24 abril 2024
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Plantas asesinas: las sospechosas habituales

Es cierto que muchos medicamentos actuales tienen su origen en plantas que curan, pero también es cierto que, muy frecuentemente y con diferencias de dosificación mínimas, una misma especie puede aliviar una dolencia… o quitártelas todas de golpe y para siempre. Por descontado, aunque la historia está llena de muertes accidentales o por imprudencia, nunca han faltado personas perspicaces que han aprovechado esas propiedades tóxicas para quitarse de en medio a competidores, familiares, amantes o enemigos, lo que se ha reflejado en innumerables creaciones literarias o del cine y la televisión. En este artículo se pretende ilustrar el tema con algunos ejemplos de plantas tóxicas y algunas muertes —reales o de ficción— provocadas por ellas, con la explicación del mecanismo implicado. El artículo también contiene tablas con la correspondiente terminología en inglés y español.

Solo la dosis hace el veneno (Paracelso)

Se utilizaban especies muy peligrosas cuya dosis terapéutica se acercaba mucho a la dosis tóxica.

Cuando escuchamos la palabra veneno asociada a un asesinato real o de ficción, lo más común es que pensemos automáticamente en una sustancia prohibida, clandestina y difícil de conseguir por los cauces legales. Sin embargo, la realidad es que los venenos nos rodean, a veces en nuestro propio jardín, en las medianas de las carreteras o en una maceta en la terraza. Otro lugar donde nos encontramos con estas plantas, o más bien con sus principios activos, es la farmacia, puesto que muchas de esas sustancias se han aislado y se utilizan actualmente con fines terapéuticos. Hace siglos, en una época oscura en la que no existían medios de diagnóstico por imagen, laboratorios de análisis clínicos, medicamentos sintéticos ni medios científicos para respaldar o no ciertas prácticas médicas, las plantas eran los únicos recursos para aliviar las dolencias, y a menudo se utilizaban, sin saberlo, especies muy peligrosas, cuya dosis terapéutica —si es que la había— se acercaba mucho a la dosis tóxica. Con el transcurso del tiempo, se ha aprendido a distinguir entre ambas, y ahora sabemos que muchas de esas especies utilizadas en fitoterapia son más dañinas que útiles. Casi todas estas plantas han ido desapareciendo de los herbolarios occidentales y ya no se utilizan en fitoterapia, o más bien, no deberían utilizarse. La mayoría tampoco debería estar en los jardines, salvo bajo un control muy estricto; de hecho, prácticamente todas las plantas reseñadas en este artículo aparecen en el listado de la Orden SCO/190/2004 de 28 de enero de especies vegetales cuya venta (la planta entera o alguna de sus partes) está prohibida o restringida en España.

Les invito a dar un paseo por un jardín con especies tan bellas como peligrosas y a examinar de cerca alguna de esas plantas y sus efectos (normalmente) no deseados.

En jardines y despensas: las solanáceas

Como en las familias humanas, en el reino vegetal también hay más de una familia que tiene parientes tóxicos, pero una de las más llamativas es la de las solanáceas, familia que comprende arbustos, árboles o plantas de pequeño porte, así como especies ornamentales y especies cultivadas como alimento (patata, berenjena, tomate, pimiento).

Solanum dulcamara, rica en alcaloides

El nombre de la familia procede del latín solānum (‘hierba mora’), y a las plantas de esta familia en inglés se les llama colectivamente nightshades, término que también se utiliza como nombre común de algunas plantas de esa familia, por ejemplo, de la propia hierba mora (Solanum nigrum, que como habrán deducido, significa ‘hierba mora negra’). «Sombra nocturna» es, desde luego, un nombre que les calza como un guante, porque muchas contienen poderosos alcaloides y glucoalcaloides que, si bien tienen aplicaciones médicas, también tienen efectos secundarios (por decirlo suavemente).

Qué son los alcaloides y cómo funcionan

Los alcaloides son un tipo de metabolitos secundarios, es decir, unos compuestos químicos sintetizados por las plantas y que no son esenciales para su metabolismo.

Dicho de forma sencilla, los alcaloides son un tipo de metabolitos secundarios, es decir, unos compuestos químicos sintetizados por las plantas y que no son esenciales para su metabolismo. En general, la planta los sintetiza a partir de aminoácidos y los utiliza en su relación con el medio que la rodea. Aunque las solanáceas no son las únicas plantas que los sintetizan (véase la tabla I), muchas especies de esta familia los contienen en grandes cantidades. Algunos de esos alcaloides son en realidad glucoalcaloides, es decir, alcaloides con un grupo de azúcar. Normalmente tienen una finalidad defensiva (para evitar que los animales o las plagas se coman las plantas), y algunos incluso impiden el crecimiento de determinados microorganismos.

La correcta traducción del término inglés glycoalkaloid es glucoalcaloide. Es el mismo caso que glycosides y glucósidos.

En la especie humana, la acción de los alcaloides es fundamentalmente psicoactiva y anticolinérgica. Dicho de forma muy elemental: bloquean la acción de un neurotransmisor llamado acetilcolina y, entre otros efectos, relajan la musculatura lisa, por lo que son antiespasmódicos. También se utilizan como analgésicos y antieméticos. Por ejemplo, un derivado de la escopolamina está presente en los botiquines de medio mundo: el principio activo de la famosa Buscapina no es sino butilescopolamina, y su efecto es antiespasmódico. La acción de los alcaloides sobre el sistema nervioso central se convierte en tóxica a cantidades no muy distintas de las terapéuticas. Entonces aparecen convulsiones con diarrea, vómitos, enlentecimiento del pulso… Si la dosis tóxica es suficiente (y «suficiente» en muchos casos equivale a una dosis sorprendentemente pequeña), se produce asfixia debida a edema pulmonar, junto al bloqueo de la función renal. Esto, sumado al efecto sobre el corazón, hace que sobrevenga la muerte por un fallo multiorgánico.

Mi bella dama

La belladona (Atropa belladona), llamada en inglés belladonna, deadly nightshade y devil’s cherries, es afortunadamente una planta difícil de cultivar y que compensa unas flores relativamente poco llamativas con unas bayas de colores, decorativas y enormemente venenosas, como el resto de la planta. Se ha utilizado desde la edad antigua con distintos fines, entre otros, para dilatar la pupila (midriasis), gracias a su contenido en atropina. Durante mucho tiempo se creyó que formaba parte de la receta del «ungüento de brujas» o flying ointment (véase el recuadro, más adelante).

Entre otros principios activos, contiene tres alcaloides: atropina, hiosciamina y escopolamina o hiacina, que no es sino la famosa burundanga (en inglés, también llamada devil’s breath). Hace tiempo que se conocen las propiedades hipnóticas, sedantes, alucinógenas y muscarínicas (anticolinérgicas) o antiespasmódicas de la belladona. Tampoco era infrecuente que se administrara como anestésico. En 1831 y 1881 se aislaron, respectivamente, la atropina y la escopolamina para su uso médico, pero la aplicación de la belladona en fitoterapia no es segura, por motivos obvios.

Atropina y atropa vienen del nombre griego Atropos, que significa «inexorable» o «inevitable» y en la mitología griega es el nombre de la moira (parca, para los romanos) encargada de cortar la hebra de la vida de los mortales.

Tradicionalmente se le han atribuido multitud de asesinatos, unos ciertos y otros no. Concretamente, en el Libro VII de su Historia de Escocia (1751), G. Buchanan cuenta que, cuando los daneses invadieron Escocia en el siglo xi, el rey Duncan I hizo que se sirviera a los invasores un vino de bayas, como muestra de buena voluntad. El vino supuestamente contenía belladona, lo que sumió a los invasores en un profundo sopor y los dejó indefensos, y el ejército escocés, con Macbeth y Banquo al frente, los eliminó mientras dormían. Este episodio, real o no, se refleja en Macbeth (Shakespeare, 1606): Macbeth envenena al anciano rey Duncan, aunque no se especifica el veneno.

Por su parte, Agatha Christie, en Misterio en el Caribe (1964) «utiliza» la belladona para inducir visiones en una mujer, además de como arma asesina. También nos encontramos con la belladona en la serie televisiva El exorcista (episodio «Father of Lies», 2016): unas encantadoras monjitas la cultivan en su jardín y utilizan la planta, posiblemente en decocción, como medio para terminar con el sufrimiento de los poseídos.

Estramonio y brugmansia: trompetas infernales

Datura stramonium, fruto

El estramonio (Datura stramonium) es una planta que crece silvestre en toda Europa. Tiene bonitas hojas y grandes flores blancas, como trompetas alargadas. Este arbusto, que en inglés recibe el nombre de thorn apple o Jameston weed, es inconfundible también por sus frutos espinosos («manzanas espinosas»).

Una advertencia: a pesar de que últimamente está creciendo su fama como droga «natural», el estramonio, ya sea en infusión, decocción, inhalado o comido en crudo, es una planta muy tóxica y no apta para uso «recreativo». En los últimos quince años, ha protagonizado varios episodios en los que varias personas han muerto o se han intoxicado en distintas localidades españolas con preparaciones derivadas de esta planta.

El ungüento de brujas (flying ointment, witches’ ointment), descrito inicialmente por el Dr. J. Hartlieb (s. xv), era una especie de pomada de color verde que supuestamente utilizaban las brujas para «volar». Compuesto por estramonio, belladona, beleño y posiblemente acónito, entre otras, según el farmacólogo A. J. Clark (s. xix), indudablemente tenía propiedades psicoactivas, aunque no está tan claro que pudiera ejercer ese efecto solo por vía tópica, a no ser que las concentraciones fueran muy altas. Otra posibilidad es que se tratara de una preparación bebible, en cuyo caso no es de extrañar que «volaran».

El motivo de su peligrosidad radica en que contiene varios alcaloides en concentraciones muy altas, por lo que toda la planta es muy tóxica. Entre otros compuestos, es rica en atropina, hiosciamina y escopolamina (también conocida como hioscina), un alcaloide tropano que hemos mencionado al hablar de la belladona y cuya sobredosis produce delirio, alucinaciones, parálisis (que puede afectar al aparato respiratorio), estupor y, en última instancia, la muerte.

Algunos usos de la escopolamina en la ficción: en la novela de John Connolly Todo lo que muere (Every Dead Thing, 1999), reseñada en este mismo número, un despiadado asesino en serie utiliza escopolamina para hacer que sus víctimas se queden quietecitas y no molesten mientras les hace todo tipo de perrerías antes de matarlas.

Brugmansia spp

En el mundo real, en los últimos años han ido en aumento las denuncias por abusos sexuales y violaciones cometidos bajo los efectos de la escopolamina o burundanga; en principio, estos casos fueron desmentidos, pero finalmente algunos se confirmaron, y se impusieron condenas.

No puedo dejar de mencionar la tóxica trompeta de ángel o brugmansia, un género de la familia de las solanáceas originario de América y que comprende varias especies cuya principal característica es la espectacular forma de trompeta de sus flores, normalmente de gran tamaño. Estas plantas, muy usadas con fines ornamentales, afortunadamente no se encuentran con tanta facilidad en estado silvestre, porque son muy ricas en escopolamina y otros alcaloides.

Ser o no ser tóxica: he ahí el dilema

Hyosciamus niger

Otra pariente de cuidado es el beleño negro (Hyosciamus niger, aunque Hyosciamus albus tiene propiedades parecidas), black henbane en inglés. De aspecto poco «apetecible», da nombre al alcaloide hiosciamina y sus hojas y semillas tienen una composición parecida a la de la belladona. Sus efectos están documentados desde el siglo iii, en el que Claudio Eliano ya mencionaba que cuando los cisnes comían sus semillas les entraban convulsiones y se ahogaban en el agua. Se ha utilizado durante siglos como (peligroso) anestésico y psicoactivo o psicótropo1 e ingrediente de muchas pociones y filtros de amor. También formaba parte de una de las recetas del peligroso brebaje anestésico llamado dwale, utilizado en los siglos xiii al xiv y que, junto a sustancias totalmente inútiles al efecto (como la bilis, el vinagre o la lechuga), contenía otras tan tóxicas como opio, beleño, Conium maculatum o cicuta (hemlock) y Bryonia dioica o nueza blanca (white bryony).

El caso más famoso en la ficción lo tenemos en Hamlet (Shakespeare, c. 1600). En el acto i, escena v, el fantasma del padre de Hamlet le cuenta a este que su hermano lo ha envenenado vertiendo un veneno en su oído: «With juice of cursed hebona in a vial…». Si bien existe cierta controversia sobre si Shakespeare se refería al beleño o a otra planta (como el tejo), en este artículo médico (Kotsias, B. A., 2002), se defiende que el jugo del beleño, utilizado de esa forma, podría causar la muerte de una persona. Este episodio y otros de sus obras parecen indicar que Shakespeare tenía buenos conocimientos sobre venenos.

Nos despedimos de las solanáceas y pasamos a otras inquietantes criaturas.

Digital: una belleza que te romperá el corazón

The foxglove bells, with lolling tongue,
Will not reveal what peals were rung
In Faery, in Faery,
A thousand ages gone.

Extracto del poema Foxgloves, de Mary Webb
Publicado en la compilación Poems and the Spring of Joy, 1928

La digital o dedalera (Digitalis purpurea o lanata), en inglés foxglove, es una planta de la familia de las escrofulariáceas, originaria de Europa central y occidental, pero que se cultiva en todo el mundo como planta ornamental, gracias a sus llamativas flores. Si bien hay documentos que mencionan su uso medicinal hacia el siglo xiii en Gales, no es hasta el siglo xviii cuando el Dr. William Withering analiza un brebaje para la hidropesía, descubre que la digital es uno de los ingredientes y empieza a hacer pruebas con ella para tratar la insuficiencia cardíaca congestiva. La potencia de esta plantita (que, según el folclore celta, atrae a las hadas) reside en su contenido en glucósidos cardíacos (digitalina, digitonina, digitoxina), aislados por primera vez a finales del siglo xix y utilizados a partir de entonces con éxito para las dolencias cardíacas.

Digitalis purpurea

Modo de acción: En dosis terapéuticas, gracias a su efecto sobre la bomba de sodio y potasio2, los glucósidos cardíacos aumentan la contractilidad del miocardio, con lo que también aumenta su eficacia, y disminuyen la frecuencia cardíaca, además de reducir el edema causado por la insuficiencia cardíaca. Sin embargo, en dosis tóxicas, sus efectos sobre el corazón son los contrarios y también afectan al sistema nervioso: alteración patológica de la frecuencia cardíaca, contracción ventricular prematura, diarrea, desmayo, debilidad, alucinaciones, convulsiones y la muerte. No es la única planta que utiliza este modus operandi: adelfas y convalarias, entre otras, también contienen principios activos similares.

La bomba de sodio y potasio es una proteína fundamental que se encuentra en todas las membranas celulares de los animales.

La digital es versátil: puede matar lentamente, a base de pequeñas sobredosis que simulan una enfermedad cardíaca, o hacerlo de golpe con una sola dosis elevada. Hacia finales del siglo xix y principios del xx se volvió popular y estuvo implicada en varios asesinatos, hasta el punto de disparar las alarmas de algunos médicos, que advirtieron de su uso y abuso. En el ensayo (en inglés) «Digitalis Poisoning: Historical and Forensic Aspects» (Burchell, 1983) se detallan varias de esas muertes. También se ha utilizado para fingir una enfermedad cardíaca de cara a conseguir pensiones por invalidez, a veces con catastróficos resultados.

Heterósidos cardenólidos = glucósidos cardíacos. Compuestos derivados de ciertas plantas que, gracias a su efecto sobre la bomba sodio y potasio, aumentan la fuerza de contracción del corazón, al tiempo que reducen la frecuencia cardíaca. Cuando se aumenta la dosis, el efecto sobre el corazón es letal. Algunas plantas de alto contenido en glucósidos cardíacos: adelfa, digital, convalaria.

La leyenda negra de esta planta ha hecho que ella y sus derivados se usen profusamente para asesinatos de ficción. En las novelas de Agatha Christie —escritora con predilección por asesinar a sus víctimas literarias con veneno— podemos contar hasta seis asesinatos con digitalina o digitoxina; por ejemplo, en Cita con la muerte (1938), la Sra. Boynton aparece muerta, y en su muñeca hay marcas de una aguja. Posteriormente, se descubre que se le ha inyectado digitoxina. Pero Christie no fue la primera en utilizar el digital en un libro sobre asesinatos: en Precious Bane (Mary Webb, 1924), un hijo envenena a su enferma madre con digital, y en The Unpleasantness at the Bellona Club (Dorothy Parker, 1928), un general muere de una sobredosis de digital. Las tres autoras demuestran tener conocimientos sobre el tema o haber hecho las consultas pertinentes, ya que los asesinatos están bien planteados y resueltos, desde el punto de vista médico.

Ricino y convalaria: dos plantas medicinales breaking bad

Ricino
Ricinus communis

Muchos lectores habrán visto la famosa serie televisiva Breaking Bad. Curiosamente, aparte de los distintos personajes humanos, en ella tienen un lugar protagónico dos plantas: el ricino (Ricinus communis) y la convalaria (Convallaria majalis). Sin entrar en detalles acerca de la trama, en ambos casos se supone que el protagonista las utiliza, y no precisamente con fines medicinales.

El ricino (Ricinus communis), en inglés castor bean plant, es una planta de la familia de las euforbiáceas, muy llamativa, con hojas y frutos de color púrpura. Originaria de la India, hoy se cultiva en todo el mundo, y constituye el perfecto ejemplo de una planta «multiuso». Las semillas de esta planta son ricas en una toxoalbúmina, la ricina, que es una de las toxinas más potentes que se conocen. Sin embargo, se destruye con el calor y no está presente en el aceite que también se extrae de las semillas, por lo que este, aunque es de efectos desagradables, no es tóxico, y de hecho ha sido uno de los purgantes más odiados por generaciones de sufridos niños. Existen documentos que prueban su uso medicinal desde el 1500 a. C.

Ricinus communis, frutos

La ricina se puede extraer de forma sencilla, aunque no animaría a nadie a manipular una sustancia tan peligrosa. Su mecanismo de acción es brillante y cruel: es citotóxica; explicado de forma muy sencilla: inactiva los ribosomas, es decir, que es tóxica al nivel más básico de la estructura de un ser vivo. Al impedir que los aminoácidos se combinen, inhibe la síntesis de las proteínas y el metabolismo celular, esencial para la vida de cualquier organismo. Sus efectos cuando se ingiere son sobre todo gastrointestinales, aunque la muerte sobreviene normalmente por fallo multiorgánico; inhalada, produce un síndrome parecido al de una alergia severa (asma, ojos hinchados, eritema y ampollas), que suele precisar la ventilación asistida. Produce la muerte varios días después, aunque la celeridad del proceso y su letalidad dependen de la dosis.

En la ficción, en la ya mencionada Breaking Bad (2008-2013), un profesor de química con cáncer, metido a cocinero de metanfetamina, sintetiza ricina, la mete en un cigarrillo y se lo da a su compañero de fechorías, por si necesita deshacerse de alguien. El cigarrillo en cuestión da vueltas durante media serie y tiene un papel protagonista en el desenlace.

El caso real más famoso de asesinato por ricina es el del disidente búlgaro Georgi Markov, envenenado en 1978 en el incidente conocido como «el paraguas búlgaro». Mediante un paraguas modificado, a Markov le dispararon un proyectil de ricina y murió unos días más tarde. No quisiera recurrir a eso tan manido de que la realidad supera a la ficción, pero es que me lo ponen muy difícil.

Convallaria majalis, frutos

Por su parte, la convalaria (Convallaria majalis), también llamada lirio del valle3 o muguete (por su nombre más común en francés, muguet) es una plantita arbustiva de la familia de las asparagáceas y con diminutas flores blancas en forma de campánula. Crece de forma silvestre en el hemisferio norte y es muy apreciada como planta ornamental. En Francia es tradicional regalarla el primero de mayo; en un principio, se hacía para celebrar la primavera en su apogeo, y más tarde se incorporó como símbolo de las manifestaciones reivindicativas por el Día del Trabajo, como se explica en este artículo en francés. También contiene glucósidos cardíacos, y sus efectos medicinales y tóxicos son similares a los de la digital. Puede presumir de un largo historial de intoxicaciones, especialmente en niños, porque la dosis ingerida (unas cuantas bayas) puede ser letal cuando el peso corporal es pequeño.

En la mencionada Breaking Bad, varios planos de una maceta de convalaria la convierten en protagonista involuntaria de la trama y en probable arma para una intoxicación.

La adelfa: setos mortales

Nerium oleander

En toda la cuenca mediterránea es muy común la adelfa (Nerium oleander), una planta de la familia de las apocináceas, originaria de Asia Menor, que se utiliza en medianas de carreteras y setos por su alto porte, su resistencia a la sequía, sus flores llamativas y su larga floración en climas templados. Sus nombres comunes en inglés (rose laurel y rose bay) aluden a la similitud de sus hojas con las del laurel, pero espero que a nadie se le ocurra echarle una hojita de adelfa a las lentejas, porque está considerada una de las plantas más tóxicas catalogadas. En España está prohibida la venta de toda la planta desde el 2004 (la ya citada Orden SCO/190/2004), aunque sorprendentemente se sigue vendiendo en viveros y plantando en parques, donde está al alcance de los niños.

La adelfa está considerada una de las plantas más tóxicas catalogadas.

El principal compuesto que convierte a la adelfa en un peligro es la oleandrina, de nuevo un glucósido cardíaco. Su acción es similar a la de la digitalina, con la salvedad de que la oleandrina es de acción menos potente pero mucho más rápida. Toda la planta es tóxica, incluido el látex de tronco y ramas. Los síntomas iniciales de intoxicación son vómitos, dolor de cabeza, diarrea y alteraciones cardíacas. Posteriormente, enlentece el pulso, produce arritmias y puede llegar a provocar paro cardíaco.

Cuenta la historia, recogida por multitud de autores (entre ellos, Berdonces i Serra, 1998), que cuando las tropas napoleónicas invadieron la península ibérica, se dieron muchos casos de soldados franceses intoxicados o muertos por utilizar ramas de adelfa para ensartar las piezas de caza que luego asaban. Más documentado está el caso de Angelina Rodríguez (enlace en inglés) una mujer de California que supuestamente habría asesinado a su marido poniéndole hojas de adelfa en el té.

La muerte se viste de azul: el acónito

Aconitum napellus

En el año 2014, un jardinero de 33 años llamado Natham Greenaway (enlace en inglés) sufrió un colapso horas después de trabajar (sin guantes) en unos parterres del jardín de una mansión de North Hampshire. A pesar de los cuidados médicos, murió cinco días después. Tras una ardua investigación, los forenses dictaminaron que «probablemente» había fallecido por manipulación de unas plantas de acónito (Aconitum napellus), en inglés llamada monkshood, devil’s helmet y wolfsbane. El caso todavía suscita controversia y sigue sumido en el misterio, puesto que se sabe que al contacto es ligeramente tóxica, pero aunque los síntomas coincidían, no se conocen casos de muerte por contacto con acónitos, y la posibilidad de que lo hubiera ingerido directamente era muy remota. ¿Tal vez no se lavó las manos después de manipular la planta y tocó algo que después ingirió? El fallecido presentaba en las manos los típicos cortes que se pueden hacer al manipular ciertos setos sin guantes; ¿habría entrado por ellos el veneno?

Años antes, en el 2009, todo el Reino Unido se estremecía por el asesinato en Londres de un hombre, Lakhvinder Cheema (enlace en inglés), a manos de su ex amante, Lakhvir Kaur Singh. Después de la ruptura de la pareja, Lakhvir llegó al extremo de viajar hasta la India para conseguir un veneno llamado bikh, compuesto por el extracto de otra variante de acónito (Aconitum ferox) y, ni corta ni perezosa, preparó un plato de curry, lo «especió» con el bikh y se las arregló para que lo comieran Lakhvinder y su prometida. Después de cenar, Lakhvinder quedó paralizado y ciego, y murió en el hospital horas más tarde. Su prometida estuvo muy grave, pero no falleció.

El acónito mata de una forma efectiva y cruel.

Estos dos incidentes, que sembraron inquietud en el Reino Unido, donde el acónito es una planta silvestre y ornamental bastante común, dan una idea de la toxicidad de la aconitina, el alcaloide de Aconitum napellus, y la pseudoaconitina, presente en Aconitum ferox. Ambas plantas son tóxicas si se ingieren, pero además matan de una forma efectiva y cruel. Por eso, y porque se han encontrado grandes diferencias en la concentración de principios activos entre distintos ejemplares, no se usa en la fitoterapia occidental.

En El tren de las 4.50 (Agatha Christie, 1957), la señorita Marple resuelve un asesinato que se ha cometido mediante aconitina.

El lauroceraso (o de esta agua no beberé)

He dejado para el último lugar al Prunus laurocerasus o lauroceraso (cherry laurel), un nombre que probablemente no nos diga mucho, y que etimológicamente significa «laurel de cerezas». Tal vez lo veamos en los jardines, porque se utiliza mucho para formar setos. A simple vista es un arbusto con bonitas hojas de un color verde brillante, parecidas a las del laurel común (de ahí su nombre científico), y unas bayas de color negro brillante y aspecto inocente que, sin embargo, son ricas en amigdalina, un metabolito secundario de las plantas que tiene un nombre hasta simpático y que no dispara las alarmas, pero la cosa cambia cuando se explica que se trata de un glucósido cianogénico, es decir, que libera cianuro. Este compuesto está presente en distintas concentraciones en las semillas de diversas especies de la familia de las rosáceas (almendras, manzana, albaricoque, sandía). El mecanismo de acción del cianuro consiste en «quitarle» al organismo el sistema nervioso central. Y lo hace de forma eficaz y rápida, algo muy deseable en un veneno, por el expeditivo sistema de producir anoxia celular4, es decir, de inhibir la respiración celular. Es extremadamente peligroso a concentraciones ínfimas, y el desenlace es prácticamente inmediato.

El mecanismo de acción del cianuro consiste en «quitarle» al organismo el sistema nervioso central.

No se sabe si por el parecido de sus hojas con las del laurel, pero sorprendentemente esta planta se utilizaba antiguamente en fitoterapia para elaborar con sus hojas la llamada «agua de lauroceraso» (laurel bush/cherry laurel water). Posiblemente el caso más famoso de asesinato real con lauroceraso es el de Sir Theodosius Boughton, en 1780, supuestamente a manos de su hermano, quien destiló agua de lauroceraso procedente de las semillas y se la administró como si fuera un medicamento que tomaba; aunque luego enjuagó el frasquito que la contenía, no pudo evitar que al hacer la autopsia el estómago del cadáver oliera a almendras amargas. También es famoso el caso del llamado envenenador de la taza de té, Graham Young, que en las décadas de 1960 y 1970 envenenó a más de setenta personas. Este hombre fascinado por los venenos utilizó al menos en una ocasión agua de lauroceraso.

Y muchas más

Por falta de espacio, han quedado fuera especies también muy tóxicas, como la dulcamara (en inglés, bittersweet [Solanum dulcamara]) y el tejo (en inglés, yew [Taxus baccata]), ricos en alcaloides, o la nuez vómica (en inglés, poison nut [Strychnos nux-vomica]), que contiene nada menos que estricnina (otro alcaloide). El evónimo (en inglés, spindle [Evonymus europaeus]) tampoco se queda atrás, ya que sus frutos son enormemente tóxicos, sobre todo para los niños (contiene heterósidos cardiotónicos). La finalidad del artículo no era la exhaustividad, ni mucho menos dar ideas, sino documentar con ejemplos que no todo lo natural es beneficioso, y que no es recomendable manipular las plantas con las manos desnudas o comer bayas de colorines, si no estamos absolutamente seguros de su inocuidad. Por favor, recuerden eso la próxima vez que salgan a pasear por el campo o lleven a sus hijos al parque.

Agradecimientos:

Ángela Blum, por sus puntualizaciones y sugerencias; María Hernández, por leerse el texto con ojo clínico.

Linda Edwards, por validar la terminología en inglés y, sobre todo, los nombres comunes de las distintas plantas.

Fotos: Mónica Parcet (belladona, brugmansia, estramonio, ricino, convalaria, digital y acónito), Ángela Blum (dulcamara) y Gregorio Ojeda (adelfa). La foto del beleño se ha extraído de pixabay y está protegida por una licencia Creative Commons CC0.

Bibliografía

Todos los enlaces, incluidos los que se citan a lo largo del artículo, recuperados a 1 de agosto de 2017.

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1 En su Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina (2.ª edición, 2005), F. Navarro advierte en contra del uso del término ‘psicotrópico’, muy extendido como calco del inglés.

2 Versión en español.

3 ‘Lirio del valle’ es una traducción literal pero errónea del nombre en inglés; ‘lily’ (de Lilium) no significa ‘lirio’, sino ‘azucena’ o ‘liliácea’, y Convallaria majalis es una asparagácea. Lo que en castellano llamamos ‘lirios’ son en realidad del género Iris. Se trata de una confusión muy frecuente.

4 Recomiendo leer la interesante exposición de Mencías y Mayero en su Manual de toxicología básica, Ed. Díaz de Santos, 2000.

Isabel Hoyos Seijo
Isabel Hoyos Seijo
Traductora del inglés al español y correctora de español de temas científicos y técnicos en general, aunque sus principales especialidades son el marketing y el autismo, ámbito del que lleva traducidos y corregidos un buen número de libros. Socia de Asetrad desde sus inicios, formó parte de la junta directiva de Asetrad en el período 2019-2023 y fue jefa de redacción de La Linterna en el período 2010-2014. Es su directora desde enero del 2015.

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