«Oye, ¿y por qué no dais un concierto en Toledo?». Con estas diez palabras, el bueno de Diego había tenido la mejor idea que había escuchado en mucho tiempo. ¿Qué mejor ocasión para dar un concierto que rodeado de todos los compañeros durante la celebración del Congreso X Aniversario de Asetrad en una ciudad tan maravillosa como Toledo? Después de hablar con mis compañeros músicos y de que ambos me dieran su beneplácito, nos pusimos manos a la obra. Ahora bien, ¿qué hace un violinista como yo en un sarao como este, tocando (o casi) la guitarra y cantando? La música corre por mis venas desde que era muy pequeñito, como un veneno que penetra en tu cuerpo y no lo abandona por mucho que lo intentes, y creedme si os digo que más de una vez he deseado no amar tanto este arte, porque un instrumento como el violín puede dejarte vendido en el peor momento, y tanto que sí… Desde que decidí desvincularme de la enseñanza reglada de la música he podido dar rienda suelta a mi gran pasión, que no era otra que la música rock con raíces folkies, al más puro estilo de los primeros Celtas Cortos, que sorprendieron a propios y extraños allá por 1989 con aquel mítico Salida de emergencia. Pero me faltaba algo… Me faltaba sentir esa sensación que dicen que se siente al ponerse delante de un micrófono y tocar con el instrumento más antiguo que existe: la voz.
Alberto Cabrerizo
Es doctor en Ciencias de la Educación por la UNED, licenciado en Traducción e Interpretación por la Universidad Pontificia Comillas, diplomado en Pedagogía del Violín por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y traductor-intérprete jurado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Aunque trabaja como traductor e intérprete autónomo a tiempo completo desde el año 2006, su verdadera pasión siempre ha sido la música, que lo atrapó a la tierna edad de seis años y no parece tener mucha intención de dejarlo marchar. ¿Y quién ha dicho que quiera marchar?