11 diciembre 2024
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La biblia y su marco multilingüe en las antiguas traducciones orientales

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La biblia y su marco multilingüe en las antiguas traducciones orientales

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Enciclopedia de la traducciónLa Biblia y su marco multilingüe en las antiguas traducciones orientales Juan Pedro Monferrer SalaJuan Pedro MonferrerJuan Pedro Monferrer Sala es catedrático de estudios árabes de la Universidad de Córdoba y es miembro de diversos organismos científicos nacionales e internacionales. Ha participado en proyectos de investigación nacionales (I+D) y actualmente forma parte de un grupo de investigación internacional financiado por la Unión Europea.

El conjunto de textos que forman la Biblia (del gr. ta biblía, «los libros») no tiene una importancia intrínseca meramente para el texto en sí y su inmediata aplicación religiosa, ya que su proyección abarca ámbitos como la historia cultural, literaria y lingüística de la humanidad a lo largo del tiempo, tanto en Oriente como en Occidente. Las necesidades de las comunidades judías que residían fuera de Israel-Palestina y su desconocimiento del hebreo se sumaron a las de un creciente número de cristianos que no entendían el griego y hablaban otras lenguas, lo que llevó, en cada caso y de forma gradual, a un largo, complejo y rico proceso de traducción de la «Biblia judía» (Antiguo Testamento) y la «Biblia cristiana» (Antiguo y Nuevo Testamentos) en una serie de lenguas habladas por estas comunidades judías y cristianas.

Hasta tal punto la historia de los diversos procesos de traducción es importante que en buena medida la historia de la traducción de la Biblia se erige en un mar de informaciones con el que podemos recomponer no pocos aspectos cruciales como son la historia del texto, su recepción, sus lectores y sus respectivas lenguas; en suma: en una parte constitutiva esencial de las comunidades judías y cristianas a lo largo de su historia.

La clasificación de las traducciones de la Biblia puede realizarse atendiendo a varios factores de naturaleza combinatoria. En primer lugar habrá de aplicarse un criterio de corte religioso consistente en clasificar, por un lado: a) las traducciones judías y por otro, b) las cristianas, independientemente de que unas y otras hayan podido ser utilizadas indistintamente (de hecho así sucedió, por ejemplo en LXX) o reutilizadas por unas y otras comunidades indistintamente. Un segundo factor clasificatorio es el de la antigüedad e importancia de las traducciones, que conduce, a su vez, a otra doble clasificación: a) versiones mayores y b) versiones menores, donde las lenguas a las que fueron vertidas adquieren un valor primario o secundario en función del grupo en el que estén clasificadas. De este modo y con carácter simplificador, tendríamos la siguiente clasificación:

Traducciones judías (AT)

AT griego (Josué)

  1. En griego:
    1. versión griega de los LXX o Septuaginta;
    2. recensiones de LXX: judías y cristianas;
  2. En arameo:
    1. targûmîm del Pentateuco: palestinense y ’Onqelos;
    2. targûm de Profetas;
    3. targûm de Escritos;
  3. En árabe:
    1. versiones judeoárabes: rabbanitas y caraítas.

Traducciones cristianas (AT + NT)

  1. latinas: Vetus latina y Vulgata;
  2. siriacas: Vetus syra, Peshīṭtā, otras versiones;
  3. coptas: bohaíricas y sahídicas;
  4. árabes: melkitas, árabe-coptas, árabe-siriacas ortodoxas, árabe-siriacas orientales, árabe-andalusíes;
  5. etiópicas: gəʻəz

Un aspecto crucial para el correcto conocimiento de cada una de estas versiones reside en el hecho de poder conocer cuál ha sido, en cada caso, el texto o textos originales y los diversos materiales utilizados en la traducción de una u otra versión.

A) Traducciones judías

LXX o Septuaginta: Se trata de una traducción realizada por el judaísmo helenístico de mediados del siglo iii a. C. Fue llevada a cabo en Alejandría y Palestina utilizando el registro griego alejandrino, y generó una serie de recensiones posteriores hechas primero por autores judíos (Sínmaco, Aquila, Teodoción) y luego por cristianos (Hesiquio, Luciano y Orígenes). La importancia de esta versión reside en el valor crítico que posee la traducción realizada sobre un texto hebreo, que no siempre se ajusta a las lecturas que presenta la tradición masorética, es decir, de los rabinos.

Targûmîm del Pentateuco: Este corpus de traducciones arameas incluye dos versiones:

  1. Targûm palestinense, cuyos cuatro textos (Ps. Jonatán, targûm fragmentario, fragmentos cairotas y Neophyti) ofrecen una misma tradición interpretativa del texto original hebreo.
  2. Targûm ’Onqelos, que se caracteriza por contener un tipo parafrástico más contenido, menos expansivo, más breve (debido al proceso de eliminación de la paráfrasis) que el del Targûm palestinense.

Targûm

Targûm de Profetas: Originario de Palestina; sin embargo la redacción final de esta traducción parafrástica de los libros de los profetas (nĕbiʼîm) fue realizada en Babilonia en los siglos iii-iv d. C. Los rasgos que presenta esta traducción oscilan en función de los diversos libros, aunque se caracteriza, en términos generales, por ser una traducción que no se desvía del texto hebreo al que traduce.

Targûmîm de Escritos: Se trata de traducciones de todo el corpus de los libros hagiográficos, con la excepción de Esdras-Nehemías y Daniel. De la mayoría de los libros nos han llegado varias recensiones, que en algún caso son distintas, y la técnica parafrástica utilizada en todos ellos sigue una depurada técnica de elaboración. Este corpus consta de tres grupos si se atiende a las estrategias de traducción utilizadas:

  1. Los ‘cinco rollos’ (mĕgil·lôt), realizados en un registro lingüístico híbrido resultante del arameo occidental y el arameo oriental del Talmûd babilónico.
  2. Job, Salmos y Proverbios, en los que se distinguen registros dialectales arameos distintos y desde el punto de vista textual combinan elementos narrativos antiguos junto con otros más recientes.
  3. Crónicas o Paralipómenos, donde la traducción es muy parecida a la del Targûm palestinense de Ps. Jonatán.

Versiones judeoárabes: Incluyen las traducciones totales o parciales de libros del Antiguo Testamento realizadas por autores judíos en una variedad de árabe medio escrito, conocido como judeoárabe, en que la lengua árabe recibe adiciones en hebreo y arameo con las que fueron reemplazadas las traducciones arameas targúmicas existentes. En este corpus de traducciones judeoárabes se pueden distinguir dos tradiciones exegéticas y religiosas diferentes dentro del judaísmo:

  1. ‘Rabbanita’ u oficial, donde sobresale el Tafsīr o paráfrasis de Saʻadyah Ga’ôn (siglos ix-x), que se sirvió de traducciones previas de libros del Antiguo Testamento como lo documentan los fragmentos encontrados en la Genizah de El Cairo, y cuyas directrices traductoras serán perpetuadas e imitadas entre los traductores rabbanitas.
  2. ‘Caraíta’ o separada, donde, entre otros, destacan en los siglos ix-x Jafet b. ʻAlī, Daniel al-Qūmisī y al-Qirqisānī, y que surge, esencialmente, como una reacción especializada en precisar términos y expresiones hebreas difíciles frente a la exégesis oficialista que también transmitirán las traducciones de los autores rabbanitas. Hasta tal punto será importante el desarrollo de la traducción bíblica entre los traductores caraítas que estos, por razones de naturaleza exegética, abandonarán el uso del hebreo en favor del árabe en su producción literaria.

B) Traducciones cristianas

Las traducciones cristianas son el resultado de lo que podría calificarse como diáspora cultural de las comunidades cristianas, que con el correr del tiempo pasaron de una doble realidad lingüística inicial aramea y griega a otra más variada, de acuerdo con su ubicación geográfica dentro y fuera del Imperio. De esa nueva realidad histórico-lingüística del cristianismo surge la necesidad de contar con traducciones de la Biblia a las lenguas de las respectivas comunidades. La división entre versiones mayores y menores obedece a un hecho cualitativo fundamentado en el valor que representan y se le concede a las diversas traducciones.

Latinas. Cuando en el siglo iv el latín comparte con el griego de modo efectivo el espacio comunicativo de las comunidades cristianas de Occidente, surge la necesidad de contar con una traducción del texto sagrado en lengua latina. Esta necesidad lingüística —de enorme importancia para el latín y las lenguas neolatinas— se combina, además, con el interés que posee dicha traducción per se, cual es la importancia para la historia tanto del texto como de la exégesis. Las diversas versiones latinas de la Biblia se agrupan en dos corpora de traducciones:

Vetus latina: Conocida como Biblia de los Padres latinos, identifica una pluralidad textual que también es conocida como versio aphricana por haber circulado por Cartago, y se corresponde con un conjunto indeterminado de traducciones anteriores a la Vulgata de Jerónimo, sin detrimento de que algunas partes del corpus fragmentario que ha sobrevivido sean incluso posteriores a esta. La labor sustitutoria de léxico africano por léxico europeo permite clasificar la tradición manuscrita en dos grupos: la versión africana y la Itala. Una de las características más resaltables de la traducción es el afán crítico en materia gramatical que presentan una serie de traducciones propias en las que se corrige al texto hebreo masorético, a LXX y a los targûmîm.

Vulgata: Como fue denominada a partir del siglo xvi la traducción llevada a cabo por Jerónimo (siglo iv) en dos fases. Esta traducción se impuso sobre la Vetus latina a causa de la corrupción sufrida por esta última en el decurso del tiempo. Se trata de una traducción animada por el talante de Jerónimo en tanto que partidario de la hebraica veritas, sustentada esta en las recensiones de Sínmaco, Aquila y Teodoción con la exclusión de los deuterocanónicos, que no obstante fueron incorporados ulteriormente gracias a la labor de traductores posteriores. Las traducciones contenidas en la Vulgata acusan un interesante influjo lingüístico, fruto de una tri-dimensión lingüística como consecuencia de los textos utilizados: latina, griega y hebrea, con constantes grecismos y semitismos. En el caso del Nuevo Testamento, la traducción del texto griego acusa la utilización de más de un texto, como consecuencia de los testimonios que exhiben sus lecturas.

NT siriaco

Siriacas. La importancia de la lengua aramea en la formación comunitaria e intelectual de las comunidades cristianas orientales fue decisiva, puesto que junto con el griego, el arameo —a través de sus diversos haces dialectales— era la lengua de los cristianos orientales. En el caso de las traducciones de los libros bíblicos, la importancia de las traducciones siriacas (en su doble tradición occidental y oriental) es de un valor incuestionable, dado que el siriaco, como dialecto arameo, es una lengua hermana del hebreo y en consecuencia sus lecturas e interpretaciones ayudan sobremanera a entender, aclarar y restituir pasajes oscuros, corruptos o deturpados de textos anteriores, concretamente el texto hebreo y LXX. La tradición de las traducciones siriacas de la Biblia puede establecerse en los siguientes grupos:

  1. Vetus syra: Da nombre a la traducción más antigua tanto del AT (Pentateuco, Salmos y Profetas), realizada en lengua siriaca a partir de textos targúmicos, como del NT, para lo cual se partió en el siglo iii del Diatessaron de Taciano, dada la enorme importancia que este texto armonizado tenía para los cristianos siriacos, aunque conociendo posteriormente un rico proceso de revisión en forma de nuevas versiones.
  2. Peshīṭtā: Una de las revisiones de la Vetus syra dio lugar a la Peshīṭtā (‘simple’ en siriaco), nombre con el que fue conocida esta traducción a partir del siglo ix para diferenciarla de la syro-hexaplar, para la que se utilizó un registro más culto. La traducción de la Peshīṭtā refleja influencias del texto hebreo, el LXX, los targûmîm y los midrāshîm, y en casos concretos exhibe, incluso, afinidades con textos de Qumrān. Fue realizada en varias etapas, en diferentes épocas y con planteamientos distintos, de ahí que presente traducciones distintas en función de los diversos libros, aunque en su conjunto mantiene un patrón fiel, que el caso del NT se evidencia con su adaptación al texto griego antioqueno.
  3. Filoxena: Representa un texto más primitivo que el utilizado por la Peshīṭtā, aunque también revisado con respecto al texto griego antioqueno con el que buscaba una mayor literalidad de la traducción de la Peshīṭtā, a la que de hecho refundió mediante su traducción.
  4. Syro-palestinense: Se trata de una traducción vertida en siriaco occidental a partir de un texto griego con influencias targúmicas, que ofrece un texto independiente con respecto a las restantes versiones.
  5. Syro-hexaplar: realizada por Pablo de Tellā en Alejandría a comienzos del siglo vii; no se ha conservado íntegramente. Presenta una traducción mediante el procedimiento ad pedem litteræ, llegando incluso al punto de adaptar la sintaxis siriaca a la del griego.
  6. Harklense: Así se conoce a la traducción literal del NT en la que el deseo de obtener una versión plenamente literal del texto griego lleva a un planteamiento agramatical en el que la lengua siriaca es un lejano trasunto de sí misma por el sometimiento lingüísticamente irracional de esta a las reglas del griego.
  7. Traducción de Santiago de Edesa: Versión llevada a cabo entre finales del siglo vii y comienzos del viii, tan solo nos es conocida por medio de fragmentos en los que se observa un deseo de ofrecer un texto más literario que el de la syro-hexaplar.

Coptas. Las traducciones en lengua copta pueden clasificarse en dos grandes grupos dialectales aglutinadores de una serie de haces dialectales, bohaírico y sahídico, de los cuales la versión bohaírica, realizada en el siglo iv, acabó imponiéndose con el tiempo sobre las restantes. Los modelos textuales utilizados para las traducciones fueron textos griegos; en función de cuál sea en cada ocasión, la traducción se aproximará o se alejará del texto hebreo original.

NT copto-árabe
NT copto-árabe

Árabes. La expansión del islam y la nueva realidad lingüística que se originó con la creación del estado árabe-islámico llevó a las comunidades cristianas ocupadas a hacer uso de la nueva lingua franca, el árabe. En la inmensa empresa traductora que realizaron, dirigida a trasladar todo el patrimonio transmitido en griego, arameo o copto al árabe, la Biblia representó uno de los primeros intereses de los traductores. Las traducciones árabes antiguas de la Biblia, de acuerdo con la lengua del texto del que han sido traducidas, atienden a la siguiente clasificación:

    1. Del hebreo: Incluye textos del AT que circularon entre las comunidades cristianas pero realizadas por judíos arabizados, como en el caso del egipcio Saʻadyah ha-Ga’ôn (siglo x).

AT hebreo (Isaías Qumrān)

    1. Del griego: Aglutina un variado número de traducciones del AT y NT realizadas a partir de finales del siglo vii o comienzos del siglo viii (fragmentos de la Qubbat al-Khaznah de Damasco) sobre textos base diversos.
    2. Del siriaco: Estas versiones se enmarcan en una doble tradición eclesial, la occidental o siria ortodoxa y la oriental o mal llamada nestoriana, que en el caso del AT presentan lecturas y tradiciones distintas.
    3. Del copto: Realizadas a partir de las versiones bohaírica o sahídica, exhiben una fidelidad muy marcada con respecto al texto base utilizado.
    4. Del latín: Incluye las traducciones hechas en al-Ándalus, que se supone que fueron realizadas únicamente a partir de textos latinos, pese a que exhiben no pocas evidencias de rasgos orientales.

AT etiópico (Salmos)

  1. De origen desconocido: Así denominadas aquellas traducciones para las que no se ha podido identificar el texto base utilizado en la traducción.

Etiópicas: No hay datos cronológicos explícitos ni de autoría de las traducciones bíblicas en etiópico. Se trata de versiones realizadas en registro clásico (ʻəz) que en el caso del AT (Vetus Æthiopica) siguen a LXX, mientras que en el NT presentan combinaciones de traducciones de naturaleza diversa como consecuencia de las interferencias procedentes de versiones coptas y árabes, de la denominada primera recensión árabe (mediados del siglo xiv) y de la revisión realizada sobre el texto hebreo (desde mediados del siglo xv hasta el siglo xviii).

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Juan Pedro Monferrer Sala
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Juan Pedro Monferrer Sala es catedrático de estudios árabes de la Universidad de Córdoba y es miembro de diversos organismos científicos nacionales e internacionales. Ha participado en proyectos de investigación nacionales (I+D) y actualmente forma parte de un grupo de investigación internacional financiado por la Unión Europea.

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Juan Pedro Monferrer Sala es catedrático de estudios árabes de la Universidad de Córdoba y es miembro de diversos organismos científicos nacionales e internacionales. Ha participado en proyectos de investigación nacionales (I+D) y actualmente forma parte de un grupo de investigación internacional financiado por la Unión Europea.
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