debe considerar un formato completamente diferente con particularidades específicas por ser una obra autoconclusiva o es, simplemente, una «historieta larga» (o cómic, si hemos decidido que ya no usamos «historieta»…)?

Tengo la impresión de que los autores reniegan bastante del término «novela gráfica», que se considera más bien una etiqueta comercial y dentro del sector incluso se ridiculiza. Supongo que hablar de novelas gráficas sirve para que lleguen lectores nuevos al mundo de la historieta, lectores que a lo mejor no dirían que se han comprado un tebeo, y me parece estupendo.

3. ¿Crees que hay falta de correctores en el sector? ¿Cuál es tu experiencia al respecto, sueles trabajar con correctores en tus traducciones?

En las traducciones que hago, tanto al castellano como al catalán, siempre hay un corrector que pasa detrás, salvo raras excepciones.

Sí, en las traducciones que hago, tanto al castellano como al catalán, siempre hay un corrector que pasa detrás, salvo raras excepciones. Creo recordar que cuando empecé a traducir tebeos, en 1989, ya era así. Ha habido casos, cuando he trabajado para editoriales menos cuidadosas, en los que parecía que nadie leía nada, pero ya digo que en mi experiencia se trata de excepciones que achacaría simplemente a una falta de profesionalidad.

4. En el caso de no contratar los servicios de un corrector como tal, ¿quién asume las tareas de corrección de estilo y de pruebas? Sin tener en cuenta la propia, y bendita, autocorrección del traductor.

A veces la revisión no se encarga a un colaborador externo, sino que la hace el editor de mesa, pero como decía suele haber un corrector que pasa detrás de mí. Bueno, casi siempre más de uno. ¡Gracias a Dios que están ahí para pulir y dar cera!

Una vez definido un cierto contexto (el imprescindible contexto), es hora de atender —en la 5.ª acepción de «atender» del DRAE: «Mirar por alguien o algo, o cuidar de él o de ello»— a las características específicas de este tipo de corrección.

5. Como en todo texto, una de las primeras cuestiones que debemos abordar es la variante de español con la que trabajamos y el mercado/público objetivo. En este sentido, ¿suele trabajarse con esta indicación previa por parte de la editorial para adecuar el texto y llevar a cabo las adaptaciones culturales necesarias?

No es lo más habitual, por lo que yo sé, pero sí me ha sucedido alguna vez cuando un tebeo que traducía iba destinado a un mercado concreto. También en un par de ocasiones he traducido cómics francobelgas en los que salían personajes latinos y lo he hablado con los editores para encontrar la mejor forma de que las situaciones resultaran creíbles en la traducción, donde todo iba a estar en español.

6. Otro de los asuntos fundamentales, como en toda traducción, es el registro; en el caso del cómic contamos con el apoyo visual para caracterizar a los personajes y adoptar un registro u otro, pero ¿qué cuestiones propias de registro debemos tener en cuenta a la hora de corregir el texto de las cartelas y los bocadillos?

Lo más importante es centrarse muy bien en el tipo de obra, documentarse a fondo y buscar la naturalidad del lenguaje en ese contexto.

La historieta es un medio tan amplio y abarca tantos géneros que el traductor y el corrector pueden toparse con un abanico amplísimo de posibilidades. Hay tebeos románticos, de terror, de superhéroes, humorísticos, de aventuras, de ciencia ficción… Y cada vez más de autoficción y de ensayo. Lo más importante es centrarse muy bien en el tipo de obra, documentarse a fondo y buscar la naturalidad del lenguaje en ese contexto.

En el caso concreto de la corrección, es fundamental comprender a fondo el trabajo del traductor y, en caso de duda, consultar el sentido de lo que no entendemos. Lo digo también como corrector, porque, aunque no suelo corregir tebeos, sino normalmente ensayo, empecé a trabajar de corrector hace ya muchísimos años, en los noventa, y conozco bien las dos caras de la moneda.

7. Una de las particularidades de este formato es, sin duda alguna, el uso de onomatopeyas. Traducirlas y, en su momento, corregirlas y ajustarlas visualmente puede ser un arte en sí mismo, ¿qué recomendaciones darías para su corrección?

No es lo mismo una onomatopeya inglesa como «GULP» si la pone un británico o si la pone un italiano, por ejemplo.

En este caso hay que tener en cuenta distintos factores: lo que ha hecho el autor (no es lo mismo una onomatopeya inglesa como «GULP» si la pone un británico o si la pone un italiano, por ejemplo), lo que ha hecho el traductor según los criterios que haya aplicado, la dificultad de adaptación gráfica (hay onomatopeyas escritas con tipografía y las hay también dibujadas en la misma capa que el fondo) y las posibilidades de retoque en función de lo que haya decidido el editor, que a menudo suele estar relacionado con el presupuesto. El corrector tiene que tener toda la información y actuar de acuerdo con los criterios acordados.

8. La imagen determina el texto; esa, como ya has indicado alguna vez, es la característica principal de este tipo de traducciones. Cuando el texto describe en exceso lo que ya está en las imágenes se produce una especie de redundancia de mensaje. ¿Es posible salvarlo durante el proceso de traducción y corrección?

La verdad es que no es un problema que me plantee muy a menudo ni sé si traductores y correctores deberían meterse mucho por esos senderos.

9. Los bocadillos o globos de texto son un formato al que el corrector literario no suele estar acostumbrado; no así el corrector de otro tipo de textos, por su similitud con el texto publicitario o de software, en cuanto a limitación de caracteres, necesidades expresivas concretas y formatos que resaltan o apoyan el mensaje. ¿Cómo trabajas como traductor para ajustar la longitud del texto y qué herramientas o consejos puedes darnos a la hora de revisar y corregir?

El tipo de original determina mucho ese aspecto. En algunos tebeos los bocadillos o las cartelas tienen mucho aire o incluso carecen de bordes definidos, por lo que tenemos que pensar mucho menos en ajustar el texto. Otras veces, bocadillos y cartelas tienen un contorno ajustado al milímetro al texto del original, se crean en función del texto. Las soluciones pueden ser muy variadas, pero lo más habitual es recurrir a la imaginación para decir casi lo mismo con más o menos palabras. Ahí el trabajo de revisión es fundamental para que todo quede bien ajustado. Recuerdo que cuando empecé, como siempre se rotulaba a mano, me topaba con muchos bocadillos que decían «Why?» y la única posibilidad era decir «¿Por?». Eso sucedía muy a menudo. Hoy en día la rotulación suele ser mecánica, salvo contadas excepciones, lo cual también permite jugar con la tipografía para adaptar cuerpos de letra, interlineados y espaciados, siempre que no se note. Por último, en algunos tebeos los bocadillos están superpuestos en otra capa, no dibujados, de modo que a veces se pueden ampliar o reducir ligeramente para adaptarlos al texto traducido. Todo depende también de los casos concretos y de la combinación de idiomas, claro: unas hacen crecer más el texto que otras.

Los bocadillos no se amplían todos los días, pero, cuando se hace, en realidad se persigue ni más ni menos que la fidelidad al original.

Un apunte más: modificar el tamaño de un bocadillo o retocar una onomatopeya puede parecerle sorprendente e incluso irreverente a quien no conozca el proceso. Lo cierto es que los bocadillos no se amplían todos los días, pero, cuando se hace, en realidad se persigue ni más ni menos que la fidelidad al original: esas modificaciones permiten que la obra traducida al castellano, al catalán o al idioma que sea se parezca todo lo posible a la original.

10. Una de tus recomendaciones para traducir historietas es prestar especial atención al lenguaje coloquial y a los diálogos y leerlos en voz alta, ¿este consejo sirve para la corrección?

Sí, sin duda. El dominio de la oralidad es fundamental para este oficio. La búsqueda de la naturalidad tiene que ser nuestra razón de ser. Y el corrector, antes de modificar un diálogo, tiene que probarlo y ver si funciona mejor o peor que lo que se ha encontrado. El corrector no tiene que reemplazar al traductor, sino complementarlo.

11. ¿Sueles ver los cambios de la revisión y la corrección? Entiendo que, como en la mayoría de los casos en la traducción editorial, la comunicación y ese proceso de aprobación de cambios se da a través de los editores. ¿Crees que mejoraría el proceso tener comunicación directa con el corrector?

La verdad es que suelo tener muy buena relación con los correctores, cuya labor es decisiva.

Prácticamente siempre veo los cambios. Por lo general me llega una revisión del texto que he entregado, con más o menos modificaciones, y más adelante un PDF con el tebeo ya rotulado. Y en ambos casos hay un diálogo con los editores, que a menudo aceptan lo que apruebo o rechazo, aunque muchas otras veces aplicamos su criterio. Creo que es la forma idónea de trabajar para que el resultado sea el mejor posible. La verdad es que suelo tener muy buena relación con los correctores, cuya labor es decisiva. He tenido malas experiencias, pero han sido pocas.

Recuerdo ahora una anécdota graciosa, en la que un personaje de un tebeo decía: «Yo no sé dibujar así, yo no soy Gipi», en referencia al autor italiano. La persona que se encargó de revisar el PDF se encontró todo el texto ya en mayúsculas, que es como se rotula en la mayoría de casos, y ni corta ni perezosa lo cambió por «YO NO SOY JIPI». También recuerdo otro caso en el que el corrector vio «Help!» traducido como «¡Socorro!» y lo cambió por «¡Ayuda!»: eso ya es más peliagudo, porque no es un descuido, sino una intervención que puede ser sintomática de algo más y ya te hace revisarlo todo con pies de plomo.

12. Por último, aunque tal vez deberíamos haber empezado por aquí, ¿qué referencias bibliográficas o recursos en general puedes compartir con nosotros para conocer más y mejor este género, medio o arte?

Pues se puede empezar a lo grande con Cómics sensacionales, de Santiago García (Larousse), una estupenda introducción con una selección personal muy variada de tebeos de todas las épocas que el autor va comentando. También recomendaría Narraciones gráficas. Del códice medieval al cómic, de Roberto Bartual (Marmotilla), y Wonder Woman. El feminismo como superpoder, de Elisa McCausland (Errata Naturae). Y sin duda uno de mis preferidos: 99 ejercicios de estilo, de Matt Madden (Sins Entido).

Eso sobre el lenguaje del cómic y sobre el medio en general. Sobre traducción de tebeos recomendaría el artículo de las Cuatro de Syldavia aparecido en Vasos Comunicantes y el número especial de Tebeosfera dedicado al tema (en el que tuve la suerte de participar). Y, por supuesto, el magnífico Diccionari d’onomatopeies i altres interjeccions de Manel Riera-Eures y Margarida Sanjaume (Eumo).

Si el editor da facilidades, un consejo sería mantener una buena comunicación entre el corrector y el traductor.

Y sin pregunta y sin número… ¿te gustaría aportar algún comentario o consejo más?

Sé que no siempre es posible, pero, si el editor da facilidades, un consejo sería mantener una buena comunicación entre el corrector y el traductor. ¡Ojalá todas las editoriales lo fomentaran!


Sin duda, esa comunicación es de una utilidad poco valorada, en general. El intercambio de instrucciones e información durante el proceso de corrección es tremendamente útil y enriquecedor para ambas partes. Algo tan sencillo y, por otra parte, tan poco habitual, como que el corrector vea si sus cambios fueron aceptados o no reduce la probabilidad de repetir errores; nos enseña, nos da pistas, no solo del medio en general —en este caso, la historieta—, sino también de las preferencias y particularidades del autor del texto y la propia editorial. Porque de eso se trata, de aprender y mejorar en cada proyecto para desempeñar nuestro oficio con más eficacia y precisión.

Un error en una puntuación, una negrita o una palabra puede arruinar esa magia de conjunción de imágenes que narran y texto subordinado que acompaña.

La corrección de historieta y novela gráfica es un reto y una oportunidad. Trabajar con poco texto, poco espacio, junto a muchas imágenes no debe llevarnos a la torpe conclusión de que no hay mucho que corregir o de que abordamos una tarea sencilla. Nada más lejos de la realidad, al estar limitados por un espacio tan acotado para las palabras y signos, un error en una puntuación, una negrita o una palabra puede arruinar esa magia de conjunción de imágenes que narran y texto subordinado que acompaña. De la misma manera, una corrección acertada mejorará la unión de ambos, y la imagen transmitirá con toda la fuerza aquello que está en su alma y que apoya en pocas palabras y, sin embargo, absoluta y correctamente necesarias.

Bibliografía y referencias

Bartual, R. Narraciones gráficas. Del códice medieval al cómic. Madrid: Ediciones Marmotilla, 2013.

Cuadrado, J. Atlas español de la cultura popular: Diccionario de la historieta y su uso (2 vols.). Madrid: Ediciones Sins entido/Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2001.

García, S. Cómics sensacionales. Madrid: Larousse, 2015.

Madden, M. 99 ejercicios de estilo. Madrid: Ediciones Sins entido, 2007.

Mayor, C. «El proceso editorial en la piel del traductor de historietas». Ciclo La traducción en el cómic: reflexiones desde la profesión. [8 de julio de 2020] [Vídeo en línea] [Consulta: 1 de septiembre de 2022].

Mayor, C. «Traducir cómics cómicos», Tebeosfera [en línea] 3.ª época, 29-06-2018 [Consulta: 1 de septiembre de 2022].

Mayor, C. «Reflexiones sobre el proceso de traducción de un cómic a partir de la nueva edición de Persépolis». Estudios de Traducción, 11, 11-20. [Consulta: 1 de septiembre de 2022]

McCausland, E. Wonder Woman. El feminismo como superpoder. Madrid: Errata Naturae, 2017.

Riera-Eures, M.; Sanjaume i Navarro, M. Diccionari d’onomatopeies i altres interjeccions. Barcelona: Eumo Editorial SAU, 2010

«En el principio fue la imagen: la corrección de cómics». Seminario web impartido por Valeria Téllez y Alma Martínez para UniCo (Unión de Correctores). [Mayo de 2022]

Carlos Mayor
Carlos Mayor
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Es traductor, periodista y profesor. Está especializado en narrativa, ensayo, novela gráfica y libros ilustrados. Desde 1989 ha traducido más de cuatrocientos títulos, solo o en colaboración, de autores como Andrea Camilleri, Carlo Collodi, Thomas Hardy, Cesare Pavese, Vita Sackville-West, Edith Wharton, Oscar Wilde o Tom Wolfe, así como de seis premios Nobel: Albert Camus, Grazia Deledda, Rudyard Kipling, Doris Lessing, Toni Morrison y John Steinbeck. Ha ganado los premios Esther Benítez y Astrid Lindgren. Asimismo, es miembro del equipo de traductores de proyectos expositivos Barcelona Kontext, escribe sobre traducción para diferentes publicaciones e imparte charlas y cursos. Es además profesor de la Escuela Cursiva del Grupo Penguin Random House. En la actualidad forma parte de distintas comisiones de la Federación Internacional de Traductores (FIT), la Red Vértice y la Asociación Profesional de Traductores e Intérpretes de Cataluña (APTIC), de la que ha sido presidente. Es también socio de ACE Traductores, del ICOM y de CEDRO.

Ana González Corcho
Ana González Corcho
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Traductora de inglés a español, correctora y redactora. Está especializada en la traducción de textos técnicos, empresariales y de marketing. Se ocupa de la gestión de proyectos y tareas de control de calidad de todo tipo de textos. En los últimos tiempos, centra gran parte de su labor profesional en la corrección de estilo de literatura infantil y juvenil, novela gráfica y materiales didácticos. Sus pasiones profesionales, casi vicios, son la revisión y el control de calidad de las traducciones, además de todas las cuestiones relacionadas con la corrección. Las no profesionales son la poesía, el baile, las palabras en general y los viajes. Es socia de Asetrad y de UniCo y se encarga de la sección «Corrección y revisión» de la revista La Linterna del Traductor.

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