10 diciembre 2024
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Etiopía

Me gustaría decir que se me ocurrió la idea de esta sección caminando por Piassa, una de las zonas más céntricas de Addis Abeba, pero no. Se me ocurrió hablando por teléfono con Beatriz Pérez Alonso, nuestra jefa de redacción.

Sí caminaba por la zona de Piassa, bajo un sol de justicia, cuando saqué la fotografía que acompaña a este artículo: buscábamos una papelería donde comprar postales cuando reparé en el cartel, modesto y sucio, que anunciaba servicios de traducción y secre­tariado, con su falta de ortografía y todo. No pude evitar sacar la cámara, ni tampoco preguntarme cómo será la vida de un traductor en un país como este. Una semana en él me había bastado para comprobar que la cobertura del móvil desaparece apenas te alejas de Addis, y que consultar el correo electrónico y enviar un par de mensajes desde un cibercafé donde la gente hace cola para utilizar los ordenadores puede llevarte más de una hora, por no hablar de la misión imposible de intentar que cargue el Facebook, así que no resulta muy difícil imaginar que las cosas no son fáciles para nuestros colegas etíopes.

Cartel

Cartel en Addis Abeba (Etiopía) anunciando servicios de traducción.

En el año 2005, el primer ministro Meles Zenawi prometió conectividad universal en todo el país para el 2008. Sin embargo, semejante promesa resulta difícil de creer en un país donde el 83 %1 de la población vive en zonas rurales; el 57 % no sabe leer ni escribir (50 % en los hombres; 65 % en las mujeres),2 y el 23 % vive con menos de un dólar al día.3 Y, sobre todo, es difícil de creer porque en el 2007 había menos de un millón de líneas telefónicas fijas para una población estimada de más de 85 millones de personas.4 Según Internet World Stats, en marzo del año prometido, el número de usuarios de Internet en toda Etiopía era de 291 000 personas: un 0,34 % de la población.

Dejando a un lado cualquier consideración sobre la honradez de los políticos, que en ese campo hay mucha tela que cortar en cualquier lado, una podría pensar que el oficio de traductor existía mucho antes que Internet (existía incluso antes que los diccionarios, antes que los libros, antes que la escritura) y que hay otras formas de ingeniárselas para conseguir clientes e información: el teléfono, por ejemplo. Si vamos a las páginas amarillas etíopes, encontraremos 174 referencias correspondientes a «servicios de traducción y secretariado» en todo el país, 101 de las cuales están en Addis Abeba. En España, con casi la mitad de población, las páginas amarillas ofrecen 1612 referencias de servicios de traducción (2282 si contamos los de interpretación), a las que habría que añadir 121 más si incluimos la actividad «secretarias» (denominación apenas utilizada ya, admitámoslo), para hacer un total de 2403. O sea, que a las páginas amarillas de Etiopía les faltarían 4270 anuncios para estar al nivel de España. Y eso que si nos fijamos en los anuncios etíopes, podremos observar que muchos de ellos pertenecen, en realidad, a empresas que poco o más bien nada tienen que ver con la traducción, como KT Computer Service, Elias Seyoum Brokerage Service, Micheal Dejene Public Health Consultancy, Berhanu Kediro Stationery, Berhan Photo Copy Plc, Hailemariam Wolde Typing Service o Famous Photo Studio, por poner algunos ejemplos.

Es verdad, es verdad…, también se puede trabajar sin teléfono y no todo el mundo se anuncia en las páginas amarillas (empezando por esta servidora de ustedes). Pero estaremos todos de acuerdo en que sin Internet y sin diccionarios es poco menos que imposible trabajar, por muchos teléfonos que tengas, anunciados en las páginas amarillas o no. Una búsqueda en Amazon nos revela que, por ejemplo, se encuentran a la venta menos de 10 diccionarios amárico<>inglés, de los cuales solo uno incluye vocabulario técnico, y ninguno de ellos ha sido editado hace menos de una década. De amárico<>italiano, hay un único diccionario editado este año, con solo 1200 entradas. Y no hemos de olvidar que Italia tiene una fuerte influencia sobre Etiopía, aunque no sea más que porque ambos países han guerreado en dos ocasiones y las tropas de Mussolini ocuparon el país durante siete meses entre 1935 y 1936. Vamos con el francés: ni un diccionario a la venta. Lo mismo ocurre con el castellano, el alemán (hay un par de libros sobre amárico en esta lengua, pero no diccionarios) o el portugués. Hay también tres diccionarios amárico<>oromo y uno amárico<>tigriña. Y para de contar. De diccionarios técnicos (bilingües o monolingües) ni hablemos. Esto, para el amárico, con 21 millones de hablantes,5 lengua oficial de un país en el que se hablan entre 77 y 84 idiomas, según las fuentes. Para el oromo, con unos veinticinco millones de hablantes estimados6 en el país, además de algunos diccionarios monolingües y bilingües, encontramos un diccionario médico inglés<>oromo de 502 páginas, editado en 1995, y uno inglés<>oromo de términos técnicos de 286 páginas, editado en el año 2000. Parece que si hablas oromo, lo tienes un poco más fácil.

Visado

Mi visado para Etiopía.

Sin embargo, esto de la diversidad lingüística de Etiopía no debe de ser un concepto demasiado claro fuera de sus fronteras, como demuestra la página web de esta agencia canadiense, donde se ofrecen servicios de traducción de la misteriosa «lengua etíope», que se habla en Etiopía y Eritrea y también recibe los nombres de semítico etíope, etiosemítico y algo así como etiópico (castellanización hecha en casa del término Ethiopic), siempre según esta agencia, que también afirma que «We’re not smitten by any NERDY Translator!». Bueno, sin ánimo de ofender, empiezo a dudarlo. Lo que no dudo es que una agencia o un profesional del propio país tratarían el tema con más rigor y respeto. Lo malo es que, como las meigas, el caso es dar con ellos. Buscamos en Proz.com: tres traductores y cuatro agencias. Estábamos mejor con las páginas amarillas. Probemos en TraslatorsCafe.com: agencias, uno; traductores, cero patatero. Eso sí, la agencia que aparece en TranslatorsCafe.com (que también está en ProZ, todo sea dicho) está que se sale, porque hurgando un poquillo descubro que el 15 de septiembre del 2007 organizó un encuentro de traductores (precisamente en la zona de Piassa) que incluía una charla sobre los comienzos del trabajo como traductor autónomo, el uso de Dejà Vu X y otros temas. Debió de ser un éxito total, porque acudieron tres personas. Y creo que el hecho de que la primera parte del encuentro se dedicase a iniciar a los participantes en el registro en portales de traducción como ProZ o un repaso rápido a Trados resulta suficientemente ilustrativo de las condiciones en las que trabajan nuestros compañeros abisinios. Y es que si uno busca un traductor de amárico en Internet, lo más probable es que acabe contratando los servicios de una agencia de otro país. Si hasta el dominio <www.ethiotrans.com> está registrado a nombre de una agencia estadounidense, californiana para más señas.

No sé cuándo volveré a Etiopía, quizá el año que viene, quizá en el 2011, y ahora que estoy escribiendo este artículo pienso que ojalá hubiese podido aprovechar mi reciente viaje para conocer a algún colega y compartir experiencias. Encontrar infor­mación sobre nuestra profesión en Etiopía en Internet resulta una tarea penosa y frustrante, lo que sin duda demuestra mi tesis sobre su precariedad en el país, pero no me ayuda nada a lucirme como articulista. Eso sí, os prometo que, si la salud de La Linterna lo permite (y espero que la revista haya renacido para gozar de una vida larga y fructífera), cuando tenga la oportunidad de una charlita entre trujamanes en Addis, compartiré con vosotros lo que descubra. Hasta entonces, tendré que conformarme con preparar mi artículo para el siguiente número: la India.

1 The cia World Factbook.
2 The cia World Factbook.
3 Guía del mundo 2007.
4 The cia World Factbook.
5 Wikipedia.
6 Wikipedia.

Blanca Rodríguez
Blanca Rodríguez
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Estudió Traducción e Interpretación en la Universidad de Vigo y es traductora autónoma desde 2001. Fue finalista del X Premio Esther Benítez por la traducción, con Marc Jiménez Buzzi, de La constelación del Perro, de Peter Heller. Ha sido juntera de AGPTI, jefa de redacción de la primera época de La Linterna del Traductor (2002-2004), tutora del programa de prácticas de Asetrad, y ahora colabora con el programa de mentorías de esa asociación para orientar a los nuevos socios. Habla de traducción allí donde la dejan y ha traducido a autores como Joseph Conrad, Robert L. Stevenson, Ursula K. Le Guin o James Tiptree Jr. También escribe cuando puede, y su libro Las aventuras de Undine. La gran tormenta (Bambú) lleva vendidos 5000 ejemplares. Ahora trabaja en la continuación y en su primera novela para adultos.

Blanca Rodríguez
Blanca Rodríguez
Estudió Traducción e Interpretación en la Universidad de Vigo y es traductora autónoma desde 2001. Fue finalista del X Premio Esther Benítez por la traducción, con Marc Jiménez Buzzi, de La constelación del Perro, de Peter Heller. Ha sido juntera de AGPTI, jefa de redacción de la primera época de La Linterna del Traductor (2002-2004), tutora del programa de prácticas de Asetrad, y ahora colabora con el programa de mentorías de esa asociación para orientar a los nuevos socios. Habla de traducción allí donde la dejan y ha traducido a autores como Joseph Conrad, Robert L. Stevenson, Ursula K. Le Guin o James Tiptree Jr. También escribe cuando puede, y su libro Las aventuras de Undine. La gran tormenta (Bambú) lleva vendidos 5000 ejemplares. Ahora trabaja en la continuación y en su primera novela para adultos.

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