Tras el Congreso 20.º Aniversario de Asetrad, en la jornada de la asamblea general ordinaria del 13 de mayo de 2023 en Gran Canaria, tuve el privilegio de conversar con Elena Álvarez Mellado, en aquel momento, «casisocia» de honor de Asetrad 2023; su proclamación e inolvidable discurso de nombramiento esa misma tarde. Por la mañana nos íbamos a apoyar en los hombros de los compañeros para otear mejor el panorama lingüístico y compartirlo…
Cuando surgió la idea de esta charla, Elena y yo estuvimos hablando de qué título utilizar. Casi desde el principio, apareció la imagen del faro y el observatorio de la lengua que con tanta precisión ilustra su trabajo. ‘Atalaya’ cumplía terminológicamente su cometido al combinar ese punto de observatorio y faro; Elena es una observadora incansable y tenaz de la evolución de la lengua, pero también una farera de excepción que lanza avisos a los navegantes cuando el mar está agitado, o admira y registra sus detalles cuando está en calma.
Estábamos en Gran Canaria, así que el mar de la lengua se convirtió en «maresía» porque esta palabra de origen canario era tan poética como acertada.
Y todo lo cuenta con brillantez, inteligencia, desparpajo y claridad; en estos días en los que se habla desde el miedo, el interés económico o político o la pose, centrarnos en lo lingüístico y escucharla es un soplo de brisa intelectual.
Estábamos en Gran Canaria, así que el mar de la lengua se convirtió en «maresía» porque esta palabra de origen canario y su definición tomada del Diccionario Aceytuno (@aceytuno) era tan poética como acertada:
Solo había que sustituir ‘mar’ por ‘lengua’ y ‘especies del litoral’ por ‘hablantes’. Todo cuadraba, hasta la denominación del proyecto profesional-vital del Observatorio Lázaro que ocupa ahora mismo muchos de los tiempos y pensamientos de nuestra socia de honor.
Teníamos el título; casi una declaración de intenciones y teníamos a la mejor interlocutora, ahora solo faltaba establecer un guion.
Con Elena es muy fácil, bastaría ponerse a hablar y ya tendríamos una ponencia —o un minicongreso— sobre lengua.
Con Elena es muy fácil, bastaría ponerse a hablar y ya tendríamos una ponencia —o un minicongreso— sobre lengua; así ocurrió en nuestros trayectos hacia el centro de congresos o en los desayunos (¿por qué ‘sacaleches’ y no ‘sacaleche’ cuando leche no es contable, hay alguna palabra compuesta de este tipo con el segundo componente en singular?), aun así, surgió de forma muy natural un sencillo guion para nuestra charla con los compañeros de la lengua.
En abril de 2019 se publicó una charla en La Linterna del Traductor donde hablamos de la evolución de la lengua con otra grande del sector, nuestra querida Elena Hernández, responsable de la sección de consultas lingüísticas de la cuenta @RAEinforma. Se nos ocurrió que podría ser un ejercicio interesante de observación diacrónica y sincrónica de la lengua retomar algunas de las preguntas de aquella entrevista y observar la situación actual…
Cuatro años no es nada, ¿o sí? Parece que el mundo de la lengua ha pisado el acelerador en algunos casos, y se ha detenido en otros.
En 2019 irrumpía con enorme fuerza la necesidad de un lenguaje inclusivo y se barajaban nuevas opciones de morfemas de género. Cuatro años después, se corrobora lo que vaticinaba Elena, que el fenómeno, frente al que mostraba un tremendo interés y curiosidad, no acaba de cuajar. Tal vez porque la flexión de género en español es muy resistente al cambio externo, como todos los engranajes profundos de la gramática. Seguimos alerta, pero no parece que el cambio se asiente…
En aquel año [2019] también hablábamos de «posverdad»… ¿alguien se acuerda ya de ese término? Ahora parece que manejamos otros como fake news o desinformación.
En aquel año también hablábamos de «posverdad»… ¿alguien se acuerda ya de ese término? Ahora parece que manejamos otros como fake news o desinformación, mismos perros con distintos collares y con un agente nuevo, la inteligencia artificial de la que nos ocuparíamos un poco más adelante.
Retomamos también la cuestión de la norma: «cuándo conviene apretar y soltar ese conocido corsé» y lo teníamos muy fácil para traerla de invitada a nuestra charla, porque unos días antes se había producido una polémica casi trifulca, casi batalla campal —casi que fue nada, como todos los casis— con una supuesta rectificación de la eliminación de la tilde en ‘solo’. Elena analizó el fenómeno como solo ella sabe hacerlo, buscando razones lingüísticas y emocionales a ese aferrarse a normas de nuestra niñez, el «apego a lo aprendido en la escuela». Fue muy revelador navegar en esa visión psicológica y cultural: «Si haces esto, irás al infierno de las comas».
«No hay nada que me guste más que la IA trabaje para mí», explicaba Elena.
En aquella entrevista también hablábamos de neologismos; en esta ocasión nos centramos en los anglicismos, queríamos que Elena nos contara, aunque fuera brevemente, en qué consiste el proyecto de Observatorio Lázaro, su otro hijo (@lazarobot). El extractor de anglicismos que nos demuestra como la tecnología de la IA puede utilizarse para aplicaciones de investigación lingüística. «No hay nada que me guste más que la IA trabaje para mí», explicaba Elena.
En este caso, para desarrollar un detector de extranjerismos en la prensa española que analiza diariamente 22 publicaciones. Como reza en su web, más de 500 000 anglicismos avistados y subiendo.
La conversación nos llevaba al punto final de nuestro guion y punto central de muchas de las charlas de todos los congresos y saraos lingüísticos de los últimos tiempos. Cómo afecta la inteligencia artificial a nuestras profesiones y a la lengua en general.
Si en 2019 la pregunta era: ¿leen los androides poemas automáticos y cómo nos afectaría la revolución del procesamiento del lenguaje? Ahora las cuestiones son otras porque la inteligencia artificial generativa se ha hecho fuerte y, sobre todo, de uso abierto y generalizado en los últimos años, con el ejemplo a nivel popular del ChatGPT gratuito, aunque las opciones son múltiples y en aumento.
Elena califica a ChatGPT como un «cuñado artificial»: habla mucho, pero no siempre sabe de lo que habla.
Elena nos sitúa rápidamente con la frase «tener verborrea no es tener capacidad lingüística humana» y califica a ChatGPT como un «cuñado artificial»: habla mucho, pero no siempre sabe de lo que habla. Los matices, el contexto, todo aquello que maneja a la perfección un profesional del lenguaje queda muy lejos de lo que domina la máquina, respiremos y aprendamos.
Aun teniendo en cuenta esto, no se pueden desdeñar en absoluto las prometedoras aplicaciones de la lingüística computacional y no podemos quedarnos en el debate simplista de amenaza o ventaja. Toca observar, aprender y estar preparados.
Hubiéramos seguido mucho más tiempo y hubiéramos querido que los asistentes pudieran participar más, pero irse con ganas de más es la mejor forma de irse y aún nos quedaba la proclamación de nuestra socia de honor unas horas más tarde.
No creo que haya mejor cierre a esta reseña-recuerdo que invitaros a leer, en este mismo número, la transcripción del discurso que nos regaló Elena Álvarez Mellado tras su proclamación como socia de honor de Asetrad.
Gracias, Elena por dejarnos tu hombro, tu lucidez y tu generosidad. Nos sentamos pronto a seguir hablando de lengua, y a leerte y a escucharte.
Elena es lingüista computacional: le interesan la lengua, la tecnología y la intersección entre ambos mundos.
En los últimos diez años ha estado vinculada a diversas instituciones relacionadas con la tecnología lingüística, como la Universidad del Sur de California, la Universidad de Brandeis de Massachusetts, el Laboratorio de Humanidades Digitales de la UNED, Molino de Ideas o la Fundéu. Actualmente es investigadora predoctoral en el grupo de Procesamiento de Lenguaje Natural de la Escuela de Informática de la UNED, donde investiga sobre cómo usar modelos computacionales para detectar préstamos en español. Su investigación ha dado lugar a Observatorio Lázaro, una herramienta que rastrea automáticamente el uso anglicismos en la prensa española.
Compatibiliza su labor como lingüista con la divulgación: es colaboradora y miembro del comité editorial de la revista Archiletras, autora del libro Anatomía de la Lengua y escribe una columna sobre lingüística en elDiario.es, columna por la que recibió en 2017 el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes. Ha recibido también el premio Adam Kilgarriff de lexicografía, la Google Scholarship for Women in Computer Science, el premio de la Asociación de Humanidades Digitales Hispánicas y el Premio Archiletras de la Lengua en la categoría de investigación.
Ana González Corcho
Ana es traductora de inglés a español, correctora y redactora. Está especializada en la traducción de textos técnicos, empresariales y de marketing. Se ocupa de la gestión de proyectos y tareas de control de calidad de todo tipo de textos. En los últimos tiempos, centra gran parte de su labor profesional en la corrección de estilo y el editing de literatura infantil y juvenil, novela gráfica y materiales didácticos. Sus pasiones profesionales, casi vicios, son la revisión y el control de calidad de las traducciones, además de todas las cuestiones relacionadas con la corrección. Las no profesionales son la poesía, el yoga, el baile, las palabras en general —ordenadas y desordenadas— y los lugares. Es socia de Asetrad y se encarga de la sección Corrección y revisión de esta revista.