Los días 30 y 31 de mayo de 2011 se celebraron en la Facultad de Traducción e Interpretación de Soria unas Jornadas de Extensión Universitaria, bajo el título de Buenas praxis, organizadas en colaboración con Asetrad. En total hubo cuatro mesas redondas anunciadas como «Problemas de la profesión: La traducción judicial, Acceso a la profesión y fiscalidad, Salud y riesgos laborales y Herramientas del traductor». Este artículo es un resumen de la mesa de Salud y riesgos laborales, en la que participaron Encarna Belmonte, traductora y profesora de yoga, Enrique Garcés, fisioterapeuta, Lorenzo Serrahima, traductor autónomo, y el Dr. Valentín del Villar, de la Universidad de Valladolid, en el papel de moderador.
El doctor del Villar hizo una breve introducción de los tres participantes e inmediatamente inició su presentación el señor Garcés. Habló de las lesiones que había visto con frecuencia entre un colectivo bastante similar al de los traductores autónomos: el de los administrativos. Fue interesante comprobar que la modernización de la sociedad no solamente ha implicado grandes avances en ofimática, sino también grandes cambios en los problemas de salud y las lesiones que nos amenazan. Las tendinitis en los brazos y las lumbalgias están a la orden del día.
A continuación, Lorenzo Serrahima presentó su experiencia práctica particular. Dio por supuesto que todos los asistentes conocerían la teoría de una buena postura y las distancias adecuadas al ordenador, el correcto apoyo de las manos, los brazos y los pies, etcétera. En cualquier caso, los traductores somos expertos buscadores de información en Internet, y por lo tanto advirtió que aquellos que no conocieran la teoría de la ergonomía del traductor podían encontrarla rápida y fácilmente en la red. Por eso pasó directamente a presentar su propio caso particular. Su mesa de despacho era bien grande, y nos confesó que su tamaño estaba destinado a combatir su desorden impenitente: si no sabía mantener la mesa ordenada, al menos tendría espacio para apartar los papeles a un lado y liberar el centro para trabajar. Mostró su ordenador de mesa, potente y con dos monitores. Todo el mundo tiene clara la utilidad una buena iluminación, pero no siempre es tan evidente la utilidad de dos monitores. En su caso, en uno aparece el texto original y en el otro la traducción junto con los diversos programas y herramientas necesarios para su trabajo. Destacó su escáner, muy útil para traducir libros (en su caso, libros de medicina). Cuando recibe un libro para traducir, lo desencuaderna y escanea todas las páginas, que después leerá en uno de los monitores. De esta manera durante todo el periodo de trabajo tiene tanto el texto original como la traducción a la misma distancia de los ojos y con el mismo tamaño de letra, lo cual evita esfuerzos a los ojos. Otro de los elementos que presentó fueron unas gafas para su miopía. Tenían la particularidad de ser monofocales y estar específicamente graduadas para leer a la distancia de 80 cm, es decir, la distancia a la que está situado el monitor: un elemento más para cuidarse la vista. Igualmente hizo referencia a la colocación de los diccionarios de uso más habitual para que estuvieran siempre a mano.
A continuación nos habló de otro de los peligros que amenazan al traductor: las tendinitis, que suelen deberse más al uso del ratón que al del teclado y comentó tres alternativas para ayudar a prevenirlas: el uso frecuente de atajos de teclado, practicar la utilización del ratón con las dos manos, para poder así intercambiarlas y no sobrecargar ninguna de las dos, y el uso de un programa de dictado que también reduce el cansancio de muñecas y dedos. Sin embargo, añadió, también el programa de dictado sobrecarga un tanto las cuerdas vocales, por lo que es necesario hidratarse con frecuencia.
En penúltimo lugar repasó las cualidades de un buen sillón, ese elemento sobre el que estamos sentados muchas horas al día, que puede ser nuestro mejor amigo si es el adecuado a nuestra anatomía, o nuestro peor torturador, si no es de calidad. Pero por bueno que sea el sillón para cuidar la espalda, hay otro elemento que debemos cuidar aún más: la circulación. Por eso destacó que el traductor debe imponerse un poco de ejercicio diario, aunque sea simplemente caminar un rato. Y con la recomendación del paseo y una hermosa imagen del parque que cruza a diario para ir de su domicilio a su lugar de trabajo, terminó su charla.
El traductor debe imponerse
un poco de ejercicio diario, aunque sea simplemente caminar un rato
A continuación Encarna Belmonte comentó que, estrictamente hablando, no hay material ergonómico, sino que la ergonomía viene determinada por el buen ajuste entre el objeto, el usuario y la tarea. Por esa razón, planteó diversas opciones para sentarse: la suya propia, una silla Thatsit, pensada especialmente para el uso intensivo del ordenador, pero cara; una pelota de Pilates, como opción barata recomendada por un fisioterapeuta (a lo que asintió el especialista presente), y un banco de meditación japonés como alternativa a la rigidez de la mesa de oficina. Con él la altura del monitor resulta más fácilmente adaptable, puesto que permite colocarlo directamente en el suelo y así beneficiarse de un buen ángulo de visión descendente y mucho menos estresante para los ojos y el cerebro. En cualquier caso, resumió Encarna, lo recomendable es organizarse de manera que sea la parte superior de la pantalla la que quede a la altura de los ojos.
Abundó en el aspecto del ángulo de visión, y explicó que mirar a la pantalla en línea horizontal o por encima de ella provoca un aumento de la abertura palpebral, y, en consecuencia, más deshidratación del ojo, cansancio y tensión cerebral. Además, ello se agrava por el hecho de que las letras de la pantalla no tienen un contorno definido, sino que están formadas por píxeles, lo cual dificulta el enfoque. Lo recomendable es organizarse de manera que
sea la parte superior de la pantalla la que quede a la altura de los ojosPor tanto aconsejó fijar la vista en la pantalla lo menos posible, por ejemplo escribiendo sin mirar al monitor, y utilizar lectores de tinta líquida (o el borrador impreso en papel) para la revisión.
Comentó a este respecto que, en su estado natural, el ser humano vivía en espacios abiertos y mirando al horizonte, de manera que la mirada surge de la parte posterior de la cabeza, mientras que cuando el ojo se ve forzado a enfocar a una distancia próxima, las pupilas se dilatan y el ojo tiende a volverse miope y a sufrir otros trastornos (como visión borrosa, intolerancia a la luz, enrojecimiento), lo que conlleva cefaleas, vértigo o mareos. La mala acomodación de la vista genera a su vez tensión cerebral y, con ello, otras patologías, como insomnio o estrés, que al final derivan también en problemas musculares y emocionales.
Recuperó aquí la idea de la hidratación comentada por Llorenç Serrahima para explicar que esta es fundamental no solo para las cuerdas vocales, sino también para los ojos. Además de lo ya expuesto, los ojos se secan también por la disminución del parpadeo debida a la concentración en la pantalla, e igualmente a causa de la calefacción, el aire acondicionado, el polvo y el humo del tabaco. Para aminorar dicho problema, recomendó en primer lugar trabajar en espacios limpios (lejos, por ejemplo, de bibliotecas llenas de polvo); salir a fumar fuera, si se tiene el hábito, y así aprovechar también para descansar, relajar la vista y desentumecer el cuerpo; poner alguna planta en el despacho para favorecer la humedad del ambiente o incluso un humidificador o, como mínimo, tener cerca permanentemente un vaso con agua (que de paso nos recordará que debemos beber de vez en cuando). Aconsejó reducir el café al mínimo, dado que deshidrata y, además, acaba estresando. Rebatió la idea extendida de que el café nos ayude a trabajar, porque en realidad solo crea picos de atención de duración reducida que nos devuelven rápidamente al estado anterior.
Con relación a los problemas musculares expuso la importancia de la comodidad como herramienta de producción, y recordó que, además de la silla, resulta esencial la colocación y elección de un ratón y un teclado de calidad, pero también de un colchón adecuado para dormir y recuperarnos de la jornada laboral. En cuanto a los ratones, abogó por los llamados trackball con la bola más grande posible, donde la mano reposa suelta sobre la bola de manera natural, lo que permite evitar la tensión que se genera en cuello, hombro, brazo y muñeca al agarrar el resto de ratones o incluso los lápices de las tabletas. Por su parte, el teclado deberá ser uno adecuado a nuestras dimensiones y preferencias. En principio, los teclados con diferente altura de las teclas (wave) reducen el recorrido que tienen que realizar los dedos sobre él.
Introdujo a continuación la mecanografía como un asunto doblemente ergonómico (y para cuyo aprendizaje existen cursos gratuitos en Internet). En primer lugar porque con ello se logra una colocación más distendida de las manos y, en segundo lugar, por ser imprescindible para la productividad. A fin de cuentas, la mejor ergonomía es la derivada de esta: cuantas menos horas necesitemos para realizar el trabajo, menos expuestos estaremos a los problemas que nos causa.
Para acabar comentó la necesidad de practicar alguna actividad física para cuidar la salud y la higiene postural y para descargar agresividad y tensiones. Hizo hincapié en la necesidad de buscar una disciplina que haga trabajar el cuerpo de forma simétrica y evite así desequilibrios. Contó que ella practicaba yoga Iyengar desde hacía diez años y aseguró que con él ha conseguido un mayor conocimiento del cuerpo e incluso una mejor productividad laboral.
Acabadas las charlas, se abrió el turno de preguntas para los alumnos, que resultó bastante animado. Las preguntas se orientaron sobre todo hacia los temas más directamente relacionados con el ordenador en sí, como el uso de determinados tipos de ratón o de monitor. Una vez resueltas la mayoría de dudas, el doctor Villar clausuró la mesa redonda agradeciendo a los miembros de la mesa y a los asistentes su participación tan dinámica. Los ponentes nos quedamos con la grata convicción de que a los alumnos sorianos les espera un futuro brillante en la profesión.